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YVONNE ITURGAIZ
Mar Mendibe

La neuróloga que enseña a dar malas noticias

Viernes, 28 de mayo 2021

Maestra y «alumna eterna»

Mar Mendibe Bilbao tiene 52 años. Nació el 8 de agosto en Gernika y es hija única. Doctora en Medicina y Cirugía, hizo su tesis doctoral en la UPV sobre esclerosis múltiple pediátrica, estuvo en la junta de la Sociedad Española de Neurología y en la lista Forbes de los mejores médicos españoles durante tres años consecutivos. Profesora de la UPV, ha trabajado 20 años en el Hospital Universitario de Cruces, donde ejerce actualmente. También es investigadora de Biocruces Bizkaia y máster de Gestión por ESADE. Ahora está acabando otro máster de la Deusto Business School. «Soy la alumna eterna», resume.

Mar deja caer la frase como si fuese lo más normal del mundo, porque para ella lo es. «Enseño a dar malas noticias...», cuenta. ¿Cuántas veces nos toca al común de los mortales transmitir un mensaje a sabiendas de que vamos a hacer añicos una vida? Muy pocas o ninguna, por fortuna. Pero la neuróloga Mar Mendibe, una referencia en esclerosis múltiple (EM) reconocida por la prestigiosa revista 'Forbes' como una de las mejores doctoras de España durante tres años seguidos, afronta esa tarea como parte fundamental de su trabajo. Y se le da tan bien que, sí, imparte cursos a otros médicos sobre cómo deben transmitir al paciente un diagnóstico durísimo. ¿Cómo lo hace? Como punto de partida, aportando optimismo y serenidad donde los demás sólo ven miedo e incertidumbre, y esto puede llegar a ser más difícil que interpretar un TAC craneal. Sólo conociéndola un poco más de cerca podemos explicarnos cómo logra insuflar esperanza de forma tan rotunda y por qué es una de las mejores en su campo.

La primera pista sobre su 'don' la da ella misma, sin querer. Dice, como de pasada, que acaba de salir de una guardia, pero no tiene el aspecto abatido de alguien que no ha pegado ojo. Quienes la conocen destacan que es una trabajadora incansable, provista de una energía serena pero implacable que contagia a sus pacientes. «'Rendirse no es una opción' era el lema de una de las campañas que se hicieron sobre la enfermedad... y realmente lo creo así», sentencia. Y, si está pidiendo a los afectados de esclerosis múltiple (EM) que no desfallezcan, ¡cómo va a hacerlo ella! Por eso sigue trabajando con pasión para hallar avances que mejoren la calidad de vida de los afectados. «Hace 25 años apenas había fármacos, pero desde entonces se han realizado descubrimientos increíbles. Aunque el diagnóstico sigue teniendo un gran impacto, la EM ya no es sinónimo de silla de ruedas. Es una enfermedad crónica y sin cura, sí, pero el grueso de los afectados puede llevar una vida activa», avanza. Y lo dice con tal aplomo que es imposible no creerla.

«Hace 25 años apenas había fármacos, pero se han realizado descubrimientos increíbles. un diagnóstico de esclerosis múltiple tiene un gran impacto, pero ya no es sinónimo de silla de ruedas»

Habla de ensayos e investigaciones internacionales en marcha en las que está implicado el Hospital Universitario de Cruces y el Instituto Biocruces Bizkaia, donde ella trabaja. Y explica que el cerebro humano todavía alberga una gran proporción de territorios desconocidos, algo que supone todo un reto para los profesionales, que se adentran en estas zonas con el espíritu aventurero de los exploradores del siglo XIX. «Eso fue lo que me atrajo de esta especialidad... Siempre he sido curiosa e inquieta», indica. Pero hace una pausa, respira y se corrige, porque Mar está muy acostumbrada a medir mucho sus palabras, como si antes de soltarlas por la boca tuviese que pesarlas en una de esas balanzas de precisión de los laboratorios. «Bueno, al final no sabes si tú eliges esta especialidad o si la especialidad te elige a ti. Creo que es una especie de selección natural», matiza.

Según cuenta, descubrió su vocación de neuróloga al final de la carrera de Medicina. «Me di cuenta de que era una especialidad compleja, pero con mucho futuro». Ella quería explorar, investigar, llegar a sus propias verdades y no quedarse solo con las que ya habían logrado otros. Así que fue centrándose en enfermedades neurodegenerativas hasta que llegó a la esclerosis múltiple, su cruzada personal. ¿Por qué esta dolencia es especial? «Creo que me impresionó que afectase sobre todo a gente joven. Aún hoy, cuando veo casos, sobre todo en adolescentes o niños –que son un 15% del total–, paso un día malo», confiesa. ¿Llora alguna vez, aunque sea en casa? «No...», musita. Aunque ese 'no' suena más bien a 'ya no' o a 'no lo quiero decir'.

