Dejo comanda

Taberneros humanistas

Viernes, 21 de febrero 2025, 18:24

El de tabernero es un oficio de perfil humanista, como el de los intelectuales del Renacimiento, si me permiten el símil. Detrás de muchas barras ... se esconden auténticos polímatas, que complementan el servicio de vinos o el transporte de platos con otras aptitudes, tanto o más enriquecedoras. Ahí va una lista de perfiles fácilmente reconocibles.

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El camarero psicólogo, un clásico retratado mil veces en el cine. Ese oído que escucha con paciencia las cuitas personales del cliente mientras repasa la vajilla. No le hacen falta conocimientos sobre el método cognitivo conductual, un trago y un hombro en el que llorar tienen un indudable efecto terapéutico.

El camarero periodista. Recopila información entre sus fuentes y la comparte, salpimentándola con cierta dosis de contexto y pinceladas de opinión. Admite especialidades: el comentarista deportivo, el analista político, el tertuliano del corazón...

El camarero historiador. Lleva décadas en el puesto y conoce cada detalle de lo que ha ocurrido no solo en el restaurante, sino en el barrio o en el pueblo. Aporta datos fehacientes a la conversación y se considera a sí mismo toda una autoridad. Su variante es el camarero sociólogo, que a fuerza de observar a su comunidad, pulsa el sentir general y es capaz de predecir sus reacciones.

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El camarero actor. El comedor es un escenario y los clientes, su público. Cada comanda es una oportunidad para lucirse y ganarse un aplauso. Ojo, corre el riesgo de confundir quién es el verdadero protagonista de la función. Tiene una variante muy extendida, el camarero cómico, que puede resultar divertida, pero cuidado con el camarero monologuista.

El camarero doctor. Tiene un remedio para cada dolencia, sabe quién tiene la tensión alta o a quién le han quitado el vino en las comidas. Puede ser de gran ayuda, con tal de que no sea demasiado rígido con la parroquia. Otra versión es el camarero farmacéutico, que esconde en el cajón un arsenal de medicamentos.

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El camarero filósofo, el ingeniero, el arquitecto, el jurista... seguro que son capaces de identificar a muchos más entre quienes les sirven el café o les cantan los postres del menú del día. Esa es la gracia del oficio, que resulta tan rico diverso como la propia Humanidad.

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