'La duquesa de Alba', 1795.
Artes plásticas

Tú a Madrid, yo a Basilea

begoña gómez moral

Viernes, 22 de octubre 2021, 21:46

Han acertado en la Kunsthaus de Zúrich al decidir contar con la 'Maja vestida' como uno de los focos de atención en la muestra en ... torno a Goya. Otros son la 'Duquesa de Alba' de 1795, el 'Vuelo de brujas' y varios autorretratos del pintor intercalados de acuerdo a la cronología que guía el recorrido. Si es cierto que, en ocasiones como esta, cuando se pone en marcha una exposición sobre el insigne aragonés fuera de España, los responsables de El Prado ofrecen la opción de escoger entre una y otra porque -como hacen todos los grandes museos del mundo con sus equivalente de obras maestras- una maja siempre permanece en Madrid para no defraudar a quienes tienen el buen criterio de incluir a Goya en su agenda, varios expertos coinciden en afirmar que la calidad de la vestida es mayor que la de la desnuda.

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Se asume que ambas son fruto de un encargo de Manuel Godoy, pero la vestida se pintó más tarde y fue la que dio sentido al conjunto, ya que la desnuda por sí sola no pasaba de ser un desnudo clásico -un desnudo magistral, eso sí, o una 'Venus', como la describían los primeros inventarios-, pero sin la dimensión extraordinaria que adquieren las dos pinturas en conjunto. En cuanto a erotismo, el vestido ceñido dota a la vestida de una sugestión que la desnuda no tiene.

Cuando se las llamó 'Majas' por primera vez fue en 1814, durante un inventario del Depósito de Secuestros, donde se hallaban incautadas tras la salida de Godoy de España. Precisamente la sensualidad que derrochan ocasionó que ese mismo año la Inquisición pidiese la retirada de ambos cuadros por 'obscenos' y que las majas permaneciesen ocultas hasta el inicio del siglo XX.

Todavía hasta hace unas décadas circulaba el infundio de que las majas podrían haber retratado a la duquesa de Alba y que esta podía haber sido incluso amante de Goya. Desterrada esa leyenda sin fundamento, surgió otra que apuntaba a Pepita Tudó como posible modelo. Al fin y al cabo, por la época en que se pintaron, ya era amante de Godoy y sería más tarde su segunda esposa. También esa teoría se ha descartado y por el momento se asume que el rostro de ambas majas es un compendio de rasgos atractivos. Se trata pues de un ideal, no de un retrato.

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A diferencia de la vestida, estilísticamente, la maja desnuda es todavía un ejemplo tardobarroco de Goya, anterior al cambio que se produce en su pintura hacia el final de la década de 1790. Esa apreciación conduce a adelantar al menos cuatro años la fecha probable de factura. Coincidiría así con los primeros tratos con Godoy. Varios dibujos de ese periodo podrían haber sido preparatorios para este encargo, que permitió a Goya hacer gala de una técnica soberbia para regalarnos, con su ambivalente mezcla de casticismo y universalidad, su interpretación de uno de los grandes temas de la pintura.

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