Rencor de clase y apego a la casa
En boca de Poncia está la historia paralela de la familia de Bernarda Alba. Jueza severa de su señora, conoce verdades silenciadas y vigila rincones. Hay segundos papeles que merecen una obra
Tartufo, el protagonista de 'El Tartufo' de Molière, no sale a escena hasta el tercer acto. Da título a la obra pero hasta entonces solo ... sabemos de él con el punto de vista de los secundarios. En la primera escena de 'La casa de Bernarda Alba', Poncia y la otra sirvienta hacen el perfil de la dueña que llega luego. Algunos personajes de teatro crean la intriga. Otros enriquecen o matizan atributos. Otros ayudan al orden causal de la trama. Pero hay segundos papeles que merecen una obra.
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Son personajes dramáticos que esperan, o que crecen. Ausentes como Godot o Pepe el Romano, secundarios como Rosencratz y Guildenstern amigos de Hamlet que salen solo al principio y al final de la tragedia, pero renacen en 'Rosencratz y Guildenstern han muerto' de Tom Stoppard (1967). O 'Las criadas' de Jean Genet donde 'la señora' casi ausente protagoniza también la función. Y 'Pepe el Romano' rescatado por Ernesto Caballero (2000), o la reciente 'Poncia' con dramaturgia de Luis Luque y Lolita Flores de intérprete (2023).
Poncia lleva décadas al servicio de Bernarda y la tutea. Está harta de que las maltrate a todas y a sus espaldas es jueza severa de tanto despotismo. Sin piedad, tiene rencor de clase ante la tiranía de la matriarca, aunque le queda algún apego: su porvenir es el de la casa.
En vida del señorito Federico las criadas fueron el nexo con la cultura rural
Pero Poncia es testigo, conoce verdades silenciadas, vigila ventanas y rincones. Influye de tanto como sabe de unas y otras. Está en el escalafón doméstico, su palabra redondea la obra. En la oscura pirámide casera cada escalón compite con el de abajo. Inferior a Poncia es 'la criada', la interina externa que lidia la propia necesidad cuando acaba la faena. La criada pide chorizo, garbanzos, y sobras del puchero que mangonea Poncia. Quizá tuvo algo con el amo Antonio María Benavides, el difunto que descansa ya del amargo casorio con Bernarda.
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LA CRIADA.- ¡Ay Antonio, yo fui la que más te quiso de las que te sirvieron!
En boca de Poncia está la historia paralela de La Casa, que no se deja ver. Poncia conoce tapujos, detecta andanzas y comadreos, opina de estrategias nupciales y amorosas, y de herencias. En vida del señorito Federico las criadas fueron el nexo con la cultura rural, de costumbres típicas o cantos populares que el poeta utilizó y realzó porque 'eso tiene la gente que nace con posibles'. La criada sin nombre libra a la Poncia de tareas duras. Otras mujeres tienen nombre propio que alude a caracteres patentes, etopéyicos: Martirio, Angustias, Prudencia, y Adela 'de natural noble', o Amelia 'sin miel'; la propia Bernarda es 'fuerza de oso', y Poncia la que se escurre sin exponerse, como Pilatos.
El teatro impone jerarquías hasta en el orden y el tamaño de letras del cartel para enumerar las intérpretes. Una 'Bernarda Alba' escenificada por Calixto Bieito (1998) destacó dos nombres en el programa: María Jesús Valdés (Bernarda) y Julieta Serrano (Poncia), relevante lugar logrado por la vieja sirviente, estrella de otro drama.
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