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Los restos embalsamados de Lenin.

A Lenin le toca baño

El mausoleo de la Plaza Roja estará cerrado durante dos meses, para someter la momia a sus cuidados periódicos y ponerle un traje nuevo

Carlos Benito

Martes, 24 de febrero 2015, 20:11

Cuando Lenin murió, el poeta Mayakovsky escribió aquello de que en realidad era "el más vivo entre los vivos", un elogio que también tenía algo de condena. Tan vivo estaba el difunto revolucionario, que los dirigentes de la URSS decidieron ponerle a trabajar para ellos: el bueno de Vladimir Ilich acabó embalsamado, expuesto a la devoción de las masas, reducido a la incómoda condición de símbolo momificado. Y ahí sigue noventa y un años después, como una reliquia laica que ha sobrevivido al comunismo, aunque en este preciso momento no se le pueda visitar: Lenin acaba de iniciar las "vacaciones" de dos meses que disfruta cada año y medio, un paréntesis necesario para someterle a un baño de sustancias reparadoras y comprobar el estado de sus tejidos.

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Nadie discute que al líder bolchevique le habría horrorizado todo esto. Por un lado, detestaba el culto a la personalidad: "Es una vergüenza, escriben sobre mí y lo exageran todo, me llaman genio, una especie de hombre extraordinario (...). ¡Hemos pasado la vida entera luchando contra la exaltación de lo individual!", se asqueó una vez ante la veneración de que era objeto. Por otro lado, el hombre ya había trazado sus modestos planes para después de muerto: quería ser enterrado en un lugar tranquilo de San Petersburgo, junto a su amada madre. Pero a Stalin, por supuesto, todo eso le parecieron minucias frente a su brillante ocurrencia de preservar al fallecido. Su Comité para la Inmortalización se planteó primero congelarlo, pero el aparato encargado a Alemania iba a tardar demasiado, así que los científicos soviéticos improvisaron un embalsamamiento que superó todas las expectativas. Según algunos testigos de sus últimos días, lo dejaron muchísimo mejor que antes de morirse.

Lenin se convirtió en pionero de una tendencia que pronto se extendería a otros regímenes socialistas y populistas: la de perpetuar físicamente a sus líderes y exhibirlos en vitrinas, como si desde allí continuasen pastoreando a su pueblo. Los embalsamadores del equipo soviético, unos artistas en lo suyo, empezaron a trabajar por cuenta ajena y fueron llenando el mundo de severas momias: ellos se ocuparon del búlgaro Georgi Dimitrov, del checoslovaco Klement Gott wald, del angoleño Agostinho Neto, del coreano Kim Il-Sung, del mongol Khorloogiin Choibalsan y del guyanés Forbes Burnham. A Mao Zedong, en cambio, lo preservaron los propios chinos en un proceso bastante chapucero: tanto, que muchos sospechan que lo que se exhibe en Tiananmen es en realidad una figura de cera.

"¡Levántate y anda!"

Aunque la rutina laboral de una momia suele ser bastante tranquila, Lenin incluso ha salido de viaje. Ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, cuando protegieron sus restos trasladándolos a Siberia a bordo de un tren especial, con el nombre en clave de "Objeto nº 1". Allí permanecieron cuatro años, custodiados siempre por los responsables de su conservación. Vladimir Ilich también ha disfrutado de compañía ilustre, porque la momia de Stalin compartió durante ocho años su mausoleo, hasta que el bigotudo georgiano fue relegado a una tumba junto al Krem lin. Y, a lo largo de todo este tiempo, al cadáver de Lenin le han ocurrido un montón de cosas: en 1934 intentaron dispararle, en 1959 le arrojaron un martillo y en 1963 y 1973 trataron de volar el recinto que lo alberga. El mes pasado, sin ir más lejos, dos artistas de vanguardia rociaron el mausoleo con agua bendita mientras gritaban "¡levántate y anda!", en una "performance" bautizada como 'El exorcista'.

También se les puede visitar....

  • Mao Zedong. El líder chino quería que lo incinerasen, pero continúa expuesto en el mausoleo que se levantó en su honor en la plaza de Tiananmen. Se calcula que en su construcción participaron 700.000 personas.

  • Ho Chi Minh. El político y poeta vietnamita también era partidario de la cremación "Es más higiénico y ahorra espacio para la agricultura", opinaba. Pero sigue en una urna, en su mausoleo de Hanói, custodiado por una guardia de honor.

  • Kim Il-sung y Kim Jong-il. Padre e hijo están embalsamados en el Palacio del Sol de la capital norcoreana, que los extranjeros solo pueden visitar como parte de un tour oficial.

  • Ferdinand Marcos. El dictador filipino yace en un mausoleo de adobe construido en su ciudad natal, con canto gregoriano de fondo, aunque su familia pre-tende darle sepultura en el Cementerio de los Héroes. En la imagen, su viuda, Imelda, besa la vitrina durante una visita.

Eso sí, cada vez acude menos gente a contemplar la momia, cuyo mantenimiento ya no se financia con fondos públicos, y año tras año resurge el debate sobre la conveniencia de darle sepultura. Boris Gryzlov, uno de los consejeros más cercanos a Putin, ha apuntado que "el problema de la retirada del cuerpo de Lenin debería resolverse a su debido tiempo, probablemente en 2024, tras el centenario de su muerte". A la momia parecen quedarle, como poco, otros nueve años de servicio, así que hay que seguir mimándola. Los expertos del Centro de Investigación de Bioestructuras darán a Lenin su baño de glicerol y acetato de potasio -lo tienen un mes sumergido en el fluido, que devuelve la elasticidad a la piel-, estudiarán posibles deterioros de sus tejidos y le pondrán ropa nueva, uno de esos elegantes trajes de lustrina suiza que le confeccionan a medida. El 19 de abril se reincorporará a su puesto, puntual y rejuvenecido, como el menos muerto entre los muertos.

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