«Después de vivir tantos años en Sopela me siento una vasca de pura cepa»
La cubana Teresa de Jesús y Neisa Viera, de Bolivia, narran a EL CORREO cómo ha sido su adaptación en el municipio costero
Teresa de Jesús, una cubana de 58 años de edad, llegó a Bizkaia en septiembre del año pasado para disfrutar de unas buenas vacaciones. Había estado en España hasta en cinco ocasiones, ya que como ella misma dice, es un país «con el que me siento muy conectada al tener descendencia». Su intención era volver a América después de visitar los lugares más emblemáticos del territorio, pero su viaje cambió de rumbo cuando su hija, de 19 años, le comunicó por teléfono que se había ido a Estados Unidos en busca de un futuro esperanzador. «Fue todo un shock. Me quedé sin familia, ya que otro hijo murió hace unos años. Únicamente tenía una casa en propiedad, que me la está cuidando una amiga. El sentimiento de soledad me hizo replantearme quedarme en Euskadi, donde estoy muy cómoda, pese a que las costumbres sean diferentes. ¿Qué iba a hacer yo en un país en plena involución, con escasez de alimentos y sin combustible?».
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Así, con una mano delante y otra detrás, se afincó en Sopela, donde al poco tiempo encontró el amor. «Aunque sé que aquí estoy mejor, no hay ni un solo día en el que no piense en Cuba. He pasado muchas noches de insomnio por no poder parar de llorar», relata. Ahora, su principal deseo, es optar a un «trabajo digno con el que pueda vivir sin depender de nadie. Quiero ser libre», dice.
A Neisa Viera le pasó algo parecido. Nacida en Bolivia, cruzó el charco con 26 años para acompañar a su madre, que trabajaba primero en Barcelona, y luego en Sopela, para ganar el dinero suficiente para saldar una deuda hipotecaria en su país. Aunque ella se enorgullece al decir que es «una vasca de pura cepa» -llegó a la localidad en 2004- reconoce que la adaptación fue «muy dura». «Cuando estábamos en Cataluña todos nos orientaron para venir al País Vasco, un lugar donde realmente nos han acogido con los brazos abiertos», apunta.
«Mi hijo quiere ser ertzaina»
Ambas forman parte del programa de inserción impulsado por el área de Acción Social del Ayuntamiento en 2021, denominado Sopela Diversa. Un servicio que ha ayudado a un centenar de inmigrantes, el 60% mujeres, a acceder a los servicios, a buscar empleo, en los trámites de empadronamiento o en la convalidación de estudios... «Sin estos profesionales, no sé qué hubiese sido de mí aquí», subraya con sinceridad Teresa. El municipio cuenta con un 7,3% de extranjeros, el doble que hace dos décadas.
Si bien Neisa ha conseguido trabajar en varios ámbitos (ha sido peón de obra la última temporada), Teresa todavía se ve algo más perdida. «Soy periodista y en mi país ocupaba un puesto en la Oficina del Historiador de La Habana, que combinaba con trabajos de autónoma. Allí era necesario tener varios oficios para salir adelante. Ahora pico todas las puertas para sentirme útil», puntualiza. Pese a las adversidades, ninguna se plantea volver a su país de origen. Aseguran que Sopela se ha convertido en su hogar. «¡Nos ha cambiado la vida!», coinciden ambas. «He dado a luz a mi hijo, Amets, que aunque sí que ha viajado a Bolivia y conoce nuestra forma de ser, ¡es tan vasco que incluso quiere ser ertzaina!», concluye Neisa entre risas.
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