Ocean Vuong, el niño sin lengua
Nació en Saigón, emigró a EE UU a los dos años y aprendió a leer a los once; ahora publica su primera novela tras haber ganado varios premios con la poesía
Mark Twain, Harriet Beecher Stowe y Wallace Stevens vivieron en Hartford, Connecticut; también Ocean Vuong, que de hecho se crio en esta ciudad a la ... que define como uno de esos Hartford -como 'Springfields', habrá unos cuantos- donde nieva mucho cada invierno y por lo tanto hace un frío que pela, cosa que a una familia de vietnamitas, ya de entrada, les supone un problemón. De Twain se conserva, en uno de los barrios buenos de Hartford, la casa o caserón que se contruyó con su esposa Olivia y en la que vivió la familia muchos años, tantos como las casi dos décadas durante las cuales el autor escribió sus libros más conocidos ('Las aventuras de Tom Sawyer', 'El príncipe y el mendigo', 'Las aventuras de Huckleberry Finn' y 'Un yanqui en la corte del Rey Arturo', entre otros).
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Los lugares en los que pasó su infancia Vuong, seguramente, no pasarán jamás a la historia y nadie querrá visitarlos: los apartamentos pequeños y fríos, las calles sucias y peligrosas de quien no tiene recursos, los tiroteos y restos de sangre bajo la nevada de los barrios depauperados. Súmese a eso ser un niño minúsculo, vietnamita, que está aprendiendo a expresarse en una lengua que no es la suya y en la que además tiene que hacer de traductor de su madre y de su abuela; en el cole le pegan y se ríen de él; en la calle no encuentra su sitio; está siempre como mirando hacia otro lado, hacia un más allá mejor. Descubre pronto que le gustan los chicos, y no las chicas. Tiene la historia rota, la familia rota, la lengua rota. Es un fragmento de algo, y no sabe muy bien de qué.
Fragmentos
'En la Tierra somos fugazmente grandiosos', su primera novela -publicada recientemente en España por la editorial Anagrama-, es la novelización de esa infancia y toda esa ruptura... así que no es extraño que lo haga a base de fragmentos, no queda otra posibilidad. Es difícil, además, encontrar palabras para contar la violencia en la que vivió: la de su padre contra su madre, la de su madre contra él, la de los compañeros de clase, la que había en todas las historias que le contaba su abuela sobre Vietnam y sobre el año que pasaron en un campo de refugiados en Filipinas. Y, de paso, ha de ser complicadísimo dar con el tono en el que uno se puede dirigir a su propia madre y contarle todo eso, hacer ese repaso para ella, que no otra cosa es la novela.
En esta carta plagada de recuerdos, hay también mucha poética, y tampoco es extraño. Ocean Vuong (Vinh Quoc cuando nació en Ciudad Ho Chi Minh, antes Saigón, en 1988, emigrado a Estados Unidos en 1990) era ya conocido por sus versos, recogidos en los libros 'Burnings', de 2010, 'No' y 'Cielo nocturno con heridas de fuego', publicado en español por Vaso Roto hace un par de años. Para el escritor, la poesía es el mejor camino para llegar a la novela. Para cuando unos poemas llegan a convertirse en libro y a publicarse, explica, cada autor lleva mucho tiempo peleando con las palabras y las imágenes y seguramente tenga muchísimo material que nunca saldrá a la luz. Es un ensayo-error continuo. «Tienes mucha más experiencia negociando con la fosilización de una idea», resume.
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Él podría haberse quedado fosilizado en Hartford, tierra de grandes autores en la que su madre y su abuela trabajaban en un salón de estética de las uñas mientras el niño, con el padre ya lejos, aprendía el idioma y se preguntaba por su pasado y se sentía fuera de lugar en cualquier contexto. En la escuela, donde había pocos como él, le llamaban, entre otras cositas graciosas, Jackie Chan y SARS. Pero afortunadamente en ese mismo sitio lleno de matoncetes racistas le enseñaron a leer y a escribir (a los once años) y en cuanto pudo se largó a Nueva York a la Universidad. Se licenció en Literatura Inglesa en el Brooklyn College y obtuvo un máster en poesía. Ahora trabaja como profesor del Programa para Escritores de la Universidad de Massachusetts en Amherst.
En la última década, la primera de su trayectoria literaria, su obra poética ha recibido premios como el Whiting Award y el T.S. Elliot. Su primera novela está siendo traducida a treinta lenguas; para alguien que se peleó tanto con las suyas que creyó que no tenía ninguna, es casi un milagro.
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