«No me gusta conducir, me hubiese matado en la carretera todo el día yendo y viniendo. ¡Y disfruto mucho de la ciudad!»

«Venir a vivir a Bilbao a los 18»

YVONNE ITURGAIZ

Sea como sea, su antídoto es volcarse en hacerles a los enfermos el camino más fácil y seguir en la brecha, en busca de nuevos tratamientos. Por eso siguió formándose en la ciudad californiana de San Francisco tras terminar su residencia, para regresar después a Euskadi con la maleta cargada de ideas y la intención de trabajar incansablemente. Algo heredado de su padre, ya fallecido, y de su madre, que desde chiquitina le inculcaron «valores como el esfuerzo y la solidaridad». Ciertamente, para abordar la esclerosis múltiple desde un punto de vista médico hacen falta grandes dosis de ambas cosas. ¡Y un optimismo a prueba de bombas! «Eso lo he heredado de mi ama, ella es muy positiva», añade Mar, quien cuenta que su familia es muy pequeñita, «tipo anglosajón». No tiene hermanos ni hijos. «Aunque creo que hubiese sido una tía estupenda, porque me gustan los niños... para un ratito», dice entre risas.

«Trabajo con grandes profesionales. Mi lema vital es 'si quieres ir rápido, ve sola, pero si pretendes llegar lejos, en equipo»

«Entrar en el hospital de Cruces»

Quienes la conocen la definen como «una persona seria y callada». Parece algo sorprendida de esta fama, pero la lleva con una sonrisa. ¿Será quizá una pose profesional? «Qué va, no cambio mucho de mi trabajo a mi vida privada», dice divertida, como consciente de que ha 'defraudado' con esta confesión. Es un Mar en aparente calma, pero poca gente conoce sus profundidades. Por ejemplo, que es una gran viajera. «Me encanta. Vengo con las pilas cargadas. Ahora con la pandemia no puedo irme lejos, claro. Pero lo cierto es que he pasado tanto tiempo en la T4 (de Barajas) que allí podría haber estudiado otra carrera». También le encanta pintar: «De no ser neuróloga, me habría encantado estudiar Bellas Artes». Disciplinas muy alejadas, ¿no? Pues parece que no, y se nota que está deseando explicar por qué: «Como hobbie, hemos creado un grupo de colegas a nivel estatal para estudiar la obra de artistas afectados por enfermedades neurológicas... Por ejemplo, cómo influían la forma de pintar de Van Gogh o Bacon».

«He podido compaginar asistencia e investigación y he visto grandes avances en los últimos años»

«Dedicarme a la esclerosis múltiple»

Ay, siempre buscando respuestas, conexiones, las maravillas ocultas del cerebro... y también la pasión, que no está reñida con lo empírico. Mar afirma que puede emocionarse con un concierto de la ABAO o viendo cómo se empieza a construir algo hermoso, aunque sólo se vean los cimientos, porque ella siempre piensa que, pasito a pasito, se llega siempre a algo más grande. «Recuerdo la increíble sensación que tuve cuando empezó a construirse el Guggenheim...», evoca maravillada. Un 'flechazo' que tuvo consecuencias: «¡Me compré una casa al lado!», desvela Mar, que siempre busca, como los buenos pintores, la belleza y una buena perspectiva, por difícil que sea una situación. Ella se encarga, a base de pinceladas, de poner luz cuando no la hay.

«En diez años habrá avances increíbles»

Mendibe solo puede ver el futuro de su especialidad llena de ilusión. «En los próximos diez años se van a alcanzar logros que van a cambiar la vida de los afectados de las enfermedades del cerebro», sostiene. Las vías de investigación en marcha apuntan en esa dirección. Y Euskadi es, según subraya, un excelente observatorio para asistir a estos cambios tan esperanzadores. Primero, porque en nuestro entorno sanitario hay una generación de jóvenes –chicos y chicas, «porque yo no creo en las cuotas, sólo en el talento»– con un impulso «increíble». «Les recomiendo que viajen, que se formen... ¡pero que luego regresen y se traigan lo aprendido!», añade. Y, segundo, porque en lo que concierne a la esclerosis múltiple, las asociaciones de pacientes del País Vasco han sido pioneras y fundamentales en muchos aspectos. «En esta enfermedad no trabajamos en silos, sino de forma integral», recalca.

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