El desafío de conservar una obra con girasoles, plomo, ceniza y espárragos

«Un artista necesita libertad creativa, lo que incluye el uso de materiales, aunque traiga problemas a los conservadores. Hay pinturas con un secado complicado, con mayor o menor capacidad de oxidación, con elementos que aglutinan mejor o peor y que pierden elasticidad de una manera diferente», enumera Ainhoa Sanz, responsable del departamento de Conservación del Guggenheim.

El cuadro de Kiefer resume «todo lo que puede confluir en una obra. Tiene sales y corrosión, que también son parte de la obra, la capa pictórica es gruesa y contiene arena, y sobre ella están los espárragos».

Representa una tierra de cultivo, sobre la que posa un gran avión de plomo, con la forma de un avión de papel. Hace referencia al papel del paisaje en la historia de la pintura alemana y a la apropiación de la tradición romántica por parte del nazismo.

«Los cuidados en la manipulación y el transporte tienen que ser extremos. Hay un plan de conservación específico y hacemos un seguimiento continuo y un chequeo preciso de las zonas que más nos preocupan. Desde luego, no es una escultura de acero corten, que la puedes exponer en el exterior», incide.

Pero también tiene sus aspectos positivos. «Podemos consultar nuestras preocupaciones con el artista. Cuando vino en 2007 para su retrospectiva, estaba asombrado del buen estado de la obra».