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«Demostrar el papel clave del comportamiento social en la evolución de los animales y su importancia para la conservación de especies» les ha valido el galardón

El XV Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación lo comparten Susan Alberts, Jeanne Altmann y Marlene Zuk «por su destacada contribución a la ecología conductual y evolutiva de los animales. El comportamiento es un medio primordial del que se valen los individuos para adaptarse a condiciones en constante cambio, entre ellas las modificaciones en su entorno social. Las tres científicas han ampliado el conocimiento sobre la importancia evolutiva y funcional del comportamiento como motor de la supervivencia, la reproducción y la adaptación de los animales«, señala el acta del jurado, que concluye que el trabajo de Alberts, Altmann y Zuk «enriquece nuestra comprensión de la necesidad de incorporar las interacciones sociales a los planes de conservación de especies animales».
Altmann, catedrática emérita de Ecología y Biología Evolutiva en la Universidad de Princeton, y Alberts, catedrática de Biología y Antropología Evolutiva en la Universidad de Duke, se han centrado en el estudio del comportamiento social de los babuinos, mientras que Zuk, catedrática de Ecología, Evolución y Comportamiento en la Universidad de Minnesota, ha explorado cómo las interacciones entre machos y hembras o entre los parásitos y sus hospedadores explican la elección de parejas, desvelando el papel de selección sexual en la diversificación de especies.
«Las investigaciones de las tres científicas galardonadas permiten obtener una radiografía de cuál es la situación sanitaria y fisiológica de los diferentes individuos de una especie que puede estar en peligro de extinción«, explica Pedro Jordano, profesor de investigación del CSIC en la Estación Biológica de Doñana y secretario del jurado. Esta información, añade, es fundamental para «optimizar el proceso de selección de diferentes individuos y garantizar así el éxito de reintroducciones o planes de cría en cautividad».
En 1963, Jeanne Altmann viajó al Parque Nacional de Amboseli (Kenia), para estudiar a los babuinos que habitaban en esta reserva natural. En 1971, regresó para fundar un innovador proyecto de investigación que durante más de cinco décadas ha realizado un seguimiento de unos 2.000 individuos durante varias generaciones. El proyecto, que sigue vigente, pronto se convirtió en referente internacional para el estudio de estos primates, y a él se sumó Susan Alberts nada más terminar la carrera en 1983. Fue el comienzo de cuatro décadas de colaboración muy estrecha entre ambas científicas, que fueron pioneras en el estudio del comportamiento social de los babuinos.
A través de sus observaciones entendieron, por ejemplo, que, aunque los babuinos se aparean con varias parejas, los machos son capaces de identificar a sus crías y les proporcionan «auténtico cuidado paternal». Altmann sospechaba que este fenómeno existía, pero pudo comprobarlo gracias al análisis genético de muestras fecales que llevó a cabo con Alberts. «Todos estos compuestos nos permiten descubrir lo que pasa a nivel fisiológico en los animales, como sus niveles de estrés», explica Alberts. Tanto ella como Altmann investigaron también el papel de las hembras en las sociedades animales y demostraron que tienen una función tan importante como los machos a la hora de determinar los procesos sociales y que pueden pasar de aliadas a competidoras y viceversa en escalas de tiempo muy cortas, lo que determina el entorno característico de cualquier sociedad compleja.
Las investigaciones de Marlene Zuk han sido clave para entender la relevancia que tienen los parásitos en el comportamiento social de los animales. Su enfoque desde el estudio de los insectos ha permitido entender «la universalidad de las fuerzas de la evolución en unos animales tan distintos de los humanos», explica la científica. «No sólo interactúan entre sí o con miembros del sexo opuesto, sino que también se ven afectados por parásitos y patógenos que cambian los rasgos que las hembras podrían encontrar más atractivos en una pareja», destaca.
«Las investigaciones permiten obtener una radiografía de cuál es la situación sanitaria y fisiológica de los diferentes individuos de una especie que puede estar en peligro de extinción»
Zuk asistió en directo a la rápida respuesta evolutiva del comportamiento de una especie de grillos ante la presión de un parásito. En general, los grillos macho cantan para atraer a las hembras, de modo que la selección natural favorece a los que cantan más y mejor. Sin embargo, ese canto llama la atención de una mosca parasitaria, que deposita sus larvas en los grillos, y las larvas se alimentan de los insectos desde dentro, comiéndoselos vivos. Ante este «conflicto de presiones entre la selección sexual (obtención de pareja) y la selección natural (supervivencia)», Zuk observó que, en unas pocas generaciones, se expandió una mutación en los grillos que los torna silenciosos. Así, las moscas los detectan menos pero como contrapartida son menos eficaces a la hora de atraer al sexo opuesto. «Esto pone de manifiesto que la evolución nunca para«, afirma la ecóloga.
Otro de sus hallazgos más importantes fue una demostración del papel determinante que desempeña el conflicto entre parásitos y hospedadores en la evolución por selección sexual. El desarrollo evolutivo favorece que las hembras elijan machos resistentes a las enfermedades. La científica se dio cuenta de que los ornamentos que caracterizan a los machos de muchas especies, como las colas de los pavos reales, son indicadores de su fortaleza ante los parásitos. Y concluyó así que una hembra que se decanta por un macho con ornamentos muy elaborados está eligiendo a una pareja sexual más resistente a las infecciones de estos patógenos.
De manera más general, las tres galardonadas han mostrado a través de su investigación la importancia de la interacción social en la salud, que a su vez media en la evolución de las especies. Alberts y Altmann dedujeron, a través de sus investigaciones con babuinos, que «el entorno social es igual de importante que el físico a la hora de determinar la salud y la supervivencia, tanto para los primates como para otras criaturas altamente sociales. Esto significa que los animales resuelven problemas en su entorno a través del comportamiento social, y las diferentes maneras en las que lo logran reflejan las múltiples soluciones que han encontrado durante milenios de evolución».
Las contribuciones científicas de Altmann, Alberts y Zuk se han convertido en herramientas clave para las estrategias de conservación de especies amenazadas. «Los sistemas de apareamiento y las interacciones sexuales tienen implicaciones muy importantes para la conservación, porque condicionan la viabilidad de una población», explica Francisco García González, investigador de la Estación Biológica de Doñana que ha colaborado y cofirmado estudios con Zuk.
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