La crisis en el sector de la construcción llegó como una apisonadora, aplastando a la mayoría de las empresas que trabajábamos en España. Se cayeron de forma abrupta las inversiones para contener el déficit en esa política de «austeridad» pública impuesta por la UE y los bancos cerraron el grifo del crédito. Esto nos obligó a hacer las maletas. A nosotros y a otras muchas compañías. Algunos no tuvieron ni siquiera esa oportunidad. En nuestro caso, echando la vista atrás, podemos decir que fue la solución en un escenario como era y es el de España, donde la licitación pública es totalmente insuficiente como para que las empresas obtengamos una escala rentable y seamos competitivas.
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Pero salir no es fácil. Ha sido ha sido necesario apostar de manera fuerte en varios frentes, entre los que destacaría el esfuerzo financiero de lanzar la internacionalización con proyectos internacionales, la formación de perfiles de la casa o la incorporación de nuevos recursos con perfil internacional que puedan gestionar de manera autónoma y con garantía de éxito el día a día de mercados nuevos.
Esta pata, sin duda, nos preocupa. Cuidar de nuestro equipo, de nuestra gente, es una de las tareas principales porque, en definitiva, son nuestro embajadores en el extranjero y los que nos representan. De ellos depende en gran medida el éxito de la empresa. El resultado, a día de hoy, es que tenemos un grupo más robusto, profesional y capaz de competir en múltiples mercados, lo que nos permite retroalimentar el proceso de internacionalización y seguir creciendo de manera rentable. Basta con ver las cifras de JOCA, nuestra empresa dedicada a la construcción y a la ingeniería. Sobre las resultados de 2018 supone un 56%. En 2019 supondrá cerca del 70%.
Para emprender este 'viaje' nos apoyamos en principio en pequeñas iniciativas que estaban abiertas sobre dos mercados, Panamá y Bolivia. Sobre esa mínima posición analizamos oportunidades de licitaciones internacionales y nos lanzamos a por ellas. En el caso de Panamá tuvimos que buscar un socio local para entrar y así aprender cómo ser viables en un mercado tan competitivo como el panameño.
Pero vamos creciendo, desde la modestia y, sobre todo, desde la profesionalidad. Se nota la contribución de los españoles en las obras porque hemos sido capaces de desarrollar una industria altamente competitiva. En Portugal o Panamá, la especialización nos ha abierto puertas. En el Tren de Cochabamba, en Bolivia, la construcción del camino de rodadura de los trenes se hará con el sistema de vía en placa, que reduce el ruido en la circulación y funcionará con electricidad para cumplir con los objetivos estratégicos del Gobierno de desarrollar «transportes colectivos, ecológicos y sostenibles». Una novedad en el país y para la que contamos con grandes profesionales.
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No tenemos una bola de cristal (nadie la tiene) pero, siendo realistas, a día de hoy, lo que se antojaba como una solución provisional tiene visos de que se va a seguir siendo el pulmón de las cuentas. El mercado doméstico está saturado y no hay todavía suficiente inversión para mantener una escala mínima que nos permita ser competitivos.
Con estos mimbres, internacionalizar no es una opción, sino la solución.
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