La Audiencia critica los «insultos y coacciones» en la calle y el juzgado

La sentencia dedica un capítulo especial a censurar una situación que considera «deplorable», los «insultos y coacciones en la vía pública» que el extrenador de Gernika Mario López denuncia haber sufrido en su localidad, así como el «acoso en redes sociales y las actuaciones emprendidas por determinados colectivos para impedirle hacer vida normal en el pueblo». En las fiestas llegó a exhibirse una pancarta de gran tamaño con su imagen y el mensaje «kanpora». El despacho profesional que lleva su defensa sufrió un ataque con excrementos. Y una testigo de esta parte también sufrió «hostigamiento». El letrado deLópez llegó a denunciar el «linchamiento social y la muerte civil» de su cliente como «pena anticipada».

Además, al inicio del juicio y durante las sesiones, se convocaron protestas en la puerta del Palacio de Justicia de Bilbao. En opinión de la sala, «ninguna persona ni grupo social puede arrogarse la potestad de administrar justicia a su antojo de este modo». Aprueba el «legítimo y expresado deseo de mostrar apoyo a la víctima», pero «no podemos compartir afirmaciones tales como que 'no esperamos nada de la sentencia', 'este sistema judicial no protege a las víctimas', 'lo que se le pide a la víctima que tiene que demostrar es imposible', 'se pone el foco en la necesidad de demostrar de una niña' o 'no necesitamos penas, sino garantías'». La Audiencia considera que «no se puede llegar a ese grado de distanciamiento y desafección, no ya con la institución judicial sino, de manera más amplia, con el conjunto de operadores jurídicos que intervienen en el proceso».

Desde la red feminista de Gernika respondieron con firmeza a estas críticas. Defienden que su actuación no ha interferido en el proceso judicial, sino que «hemos tratado de cubrir las deficiencias que aún existen en el acompañamiento a las víctimas de violencia sexual». «La falta de legitimidad que tenga el sistema judicial se basa en su propio funcionamiento y no en la crítica que podamos hacer nosotras».

Su papel ha sido «simplemente el de acompañar a la víctima sin cuestionar la labor del tribunal». «Nosotras siempre hemos dicho que no nos vamos a meter en el juicio, pero sí que veíamos esas carencias. Si ellos lo viven como desafección, se lo han ganado a pulso. Lo que hace falta es que el sistema judicial haga una autocrítica y dejar de echar balones fuera».

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