Cuevas y leyendas por Araotz
Este valle pertenece a la localidad de Oñati y se esconde en el extremo suroccidental de Gipuzkoa, rodeado de escarpados picos y conocidas sierras como Aizkorri, Zaraia o Elgea. Cargado de leyendas y escondrijos de guerrilleros carlistas.
Fernando J. Pérez
Jueves, 13 de octubre 2016, 12:39
El valle de Araotz pertenece a Oñati y se esconde en el extremo suroccidental de Gipuzkoa, rodeado de escarpados picos y conocidas sierras como Aizkorri, Zaraia o Elgea. Cargado de leyendas y escondrijo de guerrilleros carlistas, su acceso no desmerece estos calificativos. La carretera desciende vertiginosa hacia el desfiladero de Jaturabe, frente a los desplomes del Orkatzategi y vigilada por el imponente ojo de Aitzulo. Una vez en el valle, la sensación de pequeñez es inevitable en medio de verticales paredes que ascienden hacia el cielo.
Pero este terreno calizo ha permitido la creación de increíbles formaciones naturales, a alguna de las cuales el ser humano ha dado utilidad. Son los secretos de Araotz.
El primero lo encontramos sin haber entrado apenas en el valle. Nada más descender al fondo, podemos dejar el coche en el gran aparcamiento que hay antes de cruzar el puente sobre el río Jaturabe y dirigirnos a pie hasta la cueva de Arrikrutz, un gran complejo kárstico con 14 kilómetros de galerías excavado por los ríos Arantzazu y Aldaola donde se han hallado importantes vestigios de la fauna que habitó la zona hace miles de años. En la actualidad es posible visitar parte de la cueva, apreciar la belleza de sus formaciones naturales (estalactitas, estalagmitas, columnas, salas, lagos, ríos subterráneos...) e imaginarse la vida de sus habitante prehistóricos (leones de las cavernas, panteras, osos...).
De vuelta a la superficie nos adentramos en el barranco de Jaturabe y, poco después de cruzar el puente, encontramos a la derecha de la carretera una pequeña explanada para tres o cuatro coches. Desde allí mismo parte un camino que pasa bajo algunas de las vías de escalada de la Escuela de Araotz (una de las mas más importantes del país) y llega a la cueva de Sandaili o San Elías en un paseo de apenas doscientos metros. A la entrada está la vieja casa donde vivían los guardetxes y en un extremo de la oquedad, la ermita advocada al santo que le da nombre. Una más de las que pueblan el territorio guipuzcoano si no fuera por las numerosas leyendas que recoge relacionadas con la fertilidad y que tiene como protagonista a la pequeña pila de piedra que hay junto a ella y donde cae el agua que se filtra del techo de la gruta. Las versiones son numerosas. Desde que las mujeres de Salinas de Léniz sumergían en la pila tantos dedos de la mano como hijos quería tener a que las de Oñati que querían tener descendencia se bañaban en ella hasta la cintura. Otras dejaban ofrendas, o se lavaban las manos con su agua milagrosa o empapaban en ella ropa de niños... Incluso desde algunos pueblos alaveses se acercaban en peregrinación para pedir a San Elías que lloviese en época de sequía. Un santo sin duda muy atareado.
Sumergidos en el imaginario colectivo y de vuelta a la carretera, enfilamos hacia Elizealdea, el núcleo principal de Araotz, presidido por la iglesia de San Miguel Arcángel y su torre. Su más ilustre vecino fue el conquistador y explorador (según la versión de su biografía a la que se quiera acoger el lector) Lope de Aguirre, que empeñó buena parte de su vida en la búsqueda de El Dorado y, tras revelarse a la corona de España, acabó preso, ejecutado, descuartizado, con su cabeza en una jaula y sus restos desperdigados por varias ciudades venezolanas para ser utilizados como comida para los perros.
En Elizaldea es el momento de acometer el tramo a pie de esta excursión iniciática por Araotz. Se trata de seguir la ruta balizada de PR-GI.102 (Senda del agua), que nos llevará a otro de los secretos del valle, la cueva-túnel de Aitzulo y que en la que emplearemos unas cuatro horas a ritmo de paseo si la hacemos en su integridad. Siguiendo las marcas blancas y amarillas que indican el recorrido, baja primero al barrio de Ugaran, cruza el río Saratxo y pasa por los caseríos de Zubia. Desde aquí remontamos, siempre atentos a las señales blancas y amarillas, la ladera meridional del Orkatzategi alternando pinares, prados y hasta una fresneda, pasamos anteuna borda y llegamos la espectacular cueva de Aitzulo. Su pequeño y escondido acceso nada hace pensar del magno espectáculo que encontraremos detrás. Tras la ancha boca se abre ante nosotros un gran tunel que atraviesa toda la montaña hasta la pared norte, donde un gran ojo se abre al precipicio, mientras otra oquedad en el techo permite iluminar tan grandioso escenario. Aún asombrados por esta espectacular creación de la naturaleza, los más perezosos pueden desde aquí retornar a Araotz.
El resto seguirá el sendero balizado ascendiendo al pequeño embalse de Aritzgain para continuar por su canal hasta Ugastegi y la ermita de Santikurutz en un tramo donde las vistas reconfortan el esfuerzo de la caminata. Aquí, la senda balizada realiza un amplio bucle en torno a la loma de Txirikillaleku para acercarse a la base de la peña Andarto antes de volver al collado previo a la ermita y descender ya por el caserío Agerre y el barrio de Aizkorbe hasta el punto de partida.