El peluquero bilbaíno que se lleva a sus empleadas de vacaciones: «Este año ha tocado Venecia»

Iglesias arrancó esta costumbre tres años después de la apertura de su primer centro. Lo hizo para reconocer la «profesionalidad» de sus chicas y «hacer piña». La iniciativa surgió sin vocación «de continuidad», aunque después de disfrutar de Disneyland París, llegaron Londres, Amsterdam, Berlín, Budapest, Roma, Oporto, Lisboa, Estambul, Praga... «La experiencia resultó tan grata que decidimos repetir porque hasta las clientas nos felicitaron al ver lo contentas que veían trabajar a las empleadas».

Esta vez el destino elegido ha sido Verona y Venecia. Como siempre, el viaje -cada año lo realizan en el segundo fin de semana de enero- mantuvo su misterio hasta instantes antes de despegar. Iñaki nunca informa a las trabajadoras -esta vez solo faltaron cuatro por razones imponderables - sobre la ciudad elegida. Más de una vez han subido al avión con los antifaces puestos para mantener la intriga. «Varias semanas antes surge un runrún sobre qué ropa deberían llevar o empiezan a preguntar sobre si hará frío o calor para obtener alguna pista», relata Iglesias.

Sin ningún éxito. Igual sucedió el pasado sábado, cuando despegaron de Loiu y aterrizaron en Venecia. Desde allí se acercaron en autobús a Verona. Y disfrutaron callejeando y visitando algunos de los monumentos más emblemáticos. «Fliparon» con el teatro romano veronés, el Museo de Castelvecchio, los lujosos comercios de Vía Mazzini... Pero no solo se entregan a la cultura.

Calentaron los móviles de lo lindo haciéndose selfis a todas horas -en algunas fotografías aparecen carcajeándose haciendo cadenetas-, comiendo pizzas y pasta -«a todas nos gusta» , explicó Susana Santiago-, brindando con copas de prosecco y cantando, como si estuvieran en un karaoke, al final de la cena del sábado. «Dimos la nota de lo alto que cantamos. Se nota de dónde veíamos», bromeaba Susana.

Astrid Casen lleva ocho años y trabaja como recepcionista. Volvió a alucinar con Venecia. «Todo el mundo debería visitar esta ciudad al menos una vez en la vida». Algo que ella ha hecho en varias ocasiones al estar casada con un italiano. Hay cosas que nunca cansan por mucho que se repitan cada vez que se visita la ciudad de los canales. Todo el equipo montó en góndolas y se acercó a la Plaza de San Marcos. Algunas incluso pusieron velas en la basílica de Santa María de la Salud. Quizá para que su jefe mantenga esta tradición, aunque ayer a la tarde todas se desenvolvían ya de nuevo entre tijeras y peines.