João Caetano anchando las fronteras del fado
El percusionista y vocalista cerró el décimo ciclo Noites de Fado de la Sala BBK con una actuación moderna y seductora en la que no faltaron varias canciones en plan cantante romántico
Este jueves, con la entrada más escasa (190 almas en la Sala BBK), se cerró la oficialmente décima edición del ciclo Noites de Fado (en realidad es la undécima edición, pues en el año pandémico 2020 se celebró un concierto de los cinco anunciados). Los tres conciertos del cartel han sido muy buenos, aunque levemente descendentes y siguiendo con esta pauta: las vocalistas Carminho y Cristina Branco, descarada una y tímida otra, y el percusionista y vocalista João Caetano, un renovador del fado que dio un concierto modernista, con poco poso de la tradición fadista, y muy rico instrumentalmente.
Publicidad
João Caetano, que nació en Macao, no en China (Macao fue colonia lusa hasta 1999, cuando su soberanía se trasvasó a China), vive ahora en Londres, donde es percusionista del grupo de acid jazz Incógnito y además mantiene una carrera en solitario que busca renovar el fado y que de momento se plasma en dos discos: el larga duración 'Rhythm & fado' (2019) y el reciente EP 'Cada vez mais' (2024).
El alto, bigotudo y rapado João Caetano, que además por su indumentaria ancha parecía uno de los personajes malos de la mala película 'Dune 2' (precisó la profesional Ania: «Va vestido con ropa oversize. Y, mira, se ha quitado la cazadora por darle tanto a los tambores»), pilotó un concierto ascendente de 17 temas en 103 minutos en quinteto, con un pianista jazz que aportaba muchos matices y prospecciones y alardes, y un guitarrista portugués que contribuía con la tradición fadista.
Y un poco frío, comercial y hasta distante comenzó su concierto el bueno de João Caetano, pero no tardó en imponer todos sus valores: una voz magnífica que supo mostrar incluso sin microfonía y a capela, un dramatismo interpretativo que funcionó muy bien en los varios lentos dramáticos de canción melódica o romántica, y una capacidad para cantar y tocar la percusión que logró que nos olvidáramos de que baqueteaba los tambores ahí en el centro del tablado.
La Sala BBK sonó muy bien, la escena abundó en la oscuridad de la que gusta el fado, los músicos subalternos sentados en semicírculo se asemejaban a la banda típica del fado (aunque la guitarra portuguesa tocada por un tipo con gorra de visera blanca se alejara de la imagen tópica), y el espíritu al cantar de Caetano abundó en el dramatismo fadista (sirva como ejemplo 'Maluda', un tema en gradación inspirado en una pintora portuguesa).
Publicidad
Empero su afán modernizante, que le llevó a no perder en sentido al versionar el 'Corcovado' de Jobim, Caetano supo ser cálido (aunque al principio pareció frío, artificial y distante por divo; esto acaeció en los dos primeros temas, con ecos étnicos impostados a lo Peter Gabriel y pop funk brasileiro, pero quizá el protagonista aún estaba nervioso), no tardó en conectar con el respetable («es difícil tocar ante gente que no conoce nuestra música, gracias por venir a vernos con el corazón abierto», agradeció el macaense antes de la octava canción), en apurar la riqueza musical de su banda («hay influencias del jazz y de otros ritmos del mundo, pero nuestra matriz es el fado y la música portuguesa, porque esa es mi identidad», etiquetó Caetano antes de la cuarta composición), ni en alcanzar un nivel alto con hitos brillantes entre la canción romántica ('Estrela da manha') y la solemnidad contemplativa ('Eterno farol', sobre el faro que le fascinaba cuando de niño vivía en Macao), o desde el pop magno ('Baijo do vampiro') hasta lo visual y felliniano ('A tua ausência', perteneciente a su reciente EP 'Cada vez mais', el cual destacó al presentarlo) y el orgullo ante la renovación del género melancólico ('Chegou a maré', según él la primera canción suya en la que percibía que ofrecía algo novedoso).
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión