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El asesino del taxista, custodiado por la Policía en un portal para evitar su linchamiento. Luis Calabor
La burla desafiante del homicida de un taxista en Bilbao

La burla desafiante del homicida de un taxista en Bilbao

La memoria negra ·

Un joven dominicano de 20 años mató de una cuchillada en el cuello a Eduardo Robredo en su taxi en diciembre de 2005. La Policía le refugió en un portal para que los compañeros de la víctima no le lincharan

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Miércoles, 6 de febrero 2019, 01:03

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Reiny E.P., de origen dominicano y 20 años entonces, ya habrá cumplido la pena de diez años y medio que le impuso la Audiencia vizcaína por el homicidio del taxista Eduardo Robredo, de 45 años, el 12 de diciembre de 2005 en Bilbao. Habrá salido de la cárcel y se encontrará en libertad, aunque aún estará vigente la prohibición de acercarse a la capital vizcaína seis años después de haber saldado su deuda con la Justicia. Su imagen, tomada de madrugada por el fotógrafo Luis Calabor, con la ropa manchada de sangre, acurrucado en un portal en el que le había buscado refugio la Policía para evitar que los compañeros de la víctima le lincharan, quedó grabada en la memoria colectiva. El crimen enrabietó a todo un sector, que comenzó a poner mamparas de seguridad en sus vehículos profesionales para protegerse de ataques, especialmente durante el turno de noche.

La única versión que conocimos del crimen fue la que ofreció el acusado porque aquella noche sólo había dos personas en el 'Renault Laguna', licencia 168, y Robredo ya no está para contarlo. Según explicó Reiny E.P. en el juicio, aquella noche «tenía ganas de fiesta», pero no dinero, por lo que pensó en desplazarse hasta el bar de unos parientes de su madre, en el barrio bilbaíno de San Adrián, en busca de «efectivo». Tomó el taxi sobre la 1.25 horas y cuando llegaron al destino, en la calle Goiko Torre, se dio cuenta de que sólo tenía cuatro euros en el bolsillo y, según el taxímetro, la carrera costaba más de cinco. Entonces, se inició entre ellos un forcejeo. Reiny alegó después que actuó «en defensa propia», que fue el taxista el primero en esgrimir el cuchillo y que él se lo arrebató. Según los forenses, la cuchillada en el cuello que causó la muerte de Robredo se acometió desde atrás.

Cordón policial en el lugar donde sucedieron los hechos.
Cordón policial en el lugar donde sucedieron los hechos. Luis Calabor

Al abogado de la acusación particular, el veterano penalista José Ricardo Palacio, le parecía «de puro sentido común» que por menos de dos euros, un hombre curtido como Eduardo, casado y padre de dos criaturas, pudiera llegar a sacar un cuchillo, como insinuó el acusado en la vista oral. En opinión del experimentado letrado, el ataque se produjo «de forma súbita y por la espalda, a traición», lo que se traducía en el Código Penal en un asesinato, por el que pedía 17 años de prisión al inicio de la vista oral.

El jurado emitió un primer veredicto en el que concluyó por unanimidad que se trataba de un asesinato, pero la magistrada-presidenta del tribunal lo rechazó al entender que no estaba suficientemente motivado. Al final, el tribunal popular consideró a Reiny culpable de un homicidio, con el atenuante de «arrepentimiento espontáneo», tras el que la jueza fijó una pena de diez años y medio de cárcel. Los taxistas acogieron la sentencia con estupor, decepcionados, además, porque en el juicio se hubiera ofrecido una «mala imagen» de su compañero.

La tensión en un portal

Luis Calabor

Había tenido un domingo bastante ajetreado y estaba de retirada. Un mensaje al móvil me pone en alerta de que algo está sucediendo en Goiko Torre. Doy media vuelta y me dirijo al lugar mientras nuevas llamadas me ponen sobre aviso de lo que está ocurriendo. Al llegar al lugar veo una escena sobrecogedora: los sanitarios de una UVI móvil haciendo la RCP e intentando salvar la vida de la persona que yace en el suelo.

Ha sido asesinado un taxista y comienzan a llegar a toda velocidad compañeros del agredido. El lugar se llena de vehículos. Agentes de la Ertzaintza y Policía Municipal se despliegan por la zona mientras el sitio se convierte en un mar de gritos y desesperación.

De pronto, por los 'talkies' de los agentes municipales que se encuentran en la zona se oyen las conversaciones de otros compañeros que dicen que han encontrado al agresor en San Adrián. Dichas conversaciones son escuchadas por los taxistas que se encuentran junto a los agentes en el lugar del asesinato y comienza una alocada y multitudinaria carrera hacia el lugar donde estaba detenido Reiny.

Al llegar al sitio los agentes se encuentran rodeados de personas que intentan linchar al asesino. Es protegido contra la pared mientras él se ríe y saca la lengua a sus perseguidores. A porrazos y con fuerte despliegue policial consiguen meter a Reiny dentro de un portal para protegerlo. En ese momento, la multitud me ve grabando los acontecimientos y vuelca toda su agresividad hacia mí. Los agentes me meten también dentro del portal.

Allí veo como es esposado en el suelo el asesino, que está cubierto de sangre y con la mirada perdida. Ni un solo gesto de arrepentimiento y ni una palabra. Empiezan a llegar refuerzos policiales ante la dificultad de sacar al detenido del lugar. Carreras, porrazos, gritos, vecinos asomados a las ventanas sin saber qué es lo que pasa...

Más patrullas que se acercan al portal y consiguen llevarse al detenido. Los taxistas se quedan llorando y sin poder creer lo que había pasado. Vienen y me piden perdón por descargar su ira sobre mí. Diez años de cárcel por el asesinato de un trabajador. Para algunos la vida no tiene ningún valor.

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