La patraña del pensamiento woke
Nueva religión. ·
Mezcla de ideas ambiguas y confusas, acordes con estos tiempos líquidos, fomenta la cancelación de quien discrepaLas turbulencias que han llevado al mundo al umbral del desastre y que nos han traído al momento presente, envenenado por la globalización neoliberal, por ... las ansias de poder y por el control de los imaginarios sociales con armas de destrucción 'mass media' y perniciosas redes sociales, adquieren forma también gracias a la farsa, el engaño y la patraña del denominado pensamiento woke y a su herramienta más efectiva, la «cultura de la cancelación». Herramienta que hace de este fenómeno sociocultural y político un oráculo que define los temas sobre los que se puede discutir o conversar, condicionando el debate público porque, en su ansia de eliminar comportamientos o discursos indeseados, silencia opiniones diferentes y elimina la realización de debates abiertos.
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Zambullirse en el wokismo requiere recalcar su cualidad de «construcción cultural» originaria del mundo anglosajón, nacida en sus universidades y centros académicos y centrada en idearios como la «teoría queer» (Judith P. Butler), la «interseccionalidad» (Kimberle Crenshaw) o la teoría del «privilegio blanco» (Peggy McIntosh). El propio término 'woke' (desperté) ha seguido un dilatado recorrido desde que Martin Luther King instara a sus seguidores a «permanecer despiertos» durante la gran revolución social que estaba cuestionando la vieja normalidad colonial («Permaneciendo despierto a través de una gran revolución»). Posteriormente, la cantante de soul Erykha Badu cambió el significado del mensaje de King, sustituyéndolo por un grito de alarma para generar cambios sociales, defender a las minorías y luchar contra las injusticias.
Como hoy día es mucho más importante parecer bueno que hacer el bien, la doctrina woke tiene su futuro asegurado en una época como la nuestra. El postureo ético, la solidaridad automática carente de reflexión alguna, la preocupación hipócrita y simulada, el 'buenismo', etc. todavía cotizan al alza en nuestras sociedades. Y de esta manera contemplamos como censura y cancela sin compasión ni clemencia los vínculos sociales, y el pasado, a la par que desintegra el ser histórico de la humanidad y la cultura que ha ejercido de armazón de la misma. Claro reflejo del protestantismo y de los países en los que está instaurado (aunque no sea exclusivo de ellos) y con el correspondiente apoyo de sus gobiernos, comunidades y corporaciones, proyecta una imagen de dichas sociedades muy clara sustentada en el supremacismo moral que las impregna, en el victimismo de que hacen gala y en la convicción de ser los elegidos de Dios para guiar al mundo. En este hábitat se mueve como pez en el agua la nueva izquierda indefinida de cuño anglosajón que se ha extendido rápidamente por Europa y por el planeta.
Que la ideología woke está dando lugar a una guerra de individualismos egoístas, de inquietudes y preocupaciones antagónicas al componerse su substancia de una esencia política múltiple y dividida (comunidad LGTB, inmigrantes, mujeres, etc. con el débil pegamento de la interseccionalidad), es una realidad. Que está generando un manifiesto enfrentamiento, desafección y hostilidad entre minorías religiosas y otras no heterosexuales, entre grupos feministas nacidos de la nueva izquierda (queer y radfems), etc., también lo es. De esta manera se descubre y desenmascara su alma nihilista, el yoísmo disgregador ilimitado que la caracteriza y el protagonismo de una cultura asentada en la disgregación de los nexos sociales, en el protagonismo del presente en la vida de los ciudadanos y en el desarraigo y la cancelación. Cancelación o censura de quien opina diferente; desacreditación, desprestigio y señalamiento público de individuos o colectivos con otros idearios; muerte pública de quien discrepa y acoso y supresión de cualquier +pensamiento crítico con su guía de cabecera. Las redes sociales se han convertido en la principal herramienta inquisitorial de estas nuevas izquierdas líquidas y posmodernas que sólo buscan limitar la libertad de expresión y sin su existencia este fenómeno importado de EEUU se reduciría a la nada.
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Sin las redes sociales, este fenómeno importado de EE UU se reduciría a la nada
La patraña woke la abanderan los iluminados de la nueva verdad revelada que desde su superioridad moral y su falso sentimiento democrático coartan la libertad e impiden el libre intercambio de información, ideas y pensamiento. La responsabilidad de concienciar a la población sobre la discriminación social que padecen algunas personas ha generado esta doctrina incuestionable e intolerante que es a la par un puré ideológico que refuerza el neoliberalismo que lo tolera y fomenta (el activismo queer, las corrientes racializadas, etc. son las falanges del mismo) y un brebaje de creencias determinadas por ideas ambiguas y confusas muy acordes con los tiempos líquidos en los que vivimos.
La nueva religión woke, la que ha sustituido a Dios por los grupos supuestamente protegidos, la que es un totalitarismo de libro, aboga clara e hipócritamente por la discriminación positiva de las minorías, reprimiendo la capacidad y la libertad en nombre de la igualdad. Su fuerza radica en que somos parte de una civilización moribunda en la que poco a poco se han convertido en ruinas gran parte de los preceptos culturales y sociales que la sustentaban. Y, aun así, todavía nos ciega y embelesa.
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