El empresario estadounidense Gilbert Kaplan.

El analista financiero que se enamoró de una obra de Mahler

Gilbert Kaplan hizo una fortuna con una revista para inversores y dedicó luego buena parte de la misma a promocionar, dirigir y grabar la Sinfonía Nº 2 'Resurrección'

César Coca

Martes, 3 de mayo 2016, 02:02

La versión más exitosa en cuanto a ventas de una grabación sinfónica de Mahler no la firma ninguno de las grandes batutas especializadas en ... ese compositor complejo que escribía sus partituras durante las vacaciones de verano y tuvo una vida triunfal y atormentada. El álbum con una obra de Mahler más vendido de la historia es una interpretación que dirige Gilbert Kaplan, cuya profesión era la de analista financiero y que prácticamente solo se subió al podio de una orquesta para abordar la Sinfonía Nº 2 'Resurrección', que llevó dos veces al disco, una con la Orquesta Sinfónica de Londres y otra con la Filarmónica de Viena.

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El caso de Kaplan, nacido en Nueva York en 1941 y fallecido en la misma ciudad el pasado 1 de enero, es digno de figurar en la Historia de la Música. Aunque era hermano del compositor de canciones (y ganador de un Oscar por uno de esos temas) Joseph Brooks, nunca mostró un interés especial por la música más allá del de un aficionado que disfruta con ella. Como muchos niños de su país, estudió piano entre los siete y los diez años y ahí terminó todo. Aseguraba conocer bastante bien el repertorio clásico más conocido, pero también confesaba que nunca había escuchado una obra de Mahler antes de los 24 años. La primera vez fue en una versión dirigida por Leopold Stokowski y el efecto tuvo una dimensión inesperada: salió del concierto obsesionado con lo que había escuchado, la sinfonía Nº 2 'Resurrección'.

Tan obsesionado que empezó a estudiar música primero y dirección orquestal más tarde porque quería dirigir esa obra de dimensiones ciclópeas. Mientras, desarrollaba una muy exitosa carrera de analista financiero que lo llevó a crear una revista y conseguir muy pronto un número elevado de suscriptores. Durante un cuarto de siglo fue el responsable de la misma y, según circulaba por Wall Street, cuando la vendió obtuvo una ganancia de no menos de 75 millones de dólares.

Con ese dinero, compró el manuscrito de la sinfonía y encargó una revisión crítica, dedicó parte de su tiempo a escribir una biografía de Mahler y recibió clases de algunos de los mejores directores de su tiempo para poder entender esa 'Resurrección' que le atraía irresistiblemente. Lo entrevisté en 2003, cuando Deutsche Grammophon publicó el CD con la grabación que había realizado en la sala del Musikverein al frente de la Filarmónica de Viena, la orquesta de Mahler, con la que además el autor había dirigido el estreno de la obra en la capital austriaca en ese mismo lugar. En aquella entrevista hablaba de sus encuentros con Bernstein y Solti, con los que habló de Mahler y cómo interpretarlo.

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Para entonces, las críticas se habían ido suavizando, pero al principio las recibió desde todos los ángulos. Lo menos malo que decían algunos de él es que era un rico aficionado que pagaba por contratar orquestas a las que dirigir. Era cierto. Para su debut, en 1982, contrató el Avery Fisher Hall de Nueva York y lo llenó con sus invitados. Pero cuenta Norman Lebrecht, el célebre crítico que llegó a ser su amigo y que admiraba la pasión y el conocimiento que Kaplan demostraba sobre una única partitura, que solo lo hizo las primeras veces. A partir del quinto o sexto concierto, ya no tuvo que pagar: las orquestas lo contrataban para hacer la Sinfonía Nº 2. Y lo hicieron las mejores. Incluso para subirse al podio en los grandes festivales, como Salzburgo, o alcanzar los lugares más improbables para un no profesional, como China.

Kaplan creó también una fundación para difundir la obra de Mahler y volcó en ella buena parte de sus recursos. Durante unos años, llevó una insólita doble vida: analista financiero por las mañanas y director de orquesta por las tardes. En la citada entrevista aseguraba que el día más loco de su carrera había sido uno en el que estaba en Moscú para tocar la obra con una orquesta de la capital rusa. A primera hora, con una libreta y una grabadora mantuvo una larga entrevista con Mijaíl Gorbachov para su revista. Al terminar, volvió a su hotel, comió algo, se cambió de ropa y se fue al auditorio a hacer el ensayo de la sinfonía.

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No fue el único millonario que se dio el capricho de dirigir una orquesta sinfónica, pero con seguridad sí fue el que lo hizo con más pasión y conocimiento. Decía que se veía a sí mismo como un 'amateur', de manera que no le dolía que algunos críticos y algunos músicos se lo dijeran. «La verdadera definición de 'amateur' es alguien que persigue algo por amor, y no por dinero o éxito profesional». Kaplan murió hace cuatro meses víctima de un cáncer que le habían detectado el pasado otoño.

El debut de Kaplan

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