«Ha sido un palo. Me veía muy fuerte, muy confiado»

A las 9.45 de la mañana los corredores del Sky han bajado de las habitaciones para ir a la salida de Módena. Salvo Mikel Landa. El alavés ha subido al autobús del Sky para despedirse. Emoción contenida por la presencia de las cámaras. Abrazo con Andoni, su masajista, su amigo. «Ha sido un golpe duro», dice Landa, que ya empieza a poder con la gastroenteritis. Se ha levantado sin fiebre, «con el estómago menos cerrado». Pero con el vacío que le deja su retirada en el Giro. «Es que estaba la carrera perfecta para mí». Le cuesta hablar de esa oportunidad que se le ha ido cuando estaba listo para pelear por ella. «Me veía muy fuerte, muy confiado». Lo cuenta y lo lamenta.

Mientras los demás van a Módena, él se prepara para ir al aeropuerto de Bolonia. A casa. «A recuperarme cuanto antes. Lo bueno del Giro es que es la primera gran vuelta del año. Queda mucho calendario». Queda el Tour. La ronda francesa es ahora una de las opciones. «Es posible». El Giro ha quedado atrás. «Pasé una mala noche. Me levanté con malestar, con descomposición. Y en carrera no podía. Fue un palo, pero, bueno, hay muchas carreras todavía». Antes de subirse al coche que le saca del Giro, se abraza de nuevo con auxiliares del Sky. «Todo el equipo ha hecho mucho por mí. Han dado el cien por cien». Por eso, cuando pedaleaba ayer hundido sólo pensaba en sus compañeros, en Nieve y David López. «Se estaban sacrificando por mí y lo podían perder todo». Así que les pidió que le dejaran solo, que ya no podía más.

Hoy dormirá en casa. «Descansaré unos días. Me recuperaré y veremos el calendario». El ciclismo no para. «He demostrado que puedo estar ahí, en la pelea por una carrera como el Giro», saca como conclusión positiva. En julio está el Tour y en agosto, los Juegos Olímpicos de Río. La rueda sigue rodando.