«¡Señor, ha cruzado mal la calle y le podía atropellar un coche!»
Alumnos del colegio de Romo hacen por un día de vigilantes de seguridad vial y recorren las calles de Getxo en busca de infractores
Nueve y veinte de la mañana. Alumnos del colegio público de Romo, en Getxo, se colocan un chaleco amarillo para ser reconocidos fácilmente y junto a dos profesoresse dirigen al exterior de la escuela. Es uno de los centros de la localidad que durante esta semana ha participado en la campaña de multas cívicas puesta en marcha por el Ayuntamiento. La actividad forma parte de un ambicioso programa municipal denominado 'caminos escolares', con el que la institución local busca habilitar espacios seguros para que los niños más pequeños, a partir de tercero de Primaria, puedan acudir solos a clase a través de unos itinerarios diseñados para ello.
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Para este grupo de 4º, 5º y 6º del colegio de Romo la primera hora de la mañana ha sido diferente. La lección la reciben en la calle, pero no por ello es menos didáctica e importante. En esta ocasión, el papel y el boli les sirve para rellenar unos improvisados talones de multas que les ha repartido la coordinadora de Agenda 2030, Usoa Galarraga. La docente les acompaña en el recorrido junto a un segundo profesor, Beñat Totorika, y es la encargada de repartir a los chavales los carnés que les reconocen como 'agentes' por un día.
«Hemos preparado las txartelas identificativas de vigilantes de seguridad vial y la idea es que con los petos la gente nos distinga. Nosotros veremos lo que hacen mal, aunque también vamos a reconocer las conductas positivas. No sólo nos quedaremos con lo negativo», comenta Galarraga al grupo de escolares. «Lo primero es identificarnos, decirles de que colegio somos y lo que estamos haciendo, vamos a enseñar un poco a los adultos», suelta la docente.
Una vez claras las directrices, los 'ecodelegados', que serán luego los encargados de relatar la experiencia al resto de alumnos de sus clases, se dividen en grupos.Se disponen a cruzar la calle y se dirigen hacia la calle Errakagane, un buen lugar para comprobar si los getxotarras transitan adecuadamente o en cambio se saltan la ley a la torera al cohabitar las aceras con bidegorris y carriles por los que discurren los coches.
«Tenían razon, lo he hecho mal»
Hay de todo, pero de haberles dado poder sancionador a los pequeños, lo cierto es que hubieran tenido que tramitar más de una multa. Porque aunque la mayoría de las personas cumplen las normas, bastantes, bien por despiste o de forma intencionada, se las saltan.
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La primera infracción no tarde en llegar. Cada grupo se sitúa en una esquina y al poco tiempo un señor mayor se dispone a cruzar la carretera, a escasos metros hay un paso de cebra, pero prefiere colarse por el hueco que hay entre dos coches. Farith, Lucía y Ángel pillan in fraganti a Txomin. «Me han dicho que estaba haciéndolo mal y lo cierto es que tenían razón», explica el hombre avergonzado. «Lo que estamos haciendo es para que reflexione, que vaya a casa y luego se dé cuenta de que ha hecho mal y de que le pueden atropellar», añade la profesora.
En el otro lado del río, otros tres niños se percatan de que un joven,Fernando, está invadiendo el carril bici.No se ha dado cuenta, pero el resultado puede ser también un atropello. «Está bien que controlen, por allí parece que también vienen unos en bici que no llevan casco», advierte entre risas. A su lado una señora se detiene para preguntar a los niños qué hacen. Lleva un perro, cumple las normas y recoge los excrementos. Dentro de este programa de seguridad, el Consistorio en las próximas semanas colocará señalítica junto a los centros y eliminará los puntos negros del trayecto.
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