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Naia, Iñigo y una boda con mucho estilo en Bizkaia. Maria Izkue
Bodas en Bizkaia

La sencillez impecable de Naia, la novia con capa que se casó en Mundaka

Esta lemoarra de 27 años contrajo matrimonio con Iñigo Robador, su novio desde hace más de cinco años, en la Iglesia de Santa María de esta localidad con un diseño del maestro Javier Barroeta

Jueves, 26 de agosto 2021, 00:28

A Naia Altube e Iñigo Robador, cinco años y medio de noviazgo les sirvieron para saber que querían estar juntos toda la vida. Su historia de amor no sintetiza la figura retórica del romance: se conocieron a principios de 2016 en una noche de fiesta en el Memorial, una de las discotecas más emblemáticas de Bilbao, y comenzaron su relación amorosa a distancia. «En dos meses, tenía pensado irme medio año a Inglaterra para trabajar como Au Pair», cuenta esta lemoarra de 27 años. Pero los kilómetros no fueron un impedimento para que triunfara el amor. «Unas veces iba yo, otras venía él», recuerda. Y cuando la estancia de Naia en el extranjero tocó a su fin, su romance continuó en nuestro territorio. El 22 de agosto de hace dos años la pareja se prometió. Iñigo, un bilbaíno de 36 años, le pedía matrimonio a Naia en una solitaria cala de la Costa Blanca. La boda tuvo lugar el pasado 26 de junio en la Iglesia de Santa María de Mundaka. «Elegimos este sitio por la fuerte vinculación que tiene Iñigo con el mar y el surf», explica Naia.

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Maria Izkue

Comenzaron a planificar el enlace antes de que la pandemia se estableciera en nuestras vidas. Cuando el covid llegó, provocó una reducción del número de invitados. «Nunca soñamos con una gran boda, pero tampoco con una tan pequeña. No queríamos que las restricciones cambiaran y tener que reducir la lista aún más, así que nos casamos con 29 invitados. Vinieron nuestros familiares más cercanos y unas pocas personas que representaban a cada uno de nuestros grupos de amigos», indica. La pareja puso todo sus esfuerzos para que todo fuera perfecto en su gran día. De hecho, Naia e Iñigo se emplearon a fondo para darle a la celebración su toque personal. «Hicimos a mano muchos detalles, como el cartel de bienvenida, el 'sitting' de las mesas...», cuentan. En este punto, hubo un tercer implicado: el padre de Naia, que no dudó en ayudarles a recoger maderas del campo para la decoración.

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Para el día de su boda, Naia optó por un diseño del maestro Javier Barroeta. Un vestido entallado 'midi' con amplio escote en pico en la espalda elaborado en Chanel de algodón y seda. Su propuesta nupcial incluye una capa asimétrica en organza rematada con cuello y una larga lazada en la parte trasera. Un accesorio del que Naia se desprendió en el convite para crear el deseado efecto sorpresa. El proceso del vestido se prolongó de enero a una semana previa al enlace. «Llevé al atelier un montón de fotos de cómo lo quería: de la cola, del cuello... y Barroeta lo mezcló todo para hacer un vestido nuevo. Lo dibujó y cuándo lo vi me pareció precioso. Le dije que era justo lo que quería, no tuve ninguna duda», cuenta. Eso sí, durante las seis pruebas que concretaron, Naia fue añadiendo y cambiando nuevos detalles al vestido. «Cada vez que me lo ponía se me ocurría una idea nueva. Lo terminamos al límite», asegura entre risas.

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«Instagram hace maravillas»

Completó su look nupcial con unos pendientes formados por pequeñas perlitas que adquirió por las redes sociales en la tienda online Rosalía Fashion. «Instagram hace maravillas. Me gusta mucho convertir algo asequible en elegante, me parece un puntazo», admite. Un accesorio que cambió por un modelo más grande de la firma Uterqüe para el convite. «En un principio, este último par de pendientes fue mi primera opción, pero cuando le añadí al vestido un cuello victoriano, me pareció que quedaba todo muy recargado. No lo devolví y decidí usarlo en la fiesta de la boda, cuando me quitara la capa», indica. Naia se calzó unas sandalias doradas que adquirió en la zapatería Casas, situada en la calle Rodríguez Arias, y se dirigió al altar con un ramo de flores del vivero de Murueta. «Es algo que tenía claro desde el primer momento: quería claveles multicolor en tonos vino y amarillo. Al ramo le añadí un colgante de mi abuela para que estuviera conmigo en un día tan especial».

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Llegó el gran día, y la novia amaneció relajada. «Al menos mucho más de lo que me imaginaba», puntualiza entre risas. Naia se preparó en la casa de sus padres. Se puso en manos de la estilista Esti Souto, que le recogió su melena castaña en un moño bajo, y maquilló su rostro. La profesional eligió para la joven un look 'beauty' muy natural: con labios en color rojo y ojos discretos.

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Su hermano y su padre fueron los encargados de llevarla a la Iglesia de Santa María. Fue uno de los momentos más especiales para ella: «Mi hermano puso música que yo escuchaba cuando tenía 16 años. Fue muy divertido, llegamos cantando como locos». La boda tuvo lugar a las 12.30 horas, y otro de los instantes favoritos de la novia sucedió al salir de la iglesia. Decenas de vecinos del municipio se acercaron para ver a los recién casados. «Hasta los niños dejaron de jugar para ver qué pasaba allí. Fue muy guay porque en Mundaka es una tradición», asegura.

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El convite tuvo lugar en el Baserri Maitea, un restaurante rodeado de naturaleza en el municipio vizcaíno de Forua. El aperitivo, que estuvo amenizado por un saxofonista, se alargó hasta media tarde: «Cuando nos dimos cuenta de que no habíamos comido eran más de las cinco de la tarde. Nos lo estábamos pasando tan bien...». En la jornada hubo hueco para sorprender a los invitados con unos regalos muy especiales: unos dibujos exclusivos de la mano de Idoia Jauregi, una buena amiga de la madre de Naia. Y así los protagonistas de esta historia de amor vivieron un día de ensueño acompañados por sus amigos y familiares más cercanos. «A pesar de que ha sido una boda con muy poquita gente por la situación que estamos viviendo, no nos arrepentimos de no haberla pospuesto. Que haya sido una celebración pequeña la ha hecho muy especial. Hemos podido disfrutar de cada uno de los invitados, dedicarles tiempo y pasarlo en grande», aseguran.

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