Uno de mis tuiteros de referencia, Íñigo Rodríguez (@VanMaddle1), compartió el otro día su opinión sobre los youtubers que se van a Andorra para pagar ... menos impuestos: «Varios malnacidos de esos le han comido el coco a mi hijo y he discutido con él para explicarle por qué eso está mal. Todos los que contamináis a los chavales con vuestras mierdas sois mis enemigos». No puedo estar más de acuerdo. Estos días, la televisión y los medios de comunicación se han llenado de reportajes sobre 'los youtubers de Andorra', en los que se ha expuesto con claridad meridiana la situación. Sin embargo, el debate está en otro sitio. Concretamente, en el lugar donde nació la polémica: YouTube.
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Hay una generación para la que sus voces de referencia están en internet. Esta semana, jóvenes con millones de seguidores han explicado sus razones para aceptar, aprobar e incluso aplaudir que si un tipo decide irse a Andorra para no pagar dos millones de euros a Hacienda, bien por él. Una argumentación bien estructurada, ojo, perfectamente razonada y muy convincente. Pero también muy miserable. Baste un argumento: ¿con qué creéis que se paga la sanidad pública? Comparar el desviar tus ingresos a un paraíso fiscal con el irte a trabajar a Alemania porque hay más trabajo es de lo más mezquino que he escuchado últimamente.
Me da miedo que esos sean los 'influencers' de nuestros hijos. Y me da miedo que no consigamos hacer relevantes los medios de comunicación tradicionales para los más jóvenes. Pero resulta que, como en todo, generalizar es una malísima idea. Entre todo el ruido hay gente también como Ibai Llanos, que no solo explica con naturalidad lo importante de pagar impuestos, sino que encima es un ejemplo repleto de valores. Dejad que Ibai reine.
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