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MUNDO | VOCACIÓN INTERNACIONAL ·

Hace un cuarto de siglo podía sonar a bilbainada decir que el metro nació con vocación internacional, pero nada más lejos de la realidad. El suburbano se ha convertido en el espejo en el que se miran ciudades de todo el mundo, tanto por su diseño, como por sus avances y organización

Martes, 10 de noviembre 2020, 14:03

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La pandemia ha frenado la afluencia de visitantes internacionales al Guggenheim, aunque no su atractivo e interés. Algo similar le ha ocurrido al metro de Bilbao, que hasta el pasado mes de marzo era visitado «cada semana» por administraciones regionales y locales y profesionales «de todo el mundo». Así lo desvela el actual director gerente adjunto del suburbano, José Miguel Ortega. Los últimos fueron los miembros de una delegación de una empresa de India.

Su diseño, su estructura y su modelo de gestión han despertado tal admiración, que buena parte de las grandes ciudades del planeta ha pedido asesoramiento a la sociedad pública que gestiona el servicio vizcaíno. Desde Nueva York a San Luis (Missouri), en Estados Unidos; pasando por Medellín (Colombia); Salvador de Bahía (Brasil); Buenos Aires (Argentina); y Guadalajara (México), en el continente americano. También urbes europeas de la talla de Fráncfort, Oslo, Copenhague, Estocolmo, Bruselas, Milán, Roma... Sin olvidar otras partes del planeta como Israel o Corea del Sur.

Podría parecer una bilbainada –probablemente sonara así entonces–, pero lo cierto es que, incluso ya antes de comenzar a funcionar, sus promotores remarcaban la vocación internacional del suburbano metropolitano vizcaíno. «Su propia inauguración se hizo coincidir con la celebración en la villa del congreso de la Unión Internacional del Transporte Público, y poco después el de la Asociación Latinoamericana de Metros y Subterráneos Alamys», recuerda el entonces gerente adjunto, Enrique Urkijo, en el cargo hasta 2004.

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Incluso su diseño estuvo marcado por esa toque cosmopolita, «ya que visitamos Viena, Múnich, Lyon..., grandes ciudades con metros modernos y punteros a los que queríamos parecernos». Y por la relevancia del propio arquitecto que lo diseñó. «Norman Foster era ya un genio, pero también era su primer metro y nos puso en el mapa del mundo», apuntala Ortega.

Aunque toda aquella exigencia, sin un buen hacer posterior, se habría quedado en nada. Y no ha sido así gracias, entre otras cosas, a una gestión ágil, innovadora y eficaz. «Había una frase que repetíamos mucho antes de la inauguración: queremos un metro para que también la gente vaya de gala a la ópera. Y no solo hace eso, sino que lo utiliza para ir a congresos, grandes eventos...», remarca Urkijo.

Esa labor de operador de un «servicio muy complejo» es la que más éxitos le está reportando en la actualidad. Metro Bilbao fue pionero a nivel mundial «en el concepto de centralizar todas las decisiones bajo la visión del cliente y en un único puesto de mando». Y en la decisión de mantener el servicio operativo también por las noches de los fines de semana, ochenta días al año», y en Nochevieja y luego también en Nochebuena, «cuando todo el mundo veía un gran problema trabajar a esas horas. Aquí es una de las medidas más valoradas, sobre todo por los padres».

Asesoramiento en Dublín

Urkijo recuerda una anécdota cuando visitó Bilbao el responsable de seguridad del metro de Nueva York. «Me preguntó cuántas incidencias teníamos al año y se sorprendió al decirle que 25.000. ¡Pero es que ellos solo apuntaban en esa categoría los accidentes, fallecimientos y asesinatos, mientras que nosotros registramos hasta la retirada de una pegatina!».

YVONNE ITURGAIZ

José Miguel Ortega desvela que Metro Bilbao está asesorando ahora a Dublín para ampliar su sistema de tranvías ligeros –llamado Luash–, y cuenta que Lisboa y Oporto son otras de las grandes ciudades con las que la entidad pública ha trabajado, aunque al final todo quedase en papel mojado. «Nos contrataron empresas porque se quería privatizar el servicio y ya habíamos visitado muchas veces la capital de Portugal. Incluso estaba terminada la consultoría para su modernización, pero al final no se hizo nada porque hubo elecciones y el Gobierno saliente decidió mantener su carácter  público», explica.

El suburbano ha logrado incluso romper con la «tradición histórica» de que una ciudad debe tener al menos un millón de habitantes para contar con un metro. «Demostramos que, con bastantes menos, podía funcionar bien, y muchas ciudades de población similar a la nuestra se han decidido a dar el paso».

Málaga, Sevilla, Mallorca... A nivel nacional, también el éxito ha sido «rotundo». «Un servicio que prioriza la protección al medio ambiente con unidades capaces de recuperar el 44% de la energía que consumen... Cuando construyes un metro defines el sistema de transporte que predominará en una ciudad los próximos cien años, ¡fíjate si tiene trascendencia nuestro trabajo fuera de Bizkaia!», concluye Ortega.

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