Desde las peluqueras de toda la vida Lucía y Maribel hasta el tatuador Xabi, así son «las gentes» de San Francisco

Dicen que los gatos tienen siete vidas por su capacidad de supervivencia y de sobreponerse a los golpes. Una cualidad que comparten con Bego Elexpe, una fotógrafa erandiotarra y amante de los felinos que también ha logrado salir fortalecida de situaciones difíciles. Tras superar una enfermedad, comprendió que había llegado el momento de «ser feliz de verdad». Dejó un trabajo fijo en una empresa de decoración y su vida en Astrabudua para montar un estudio de fotografía en San Francisco. «Me di cuenta de que en la vida nunca sabes lo que te puede pasar, así que decidí luchar por lo que realmente me gustaba», cuenta.

En un principio, solo iba a San Francisco por trabajo, pero el barrio le acabó «atrapando», hasta el punto de que se trasladó a vivir allí. «Siempre me ha gustado, porque es un lugar donde se concentra una gran diversidad cultural. Hoy reúne a creadores, artesanos o emprendedores que han abierto aquí talleres de arquitectura, pintura, escultura, moda...», cuenta con orgullo. Eso sí, cada vez que algún cliente visitaba su estudio para ponerse delante de su objetivo, se entristecía al escuchar comentarios negativos sobre un barrio que lleva décadas arrastrando el triste título de ser el más degradado de Bilbao. «Me preguntaban si tenían que ir en taxi hasta la puerta, si les había dado bien la dirección o si no me daba miedo trabajar aquí», lamenta.

Para mostrar al mundo el San Francisco que le acogió, durante el confinamiento contactó con los comerciantes de su barrio con la intención de retratarles cuando pudiesen volver a sus negocios. «Más que mostrar sus tiendas, bares o talleres, me apetecía fotografiarles a ellos, que son el alma y la esencia de sus comercios, para que los demás vean que somos gente normal. Noto que muchas personas se han quedado con el San Francisco de hace muchos años. Y reconozco que yo era la primera que bajaba el pestillo del coche cuando pasaba por aquí, pero el barrio ha cambiado mucho, yo ahora paseo tranquilamente», asegura.

Tras la cuarentena, se plantó con su cámara en estos comercios para retratar a los comerciantes, que dan vida y alegría a la parte antigua de Bilbao, convertida hoy en la zona más mestiza y bohemia, en la favorita de muchos jóvenes. «Han sido ocho meses de trabajo, muy complicado, porque a veces tenía que presentarme allí cuando abrían o cerraban sus negocios y, al mismo tiempo, atender mi estudio de fotografía», recuerda. El resultado de su esfuerzo y talento innato son 40 retratos con los que pretende dar a conocer a «las gentes» de su barrio: desde a las peluqueras de toda la vida Lucía y Maribel hasta al tatuador Xabi o al joyero Fernando.

Un homenaje en forma de imágenes que componen la exposición 'Retratos de un barrio' y se pueden contemplar hasta el 18 de diciembre en la sala de exposiciones de Bilbao Historiko, en el número 32 de la calle San Francisco. Después, se colgarán en las paredes de los bares y restaurantes de Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala, donde permanecerán hasta finales de este año. Y en 2021 irán a parar a distintas salas de exposiciones bilbaínas.

Con la fotografía como estilo de vida, Bego se tira «muchas horas» en su estudio , en el número 6 de la calle San Francisco, donde realiza retratos atrevidos, cañeros y diferentes que huyen de los convencionalismos. Dice que su público es fundamentalmente «rockero», pero las mujeres son su debilidad, porque siente que con su objetivo consigue darles ese chute de autoestima que merecen. «Para muchas es muy terapéutico, porque a veces somos tan tontas, que hace falta que nos enseñen lo bonitas que somos para que nos lo creamos», reconoce. Además, se encarga de maquillarlas y ayudarlas con el estilismo para que se sientan únicas y especiales durante la sesión. Lo mismo consigue unas cintas de boxeo para un cliente al que le apetecía disfrazarse, que propone a una chica posar dentro de una bañera llena de leche o fotografía a niños con tattoos de 'quita y pon'. De hecho, «que los tatus sean más grandes que tus miedos» no es solo la frase de su estado de WhatsApp, también es su máxima en la vida.

A sus 42 años, esta mujer valiente y resiliente disfruta de haber conseguido aquello que se propuso tras superar su enfermedad: «ser feliz de verdad». Y en Bilbao La Vieja, donde vive con su actual pareja y su gata Nala, que llegó a su vida el pasado 19 de septiembre, el día de su cumpleaños, una coincidencia que ella interpretó como una señal del destino. Nala es la primera que se sienta a su lado para dar 'el visto bueno' a las fotografías que edita en su ordenador. Tal y como hacia Simba, su «compañero y amigo fiel» durante 16 años. «Era un gato muy especial, siempre estuvo muy pegado a mí en los peores momentos de mi enfermedad», recuerda. Y parece ser que Nala y Simba, allí donde esté, recomiendan ver estas 40 fotografías que Bego ha hecho con tanto amor para que todos pongan cara a los comerciantes del barrio que le acogió. ¡Pasen y vean!