Agua, el mejor refresco

Me encanta la cerveza y no le hago ascos a un buen vino. Los dos con moderación y respeto, por supuesto. En su justo momento, a la temperatura adecuada pero, sobre todo, nunca jamás tomados como refresco. Porque no lo son. El único producto que de verdad ha demostrado científicamente que quita la sed es el agua. Los dos litros de líquido que, más o menos, necesita el cuerpo cada día para funcionar bien pueden proceder en parte de otras fuentes, como el plato de verduras, pero sólo hay una bebida capaz de saciar nuestras ganas de beber. Es el agua y la tomamos en mucha menor cantidad de la que necesitamos. ¡Aaay!

Un estudio realizado por expertos del Instituto Danone y publicado en la revista científica 'Nutrición Hospitalaria' señala que la mitad de la población española, en realidad algo más, el 50,4% apenas consume el 80% de la cantidad diaria de agua recomendada. La media depende de cada persona, de su peso, el ejercicio que practique y su condición física, pero se entiende que, por norma general, las mujeres deberían beber 1,5 litros diarios y los hombres uno más. Esa cifra, como digo, incluye el agua que llevan los alimentos de serie y su cocinado, lo que significa que esas cifras bien podría reducirse en, aproximadamente, un litro por sexo.

Además de hidratarnos, el consumo de agua nos permite sentirnos mejor, razonar con más claridad y nos protege de múltiples enfermedades. Incluso frente a determinados tipos de cánceres, como los de colon y vejiga. «Una hidratación insuficiente tiene un impacto muy negativo sobre nuestro organismo», resume el especialista Jordi Salas, coautor del estudio. «Nos hace propensos a sufrir cálculos renales, a tener un mal funcionamiento del sistema urinario y afecta a la cognición y la memoria a corto plazo», afirma el experto.

Una ingesta deficitaria mantenida en el tiempo favorece, además, la aparición de hipertensión, tromboembolismos, ictus y otras enfermedades coronarias, como el infarto de miocardio. No se trata de asustar a nadie, sino de prevenir.

Hay que beber, aún sin ganas. Especialmente los niños y las personas mayores, que unos por inmadurez y otros por desgaste, son a quienes peor les funciona el mecanismo de la sed. Pese a lo que pueda creerse, las ganas de beber no residen en el sentido del gusto, sino en una estructura del cerebro denominada hipotálamo. Esta parte de nuestra cabeza con nombre e animal salvaje es la encargada de regular funciones tan dispares como la conducta, la orina, el sueño y el apetito.

El hipotálamo cuenta con un dispositivo, que son unas neuronas especiales, capaz de detectar cambios de todo tipo en el torrente sanguíneo, como un aumento del nivel de sal o una bajada del volumen de líquidos. El sistema de alerta se completa con una glándula llamada hipófisis y los riñones que retienen agua en función de las necesidades detectadas. Una serie de sensores repartidos por el cuerpo informan a todos ellos de las necesidades detectadas. Pero a determinadas edades, uno puede no sentir sed y estar deshidratándose.

El informe 'Importancia del consumo de agua en la salud y prevención de la enfermedad' alerta de que un 70% de los niños toma menos agua de la que necesita. Uno de cada cinco adolescentes se conforma con un vaso al día. La deshidratación entre las personas mayores alcanza al 40% de los que viven en residencias y nada menos que del 5% al 10% del resto. Un desastre. «Hace falta en las casas más agua y menos refresco azucarado», advierten los expertos.

Todo tiene su ocasión. La cerveza, el vino... La del agua es la sed, la hidratación. Incluso, por qué no, la celebración. ¿Quién dice que brindar con agua da mala suerte? Lo que de verdad la trae es no refrescarse como es debido. Beba agua, ande, que el verano es largo y hace mucho calor.

Temas

• Agua
• Saludable (Fermín Apezteguía)