«En mis edificios hay tres tipos de luz, la directa, la indirecta y la mágica»
El reputado profesional italiano Massimiliano Fuksas imparte su magisterio en la Bienal de Arquitectura Mugak
El arquitecto Massimiliano Fuksas (Roma,1944) no ejerce de italiano porque el concepto de identidad nacional le da alergia. No tiene necesidad de llevar ninguna ... pancarta ni vocear su orgullo patrio. Su padre era lituano y su madre, mitad francesa y mitad austriaca. «Ante todo me considero un hombre de mundo. ¿Cómo no voy a serlo si nací en Roma? Es una ciudad que te hace humanista mientras paseas por sus calles. En ningún otro lugar se recorta mejor el cielo... Las plazas, los pórticos y las iglesias crean marcos visuales que recortan porciones del firmamento. Y la luz, siempre la luz. La luz natural es una de las certezas de la arquitectura», proclama con los ojos muy abiertos, al término de su charla en la sala Bastida de Azkuna Zentroa, antes de posar ante la fotógrafa, muy atento a sus indicaciones para conseguir el ángulo perfecto.
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Su paso por Bilbao ha sido fugaz pero suficiente para cautivar al público. Es una de las estrellas más rutilantes de la Bienal Internacional de Arquitectura de Euskadi Mugak/2025 que se celebra hasta el 14 de noviembre en las tres capitales vascas bajo el lema de 'Castillos en el aire, o cómo construir la utopía hoy'. Acompañado por Ramón Prat, fundador de la editorial Actar, ha promocionado su último libro 'No Time. No Space', un volumen en inglés de 536 páginas que desentraña las claves del arte de Fuksas. «Empiezo a trabajar sin preocuparme de las dimensiones ni del espacio. ¿Para qué ponerse límites? El día que usted venga a mi estudio ya le enseñaré mis dibujos. Verá que en el fondo mantengo muy vivo mi espíritu de pintor. De niño era mi sueño y hay cosas que no se pierden».
Amigo en su juventud de figuras de la talla de Pier Paolo Pasolini y Giorgio de Chirico, su pasión por el arte nació mucho antes de matricularse en la Facultad de Arquitectura de la Universidad La Sapienza de Roma. Fue un alumno brillante y profesional precoz: antes de licenciarse, ya trabajaba en firmas tan prestigiosas como Archigram en Londres y Henning Larsen y Jørn Utzon en Copenhague. En 1967, a los 23 años, fundó su primer estudio en la capital italiana, Granma, en colaboración con su primera mujer, la pintora Anna Maria Sacconi, con quien formó un tándem muy exitoso hasta 1988.
«En aquella primera época tuvo mucha repercusión el gimnasio municipal de Paliano, una localidad en el centro de Italia. Es una construcción con una fachada separada e inclinada y un sistema de equilibrios aparentemente inestables. En Italia no gustó nada pero sí en Europa. ¡Aquello era pura vanguardia! Éramos rompedores sin pretenderlo». La reseña de aquella obra en la revista francesa 'L'Architecture d'aujourd'hui' lo catapultó a la fama internacional y desde entonces no ha dejado de crecer como artista y empresa. Desde 1985 trabaja en asociación con su esposa, Doriana Mandrelli Fuksas, y cuenta con oficinas en Roma, París, Shenzhen y Shanghai. Tiene un equipo de 170 profesionales, más de 600 proyectos repartidos por el mundo «y lo mejor está por llegar».
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«Me gusta el paisaje de Bilbao»
Tiene una curiosidad infatigable pero selectiva. Pese a que conoce muy bien la capital vizcaína, no se decanta por ninguno de los diseños de sus más ilustres colegas. Al pedirle una valoración sobre la estampa urbana de Bilbao, no cita ni el Guggenheim de Frank Gehry, ni el metro de Norman Foster, ni la Torre Iberdrola de César Pelli, ni el complejo de Isozaki, ni el propio Azkuna Zentroa que tiene la impronta de Philippe Starck. «Lo que más me gusta de la ciudad es el paisaje, las colinas, el mar... Eso es lo más importante. Quiero creer que se ha construido en función de ese entorno, que es la base de todo. Hay edificios magníficos que todos conocemos, pero lo primero es lo primero».
Desde ese primer deslumbramiento, que le atravesó como un rayo en sus correrías por Roma, cuando jugaba con el color y los pinceles, nunca ha dejado de mirar más allá de las fachadas y las cornisas. «La bóveda del cielo, fuente primaria de toda iluminación, es un elemento activo en la configuración del espacio urbano. En mi obra, por ejemplo, se distinguen tres tipos de luz: la directa, la indirecta y la mágica que nadie sabe de dónde procede y es la transmite emoción». La pintura metafísica de Giorgio de Chirico, en cuyo taller trabajó a los 16 años, marcó a fuego la sensibilidad de Fuksas y su relación con el espacio y la arquitectura.
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– Uno de sus encargos más ambiciosos es la megaciudad futurista The Line, al noroeste de Arabia Saudí.
– Sí, sí. Recorre la costa del Mar Rojo a lo largo de 170 kilómetros y abarca 34 kilómetros cuadrados. Se construyen edificios paralelos de 500 metros de altura y 200 metros de ancho. Los servicios, residencias y espacios de trabajo son accesibles en tan solo cinco minutos a pie.
– ¿No le ha quitado el sueño el desalojo forzoso de la tribu que vivía allí y la explotación de los trabajadores? Hay informes al respecto de las organizaciones de derechos humanos y la ONU.
– No me consta. Lo único que puedo decir es que se ha sacado adelante algo muy valioso.
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Un creador siempre a la vanguardia
En 1989, Fuksas constituyó Studio Fuksas con su segunda esposa Doriana O. Mandrelli, trasladando su sede principal a París. Este cambio marcó una evolución hacia un enfoque más escultural. Entre sus creaciones más singulares se encuentran las Torres Gemelas de Viena, en el distrito Wienerberg, dispuestas oblicuamente en un ángulo de 59 grados. Son dispares, tienen 37 y 34 plantas, albergan 2.500 oficinas y están envueltas en enormes paredes de vidrio transparente. La Terminal 3 del aeropuerto de Shenzhen Bao'an, al sur de China, también le supuso un desafío porque se diseñó para atender hasta 45 millones de pasajeros al año. La estructura es un túnel de kilómetro y medio que parece modelado por el viento. Los paneles de metal y vidrio en forma de alvéolos permiten la entrada de la luz natural.
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