Caudaloso Juan Mayorga

No se espera que Juan Mayorga vaya a lo trillado. En el piso se aparecen dos tipos apellidados como reza el buzón. La presencia de los nominados -y otro sobre la marcha: Olmedo (Juan Vinuesa)- abre una peripecia con la tersura de texto y las licencias de algún Mayorga anterior ('La tortuga', la quimera toma cuerpo, o 'El Golem', la palabra es conjuro…) y sugiere una primera lectura: soledad e imaginación; y otra: un artificio con adherencias que recuerdan al primer Mihura en ritmos y en tipos, o al Lorca piadoso con los anhelos femeninos ('Doña Rosita') y audaz en lo formal ('El público', los títeres). Y caudalosos referentes, a la comedia italiana, el teatro de magia, el de maniquíes, la pantomima…

Encandila el arranque, pero la convención se diluye en pasajes arbitrarios donde personajes realistas derivan a irreales: Angelines se encarna en escena, Raúl duerme entre buzones, romántico reto y duelo ¡con puñales!, el pañuelo rojo anuncia a lo gitano el fin del empeño... El público se desentiende si el teatro es tan copioso.

Gran Lola Casamayor, y Marisol Rolandi, y el fiel elenco en un empeño embrollado. Ordena y brilla la luz de Gómez Cornejo.

Y Mayorga es Mayorga.