Kurt Rosenwinkel terrenal en el 47º Getxo Jazz
El guitarrista yanqui, considerado el más importante del jazz actual, dio un concierto de fácil asimilación, muy disfrutable, y beneficiado por la acústica, las luces y la banda de lujo
Sólo quedó una sesentena de entradas sin vender, o sea más del 90 % del aforo se ocupó, para ver el viernes en el Muxikebarri de Algorta al guitarrista modernista Kurt Rosenwinkel en la tercera de las cinco jornadas del 37º Festival Internacional de Jazz de Getxo. Era uno de los conciertos a priori más difíciles para el oído, de los que provocaba más incertidumbre, pero a la postre fue un éxito tanto por la asistencia como por el resultado artístico, no tan reiterativo como en otras visitas a Bilbao, no tan etéreo o espacial, y no tan eminentemente guitarrístico, pues dio mucha cancha al saxo tenor, Mark Turner, de importante carrera propia, e incluso Kurt se sentó al piano en dos de las 7 piezas que sonaron en 88 minutos.
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El concierto comenzó bien, aunque con la dificultad, introspección e investigación que se le supone al bueno de Kurt Rosenwinkel (Filadelfia, 53 años, desde hace mucho vecino de Berlín), el guitarrista más importante e influyente del jazz contemporáneo (entre el público vimos con cara de felicidad al maestro getxotarra de las seis cuerdas Raúl Sainz de Rozas). Fue bonita la introducción de 'Zhivago' y hasta por Brasil pareció transitar en 'Christmas song'.
A la tercera, 'Mr. Hope', se sentó al piano y la sesión se democratizó, y el bueno de Mark Turner se apartó y Kurt se quedó en plan trío tradicional con la soberbia base rítmica compuesta por el contrabajista Ben Street y el baterista Jeff Ballard, todos ellos músicos con los que grabó discos fundamentales a principios de los 2000.
Desde la tercera hasta el final fue un festín de jazz interactuado entre los cuatro músicos, con buena iluminación en el escenario y sonido excelente en la sala (así llevamos los tres primeros días), recuperando el bop, relajándose en pasajes a lo Pat Metheny, sentándose otra vez al piano en la pieza anterior al bis, 'The next step', y dando un bis con una composición nueva que se llama 'Two beeps' o algo así, que combinó lo astral con la sencillez terrenal, y que antes de ser interpretada tuvo a Rosenwinkel afinando con problemas (más de cuatro minutos se tiró) y contándonos que entre sus novedades tenía un disco en directo grabado el siglo pasado en un club muy pequeño de Nueva York con esta misma formación, llamada The Next Step ('Live At Small's 1996',) y un libro de 580 páginas con sus composiciones y un diseño muy artie.
Ah, también dijo en su parlamento de despedida que habíamos sido una 'amazing audience' (un público increíble) y agradeció a este 'fantastic festival' por traernos, o sea por traerlos.
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