Los gansos de Lekeitio tocan techo

Y es que Lekeitio vivió este viernes un día de récord. Por una parte, el tradicional juego batió su propia marca con 106 embarcaciones en liza, dos más que el pasado verano. «Hasta la pandemia nunca habíamos llegado al centenar de potines», reconocieron desde la organización. Por otro lado, miles de personas aprovecharon el buen tiempo y el inicio del fin de semana para acercarse a la localidad turística, tomar el puerto -donde a media tarde no cabía ni un alfiler- y darlo todo en la traca final del verano.

Las primeras horas del día más esperado y querido por los lekeitiarras fueron bastante tranquilas, más para los de casa. «Guardamos inmurables vivencias del 'Antzar eguna', algunas no se pueden ni contar, pero todas estupendas», señalaron desde una cuadrilla que apuraba los bocadillos en el Eskolape. «Hay que vivirlo para sentirlo y entenderlo», recalcaron mientras no paraban de cantar.

El panorama cambió a partir del mediodía, cuando empezó un continuo desembarco de jóvenes visitantes que vestidos de azul y con pañuelo arrantzale al cuello tomaron rumbo a la plaza, al parque y al muelle para hacerse un hueco desde donde presenciar el tira y afloja del 'Antzar jokoa'.

Aunque los orígenes del juego se remontan más de tres siglos y medio atrás, en Lekeitio se continua celebrando por todo lo alto con la misma dinámica que siempre. El ganso artificial, 'Antzartek', esperaba colgado de una cuerda que se extendió a lo ancho de la dársena y de la que tiraron un grupo de fortachones que siempre resultan imprescindibles.

En esta edición, sin embargo, las cuadrillas tenían menos tiempo que nunca, en concreto un minuto y 15 segundos, para remar hasta el centro del muelle y lanzarse a por el ganso. «Es una decisión que acordamos entre los patrones para agilizar el juego y con el objetivo de que pasen el mayor número de embarcaciones», detallaron desde el comité festivo.

La estricta aplicación por parte de los jueces del cronómetro descalificó a más potines que nunca. Pero por otro lado, imprimió ritmo al espectáculo y permitió que participasen todas las cuadrillas; 106 unidades que desfilaron por el puerto con infinidad de banderas palestinas.

Los primeros compases del juego desconcertaron tanto a los apresores como a la propia organización y defraudaron al público. El cuello de los gansos se rompía sin apenas aguantar un par de alzadas a pesar de los ajustes técnicos realizados para provocar el efecto contrario. Previamente, habían tensado el pescuezo del ingenio mecánico para lograr un mayor número de sacudidas.

Hubo que esperar a que pasasen cerca de una veintena de 'txos' y lograsen reajustar a 'Antzartek' para ver las primeras cinco sacudidas consecutivas que protagonizó Maite Txakartegi, de 'Kontixu'. A continuación, llegaron los momentos más aplaudidos y jaleados por los espectadores. El primero corrió a cargo de Arnaitz Casco, de 'Trankulo', que aguantó hasta diez alzadas, aunque tras su esfuerzo tuvo que recibir la ayuda de los efectivos de la Cruz Roja del Mar.

Y el segundo fue obra de Ibon Bilbao, de 'Drogosuak', que también subió por todo lo alto en una decena de ocasiones, aunque ninguno de los dos logró romper el cuello. El que lo consiguió fue Joanes Irigoien, de 'Gangarren kluba', aunque tan sólo necesitó cuatro tirones. Las más de tres horas de juego pasaron factura a los tiradores que al estar a pleno sol tuvieron que hacer dos paradas para hidratarse y aguantar un total de 231 alzadas.