«Poco a poco conseguiremos eliminar todas las barreras de Santurtzi»
Maricarmen Azkona es una luchadora incansable por mejorar la situación de las personas que van en silla de ruedas
Diana Martínez
Santurtzi
Viernes, 5 de abril 2024, 16:26
La falta de accesibilidad es un gran obstáculo para las personas en silla de ruedas, que sienten que su casa es «una prisión», en palabras de Maricarmen Azkona, miembro de la asociación de personas con discapacidad de Santurtzi (ADISA). Ella, como tantas otras personas limitadas por las barreras de la sociedad, ha sufrido en sus carnes esta situación debido a su enfermedad. Desde sus tres meses de vida sufre de poliomelitis. «No he andado nunca». En su niñez vivía en un primer piso sin ascensor, «sin posibilidades de salir de casa». Incluso tenía que dejar la silla en el portal, ya que no entraba en la casa. Para poder bajar a la calle, «mi madre o amigas me subían aúpas, me bajaban por las escaleras y me dejaban en la silla. Así he estado durante muchos años, aislada y con mucha angustia», recuerda.
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Una situación que ha intentado revertir mediante su lucha, para que nadie sienta que vive entre rejas. «Siempre he sido una mujer con discapacidad, lo cual me ha dejado ir más allá de la dependencia física, no quedarme solo en ello». De ahí sacó toda su fuerza para poder formarse a pesar de las barreras y construirse su propia vida. Licenciada en psicología, Azkona es una luchadora incansable en su empeño por que Santurtzi sea un municipio totalmente accesible.
Recibió un homenaje por sus más de 30 años de labor visibilizando la violencia contra las mujeres con discapacidad
La labor junto al resto de miembros de ADISA comenzó en 2009, con la creación de la asociación. «Vimos la necesidad de formarla, ya que se hacían muchas obras con barreras arquitectónicas. Alguien tenía que decir 'stop' y hacer cumplir la ley de accesibilidad». Las aceras en aquella época tenían bordillos a seis centímetros de altura. «Trabajando en la calle, luchamos por que los pusieran a cota cero». Y lo consiguieron. No solo para favorecer el tránsito de las personas con discapacidad, también para mayores, cochecitos de bebé... «Un Santurtzi mejor para todos». En los últimos años el colectivo ha tomado parte en múltiples obras y proyectos urbanísticos municipales para garantizar la accesibilidad en las calles. Y también en edificios. Entre las reformas más relevantes para ADISA se encuentran el Ayuntamiento, el juzgado o el SAC, así como la puesta en marcha de ascensores en zonas que antes eran inaccesibles. «Poco a poco conseguiremos eliminar todas las barreras de Santurtzi».
«Durante muchos años he estado aislada y con mucha angustia», señala Azkona, que con tres meses sufrió poliomielitis
Pero la obra más importante para Maricarmen es la Casa Torre, que ocupa un lugar en su corazón, pues es donde se casó. En 2013 ni el Consistorio ni el juzgado eran accesibles, por lo que la pareja tuvo que buscar otra vía y, así, trasladó todo a ese edificio. «Vino la banda de música, fue muy hermoso», recuerda con emoción. «Fuimos la primera y única pareja que se ha casado ahí, en un edificio precioso, tanto por fuera como por dentro, y muy emblemático».
«La sociedad nos limita»
A pesar de las mejoras en la localidad marinera, «queda mucho por hacer, la lucha no debe parar», afirma tajante. No solo en edificios municipales, calles y comercios, también en el ámbito sanitario. Un sector donde Azkona ha percibido una «doble discriminación» hacia las mujeres con discapacidad. Los instrumentos médicos, las consultas, las habitaciones, las camas... «No son accesibles», asegura.
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«Los consultorios no están adaptados y en las consultas ginecológicas o cuando tienen que hacerte una mamografía, hay que estar subiendo y bajando; o resulta que son en habitaciones muy pequeñas, difíciles de acceder con la silla». Se trata de un problema que ha plasmado en diversos artículos escritos por ella e incluso en un estudio, por el que se realizó una investigación sobre la doble discriminación a nivel sanitario en cerca de un centenar de centros de salud públicos y privados. «El déficit es enorme», apunta Azkona, quien mantiene que «la sociedad nos limita. Si todo estuviera bien, accesible, seríamos libres».
Visibilizar la violencia hacia la mujer discapacitada también ha formado parte de su trabajo, labor de más de 30 años por la que recibió un homenaje el pasado 25-N. Desde su puesto en el Consejo de Igualdad del Ayuntamiento y en la Comisión de Mujer de Fekoor, ha puesto sobre la mesa realidades que muchos desconocen. «Para eliminarlas hay que darlas a conocer». Los protocolos se van adecuando, se ofrecen alternativas óptimas a las víctimas, se las empodera... «Sacar a una mujer de una casa donde sufre violencia machista y cómo ella consigue cambiar su forma de ver la vida, me emociona», expresa Azkona. «Desde que empecé, las cosas han cambiado muchísimo, pero queda mucho por hacer. Y lo lograremos».
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