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Gema Hassen-Bey Igor Aizpuru
Medallista paralímpica

«Hay que visibilizar las dificultades de las deportistas por ser mujeres»

La medallista paralímpica Gema Hassen-Bey, que denunció discriminación por su condición sexual, afronta sus desafíos como un gesto de empoderamiento femenino

M. vargas

Jueves, 1 de noviembre 2018

Gema Hassen-Bey (Las Rozas de Madrid, 1967), medallista paralímpica de esgrima, es de las pocas deportistas españolas de élite que ha participado en cinco Juegos Paralímpicos consecutivos, desde Barcelona a Pekín. Mujer polifacética, que desborda entusiasmo, Gema se ha propuesto ser la primera mujer en silla de ruedas en alcanzar la cima del Kilimanjaro (5.985 metros). Pero no se trata solo de un reto de superación personal, también es un gesto de empoderamiento femenino que engloba un proyecto tecnológico y de emprendimiento social. Su objetivo es resolver el problema de movilidad de personas que han nacido en la selva o en la montaña. Esta luchadora empedernida, de sonrisa permanente, ya consiguió hace un año un hito importante; alcanzar los 3.000 metros de altitud en el Teide en silla de ruedas con la fuerza de sus brazos. Justo antes se le había diagnosticado un cáncer de mama. Lo superó, como el resto de sus desafíos.

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-Es usted una mujer polifacética.

-Hay tres ejes en mi vida. El deporte, que ha sido una forma de vida, la comunicación, que ha sido mi profesión, y la solidaridad, porque yo he necesitado ayuda muy pronto. Pero creo que ahora hay que darle una vuelta a la solidaridad.

-Entonces, ¿su reto de subir al Kilimanjaro es cambiar la perspectiva de la solidaridad?

Sí, es una de las cosas que persigo, romper con el paternalismo, yo también puedo ayudar. Este reto va a dejar un legado para las personas en general, no solo las que están en mi situación. Como emprendedora social me está costando que se entienda que se trata de abrir mercado, con nuevos productos para facilitar la movilidad, y resolver problemas que aún no están resueltos para gente que vive en la selva o en la montaña.

«La montaña es muy dura, pero cuando llego a la cima y veo el paisaje, es maravilloso»

-Ya ha conseguido que se realicen algunos prototipos de handbike y de la primera silla de escalada del mundo. ¿Qué desafío queda por resolver?

-Protegerme del frío, que es muy importante, porque en el Teide me tuvo parada dos días enteros. Y diseñar una prenda tecnológica que nos ayude a regular la temperatura. Haré una cima con nieve para el test, y cuando ya consiga toda la financiación, estaré lista para el Kilimanjaro.

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-¿Qué le atrae de la montaña?

-Quería hacer deporte sin tener la finalidad de las medallas y porque es algo prohibido para quienes vamos en silla de ruedas. La montaña manda y las condiciones son muy adversas. Es muy duro, pero cuando llego a la cima veo el paisaje y ¡es tan maravilloso! Los problemas se quedan ahí abajo y coges una perspectiva muy buena.

-¿Le gustaría ser un referente para otras personas?

-No, no me siento referente de nada. En todo caso, sí servir de inspiración. Soy una chica de retos, porque es lo que te ayuda a crecer. Pero soy humana y tengo días buenos y malos. Creo más en saber gestionar las emociones que en idealizar a nadie, porque seguro que te puede fallar.

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«A las mujeres se nos pide más, sobre todo a mí por ir en silla de ruedas y por mi condición sexual»

-¿Esta visión de la vida se la debe al deporte?

-Sí, el deporte me ha dado mucho y lo de menos son las medallas. El trofeo a mí me dice poco porque lo más bonito es cómo he llegado hasta aquí. Y creo que es por mi punto de vista femenino, las mujeres somos más colaborativas, buscamos otra finalidad.

-Pero muchas veces solo se conoce a las mujeres deportistas que han conseguido triunfos.

-A las mujeres se nos pide más. Y a mí en concreto, porque voy en silla de ruedas, porque tengo un apellido raro y por mi orientación sexual. Pero hacemos reflexionar al resto del mundo, y a nosotros mismas, de la capacidad que tenemos.

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-No lo tuvo fácil para llegar a sus últimos Juegos Olímpicos en Pekín, por discrepancias con su entrenador, pero además denunció discriminación por su condición sexual.

-Sí, lo pasé muy mal. Y aunque el deporte busca la integración y nos ofrece herramientas para desarrollarnos, a veces los compañeros que te tocan te hacen vivir situaciones muy duras. Por eso, me gusta reflexionar sobre qué es realmente el éxito. Es necesario visibilizar cuando las deportistas lo pasamos mal, no solo por la dureza de la preparación, sino porque el entorno lo dificulta. Así ayudaremos a las próximas mujeres deportistas.

«El trofeo a mí me dice poco porque lo más bonito es cómo he llegado hasta aquí»

-¿Son dificultades que tienen que ver con la perspectiva de género?

-Por supuesto. Hay que hablar mucho de ética, de juego limpio, de discriminaciones por orientación sexual, de abusos, de situaciones muy difíciles que vivimos las mujeres, que no las viven los hombres. Animo a las chicas a decirlo. Debemos crear unas vías dentro de la organización deportiva para que esto se pueda canalizar y para que, ante un problema, no te sientas sola.

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-En estas situaciones, ¿se cuestionan los valores del deporte?

-Efectivamente. Es lo que me pasó a mí, que estaba defendiendo unos valores pero viviendo una situación completamente diferente. Tengo que hacer deporte porque es mi vida pero puedo hacerlo para ayudar y no quiero coleccionar más trofeos. Nada más bonito que mi reto sea también un gesto de empoderamiento de la mujer.

Gema, en su bicicleta adaptada que le robaron en el World Pride de Madrid del año pasado y recuperada posteriormente. Efe

Las otras cimas de Gema

El reto de Gema Hassen-Bey es subir una montaña de más de 5.000 metros, pero recuerda que «mi primer Kilimanjaro fue ir a comprar el pan». Gema sufrió un accidente de tráfico con 4 años que le ató a una silla de ruedas para el resto de su vida. «Mis padres me protegían mucho, pero un día me marché yo sola a la panadería porque quería vivir, quería que me pasaran cosas, como les sucedía a sus hermanos». Estudió periodismo, participó en cinco Olimpiadas y se planteó el reto de subir montañas. Y antes de afrontar el desafío del Teide, se le planteó otra cima, al diagnosticarle cáncer de mama. Y de nuevo su actitud le sirvió para superarlo. «La vida es un regalo, hay que vivir cada instante y soñar alto». Un consejo que lleva a rajatabla.

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