La famosa furgoneta del salchichauto.

Del salchichauto a las gastronetas, el auge de la comida sobre ruedas

España empieza a conocer los food trucks, aunque la legislación todavía pone muchas trabas para que puedan formar parte del callejero de nuestras ciudades. Cocineros con estrella apuestan por esta moda

Sergio Eguía

Viernes, 4 de septiembre 2015, 02:09

En la esquina de la 97 con Amsterdam Avenue (la décima), en el Upper East Side, es donde habitualmente se pueden encontrar el chiringuito rodante de Super Tacos on Wheels. Es uno de los camiones de comida callejera o 'foodtrucks' más conocidos de la Gran Manzana. No siempre está allí. Al contrario que en España, donde la farragosa legislación hace imposible que estos puestos puedan trabajar con normalidad en las ciudadades, en Nueva York no hay problema para vender comida en la calle.

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De hecho, los puestos son todo un icono de la ciudad. Los hay desde los más sencillos -carritos de perritos calientes como el que roban y se les cae por las escaleras del metro a los chicos de 'Sleepers' (Barry Levinson, 1996) iniciando una pesadilla de abusos y vejaciones- hasta autobuses-restaurante con todas las comodidades. Son, lo habrán adivinado, la versión yanki y sobredimensionada del conocido Salchichauto bilbaíno, un icono del 'botxo' en los 60, 70 y 80 que muchos conocimos de críos aparcado -semiabandonado- junto al edificio de Correos en Alameda Urquijo. Luego supimos de la enfermedad de su dueño y de la propia historia del negocio en un fabuloso artículo de Carlos Bacigalupe de 2004 en el periódico Bilbao. Un recuerdo a Pedro Abajo del Río 'Salchichauto', que nos dejaba aquellos días.

Pues bien, esos vehículos -o cocinas, o bares, o todo a la vez- se han puesto de moda en España. Hasta protagonizan uno de estos realitys de gastronomía que tanto abundan ahora en la parrilla televisiva, Cocineros al Volante. Son la última sensación, aunque solo puedan salir a rodar con motivo de un festival organizado o en fiestas privadas o multitudinarias. La piel de toro parece haber descubierto por fin las furgonetas de comida ambulante (gastronetas, como las ha propuesto denominar Álex Grijelmo para arrinconar el barbarismo) y las hay de todos los tipos. Desde la Vermuneta que ganó el concurso antes citado y que lleva sus catas de localidad en localidad hasta los vascos de la Hambroneta, que ofrece servicios de catering en Bizkaia desde 2012.

Ellos mismos cuentas así su historia: "Leire Pérez, lo tenía claro: era imprescindible alejarse de la imagen de ilegalidad y suciedad que tenían los vehículos de venta de comida. De este modo, la llegada de Hambroneta supuso un giro radical en el sector, ofreciendo confianza al consumidor gracias a una imagen fresca y cuidada y alcanzando acuerdos con proveedores locales. Poco a poco la familia fue creciendo con el primer Hambrocar -un Seat 124 convertido en un puesto de alimentos y bebidas con parada habitual en la sala Bilborock-, y un precioso Austin Victoria que se convirtió en el segundo Hambrocar. Y así, casi sin comerlo ni beberlo, nos convertimos en familia numerosa, conocidos por nuestra alegría y profesionalidad. Fue entonces cuando nuestros seguidores empezaron a demandarnos caterings cada vez más grandes -cócteles, almuerzos, pintxos, coffee breaks- y, por eso, en enero de 2014 nos mudamos a nuestra actual sede en San Miguel de Basauri donde desarrollamos una innovadora y original línea de catering, por la que muchos de vosotros nos conocéis en la actualidad". Un floreciente negocio sobre ruedas, y con Q de calidad turística.

Chefs de estrella

El entrañable Salchichauto abrió una veta en el sector, aunque hay que evidenciar que que esta oferta callejera hoy es del más alto nivel. Son incluso chefs con estrella -subidos a la ola que alimenta una legión de jóvenes emprendedores- los que dan lustre y visibilidad a caravanas y viejas furgonetas remozadas y tuneadas en cocina. Conocidos fogoneros como José Andrés, el televisivo chef que conquista Washington, Paco Pérez (5 estrellas), Ricardo Sanz (Kabuki) o Koldo Royo, vasco afincado en Mallorca, son algunos de los pioneros de este invento... Y no son los únicos. Incluso el Salón de Gourmets 2015 ha dedicado ya un espacio al fenómeno y comienzan a no faltar en las ferias gastronómicas más apreciadas.

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El movimiento 'foodtruck' que recorre el país es por tanto cosa seria. Apunta y aspira a convertirse en todo un sector. No falta ni un grupo de presión que hace lobby ante las instituciones pidiendo modificaciones legales que permitan la venta ambulante de comida. Mientras tanto, el camino lo marcan las grandes citas de comida callejera de calidad como el castizo MadrEat, que se celebra el tercer fin de semana de cada mes en los jardines de la plaza del Azca, Castellana 89, en pleno corazón financiero de la capital, con más de 60 vehículos participantes; o el catalán Van Van Market, un mercado gastronómada formado por un convoy de foodtrucks, que últimamente ha acampado en la Monumental de Barcelona, en el castillo de Montjuic y en Sabadell.

No en vano, uno de los puntos fuertes de esta tendencia -y al tiempo su impulso fundacional- es que la camioneta evita muchos gastos. No hay color entre los 50.000 que puede costar adecentar una vieja caravana para que cumpla todos los requisitos sanitarios con lo que cuesta montar y abrir un restaurante tradicional. Aunque la reforma del vehículo puede dispararse, y los tuneos más profesionales alcanzan los 200.000 euros por furgoneta. Con estos número, no faltan voces que ven en las gastronetas la vanguardia gastronómica del futuro. Eso sí, de momento, comodidades para el cliente no ofrecen muchas, pues lo que toca es comer de pie o en un banco callejero.

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