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Una interiorista de Bizkaia diseña el lujoso chalet de un futbolista en Ibiza
Natalia Zubizarreta ha sido la encargada de llevar a cabo la espectacular vivienda del jugador Fabio Borini y la modelo Erin O´Neill
Ibiza es un racimo de casas de color blanco que salpican su orografía. Desde el aire, antes de tomar tierra, parecen seguir ancladas en el tiempo, en esa época en la que «ses cases», como decían los locales, aún conservaban su espíritu payés, simple, pero tremendamente funcional. Hoy en día, la arquitectura tradicional pitiusa se ha visto obligada a convivir con imponentes chalets y viviendas de lujo que se esconden en los recovecos de sus bosques, montañas y calas. Es el caso de la casa que el futbolista Fabio Borini y la modelo Erin O´Neill compraron como residencia de verano. Un sueño a los pies del Mediterráneo que confiaron a la interiorista vizcaína Natalia Zubizarreta.
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Él tiene 30 años, ha jugado en la selección italiana de fútbol y ha estado en equipos como el Liverpool y el Chelsea; ella, es una modelo profesional de origen británico. Juntos supieron al instante que esa era la vivienda que habían estado buscando para disfrutar de sus vacaciones en pareja junto a Narla, su inseparable bulldog francés. Se enamoraron de esta edificación cuando aún no se había acabado de construir, pero vieron en sus tres plantas, sus dos terrazas y su enorme piscina el lugar idóneo donde «ejercer de anfitriones y llenarla de amigos y familiares».
Está situada en una cala de atardeceres inmejorables a menos de cien metros de la playa y rodeada de un jardín de 500 metros cuadrados. Un chalet que presume de tener en cada uno de sus vértices las mejores vistas de las dos 'Ibizas': la del mar abierto, por un lado, y la del interior montañoso por el otro. Aunque la construcción se define por una superposición de volúmenes blancos que evocan la arquitectura secular de la isla, esta joven pareja quería diferenciarse del tradicional estilo ibicenco que aún impera en muchas viviendas para conseguir «un ambiente apto para todo tipo de públicos». Esta tarea recayó en la interiorista Natalia Zubizarreta, que supo hacer realidad sus deseos adaptando el proyecto a sus necesidades. Buscó en todo momento que la vivienda transmitiera paz y fuera tan acogedora «que todo el que entrara en ella no quisiera marcharse de nuevo», explica.
Distribución funcional
La interiorista vizcaína eligió cada detalle de la casa, desde las carpinterías y materiales de la construcción, hasta la ropa de cama y los pequeños detalles decorativos que dan vida al hogar. También diseñó a medida el mobiliario de cada una de las estancias, algo reseñable, ya que cuenta con 6 dormitorios, 7 cuartos de baño y un amplio espacio en el que converge el hall, la cocina, un salón-comedor y la zona de estar.
Como decimos, la planta baja es un espacio abierto, sin divisiones, donde se encuentran las zonas comunes. Está rodeado de amplias puertas correderas acristaladas que consiguen fusionar el interior con el ambiente exterior, favoreciendo además la interacción entre sus habitantes, ya que tiene salida directa al porche y a la piscina. Esta fachada principal también está dotada de barbacoa, barra de bar y zona 'chill-out' para uso y disfrute de inquilinos e invitados.
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La distribución gira en torno a la escalera, fabricada en hormigón visto y tarima de roble natural. Es un elemento que conecta el bajo con las tres plantas superiores siguiendo una estela de retroiluminación LED. En una combinación de diseño, funcionalidad y cierto punto escultórico, Zubizarreta ha ideado una celosía vertical en hierro esmaltado en blanco que hace las veces de barandilla. Una fórmula original capaz de diferenciar los ambientes sin obstaculizar la visión ni la entrada de luz natural. Los dos siguientes pisos están reservados a las zonas privadas: una primera planta con 5 habitaciones para invitados y una segunda altura donde se encuentra el dormitorio principal en suite, con baño y vestidor.
La vivienda en sí tiene 500 metros cuadrados útiles y 160 metros cuadrados de terrazas, que consiguen crear continuidad gracias al hilo conductor de la tarima y los tonos neutros. Una gama que oscila entre los blancos y piedras, hasta los grises y negros. Y es que otra de las premisas impuestas por la pareja era la ausencia de colores estridentes y excesos decorativos. Es por eso que la propia estructura de casa se muestra al desnudo, dejando a la vista pilares de hierro, vigas y techos de microcemento, combinados con revestimientos en madera o porcelánicos.
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La casa, que tiene aire acondicionado y calefacción radiante, está totalmente domotizada y se ha incluido un completo equipo de sonido, ya que era una de las prioridades técnicas de Fabio. Además, dispone de otras zonas como jacuzzi, gimnasio, lavandería, garaje y una gran terraza cubierta en la tercera planta que culmina la vivienda ofreciendo unas vistas impresionantes del privilegiado entorno natural de Ibiza. Visto esto, no es de extrañar «que todo el que entre no quiera marcharse de nuevo».
Puedes ver todas las imágenes de esta vivienda en nuestra galería de imágenes.
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