Miles de personas disfrutan de la subida popular a Artxanda, un escaparate del «Bilbao más saludable»
Organizada por EL CORREO, que este año destina su recaudación a Asebier y Amiarte, el evento está siendo un éxito
El año pasado la pandemia obligó a suspender la subida a Artxanda, que quedó prácticamente reducida a una excursión 'virtual'. Cada uno tuvo que hacerla por su cuenta, y había ganas de volver a celebrarla todos juntos. Muchas. Así lo han demostrado los 5.000 mendizales que ayer se echaron al monte en la decimosegunda edición de una marcha organizada por EL CORREO convertida ya en tradición y consolidada entre las citas populares con más tirón del calendario bilbaíno. Y que ha reforzado su carácter solidario con la recaudación de 20.000 euros que este año se donarán a la asociación de enfermedades raras del País Vasco Asebier y al centro interdisciplinar de artes visuales para colectivos vulnerables AmiArte.
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Mari Carmen Peris, Ángel Prieto, Miren Azkue y Enrique Arévalo reflejaban como nadie las ganas que había de recuperar la subida. Miembros del club Erandiogoizaleak, 45 minutos antes de la salida oficial, enfilaban por el parque Etxebarria. «Así vamos más tranquilos y nos libramos del motrollón», se excusaba Ángel.
Ya en El Arenal, Florentino Gómez de Salazar calentaba motores. «Antes me apuntaba a todo pero he tenido que bajar el pistón porque la edad no perdona», confesaba. La subida este año, sin embargo, le hacía especial ilusión porque había conseguido traer a su nieto Aimar, al que espera inculcarle la afición por el senderismo. «De momento mola», bromeaba el joven de 12 años.
Unos metros delante de ellos el alcalde, Juan Mari Aburto, mostraba su satisfacción al dar de nuevo el pistoletazo de salida a una prueba «tradicional que supone poner en valor un proyecto muy importante para la ciudad como es Artxanda y dar la mayor visibilidad a las grandes posibilidades que ofrece el Bilbao más saludable». Le hubiese gustado realizar los casi nueve kilómetros de recorrido, pero dejó la ruta por prevención al llegar al barrio de Begoña. Se excusaba en su reciente operación de cadera y en que «los médicos me han dicho que ni se me ocurra llegar hasta arriba». Además, poco después participaba también en la marcha por la lucha contra el cáncer de mama.
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La «pared» de Arabella
Tras una exigente subida por la «pared» que parecen las cuestas del barrio de Arabella, «lo más duro del recorrido sin duda», según reconocía el santutxutarra Francisco Marina, la marcha se internó por las pistas forestales que serpentean por las laderas del monte descubriendo a los participantes parajes «incomparables». Así calificaban Ana Alonso, Celia Manso y Lucía Rendo las panorámicas de Bilbao que ofrece el mirador de Mendiarte. «Subimos muchas veces, pero las vistas siempre nos impresionan, son especialmente geniales», reconocían.
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Y lo que les quedaba por disfrutar, ya que estaban todavía en el kilómetro tres de recorrido y poco después se adentraban en el monte Avril donde, por senderos ocultos entre robles, llegaron al punto de avituallamiento ubicado en el mirador de Artxanda, junto al funicular. Allí estaban José del Moral, Maite y Miguel Fernández y Encarni Barrera, vecinos de Otxarkoaga y Etxebarri que se habían tomado su tiempo para disfrutar de un completo tentempié a base de chorizo y queso de Zamora. Lo cierto es que eran muchos los que se habían traído su bocata, entre los que la tortilla francesa se erigió en la triunfadora.
Desde allí se iniciaba el recorrido de regreso atravesando los bares y restaurantes de lo alto de Artxanda, donde muchos también optaron por realizar una «parada técnica» para reponerse con un buen aperitivo. Y, tras superar el antiguo Palacio Nogaro –«aquí vimos cantar a Juan Pardo», recordaba una senderista–, el trayecto enfilaba hacia Pikotamendi. «Esta vez el recorrido es exactamente el inverso al que realizamos hace dos años, en la última edición», explicaba Francisco Marina.
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Desde allí y, cruzando el puente de La Salve, los participantes entraron en el paseo de la ría bordeando el museo Guggenheim, «que bien, vamos a pasar bajo la araña Alaitz», le animaba su aita, antes de volver a El Arenal. Allí, con camisetas de la comparsa Mamiki, disfrutaban de un merecido tentempié Pili Hernández y Pili Bilbao, Amadia Rodríguez y su hija Mara. «Nosotras no hemos faltado a ninguna edición y hemos subido a Artxanda de todas las formas posibles, a ver qué se les ocurre el año que viene», bromeaban.
La creación artística como forma de integración social y hermandad cultural
El arte es posiblemente la mejor forma de favorecer la integración social y, como cantaba John Lennon hace ahora 50 años, convertir la Tierra en un único mundo. Así lo entendió Begoña Intxaustegi hace cuatro décadas cuando decidió impulsar la organización Amiarte, que tiene su sede en el número 41 de la calle Gordóniz de Bilbao. La asociación que dirige busca garantizar las necesidades básicas, incluida la vivienda, a las personas más desfavorecidas de la sociedad¡ y unirlas en torno al «arte como un derecho universal». «Trabajamos con gente que se encuentra en una situación tan difícil que yo digo que están en la cuneta», explica la portavoz del colectivo, que ha sido durante más de 25 años profesora de la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU. A través de su iniciativa social y cultural el colectivo se ha convertido en una fuente de esperanza para cientos de personas llegadas de todas las partes del planeta. O casi. «Superada la pandemia, con la Subida a Artxanda hemos vuelto a salir a la calle», cuenta ilusionada.
Más de 75.000 vizcaínos carecen de una terapia ajustada para su enfermedad
Las enfermedades que llevan el apellido de raras son aquellas que contabilizan cinco o menos casos por cada 10.000 personas. Son muy pocas, tan escasas que a la industria farmacéutica no le resulta rentable invertir en la búsqueda de tratamientos para ellas. «Y cuando se deciden a hacerlo, muchas veces les ocurre que no tienen población suficiente para realizar el ensayo», explica Juana María Sáenz, fundadora de la organización ASEBIER, que aglutina en Euskadi a los pacientes con patologías poco frecuentes y sus familiares. Curiosamente, sin embargo, unos con otros, los afectados por alguna de todas estas dolencias suman en Bizkaia de 75.0000 a 100.000 personas. Representan nada menos que entre el 6,5% y el 8,7% de la población, que éstas sí son cifras como para tener en cuenta. «La Subida a Artxanda nos ha dado una alegría tremenda a la asociación y nos dará un respiro», explica Sáenz.«La pandemia ha ahogado nuestra economía; pero estamos todos muy ilusionados».
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