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Bucha, un punto de inflexión

Martes, 5 de abril 2022, 01:05

Las fotografías de la matanza de Bucha, a treinta kilómetros de Kiev, sacuden las conciencias de todos los que seguimos día a día la guerra ... de Ucrania. Al reconquistar los alrededores de la capital, el Ejército ucraniano está encontrando cientos de cuerpos sin vida de civiles, que han sido torturados, maniatados y ejecutados con un tiro en la nuca. Es una masacre deliberada, a manos de militares rusos en su retirada hacia las provincias del Este del país, para concentrarse en el control del Donbás y en la conquista de la ciudad de Mariúpol.

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Por supuesto, la propaganda del Kremlin niega cualquier responsabilidad y acusa a Estados Unidos de falsificar esta información. Por desgracia, sabemos que la estrategia de prevalecer a través del terror está siendo el modus operandi de Vladímir Putin en todo Ucrania, como lo fue en el conflicto de Chechenia o en el más reciente de Siria. Busca así que la población del país invadido se doblegue, cese en su resistencia, y convencer de paso al bloque occidental de que nada va a alterar la determinación rusa.

Pero la respuesta a Putin tras las matanzas de civiles debería ser una investigación exacta de lo ocurrido, que acabe en un tribunal internacional, un incremento de la ayuda militar a Ucrania y nuevas sanciones. Algunas voces piden incluso que desde Bruselas se haga ya el gesto simbólico de ofrecer a Ucrania la adhesión al club comunitario, un proceso que en todo caso llevaría muchos años. El Gobierno alemán empieza a hablar de limitar la importación de gas ruso y Emmanuel Macron exige dar este mismo paso desde la UE. El Reino Unido puede tomar medidas para que los algunos oligarcas residentes en Londres, miembros de la cleptocracia reinante en Moscú, sientan que lo pierden todo con el conflicto.

La percepción de las opiniones públicas occidentales es que el ataque ruso no solo es a Ucrania, sino a la democracia y al sistema de libertades individuales de cada uno de sus países. Ante estas atrocidades, el miedo y la indignación ciudadana aumentan y Putin se dificulta de forma extraordinaria cualquier salida negociada. Si lo que busca finalmente es la partición de Ucrania, para tutelar a un futuro Estado vasallo o quedarse con la mitad que más le interesa, él mismo está boicoteando sus planes.

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No sabemos quién asesora al dictador ruso y si le llegan las noticias de una guerra mucho menos exitosa de lo planeado. Pero la resistencia ucraniana es todavía más comprensible y admirable ante la barbarie que hoy vemos en periódicos, redes sociales y televisiones.

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