Tres exrectores de la UPV/EHU se reunieron en EL CORREO para charlar sobre la Universidad. De izquierda a derecha: Manu Montero, Pello Salaburu e Iñaki Goirizelaia. Maika Salguero
Elecciones en la Universidad pública vasca

«No somos conscientes del impacto que la UPV/EHU ha tenido en la sociedad vasca»

Tres exrectores reflexionan sobre la evolución de la institución académica, sus retos, virtudes y defectos

Domingo, 17 de noviembre 2024, 00:24

La experiencia es un grado. Y, en busca de esas luces que ayuden a orientarse, EL CORREO reúne, por primera vez, a tres exrectores de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, los únicos a los que se lo ha permitido su agenda. Pero ésta no es una conversación sobre las elecciones del próximo 26 de noviembre, sino sobre la Universidad. Sobre su evolución, sus retos, virtudes y defectos. Sobre proyectos frustrados y grandes aciertos. Sobre, en fin, una institución académica que ha formado en sus 44 años de historia a 484.000 personas; casi la cuarta parte de la población de Euskadi. Pello Salaburu (rector entre 1996 y 2001), Manuel Montero (2001-2004) e IñakiGoirizelaia (2009-2017) se ponen cómodos, aclaran la garganta, beben agua. Comienza la clase magistral.

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Si hay algo en lo que están de acuerdo es en el cambio «brutal» que la UPV/EHU ha experimentado en las últimas décadas. Salaburu, filólogo y lingüista, recuerda una Universidad «aún por amueblar». «Llegaba septiembre y yo preguntaba: ¿Cuántos alumnos tenemos? '500 más de los esperados'. ¿Y de dónde sacamos ahora los profesores?». La evolución ha sido radical «en divulgación, investigación, transferencia...». «Éramos prácticamente desconocidos», rememora. Goirizelaia y Montero lo suscriben. «Nos hemos convertido en referente para la sociedad», apunta el primero. El segundo considera que, si bien en investigación se ha dado un salto de gigante, como atestiguan los distintos rankings, existe «un cierto abandono» respecto a la docencia y a su reconocimiento.

Otro consenso: la terrible burocracia. «Agotadora, terrible, excesiva, te quita las fuerzas...». «En Estados Unidos una universidad puede contratar como quiera, tienen más flexibilidad», cuenta Goirizelaia, ingeniero telemático. Aquí, asumen, «no hay rector que pueda contratar al mejor microbiólogo del mundo y pagarle bien». Aunque admiten haber sido parte del problema. «Muchas veces el papeleo lo hemos promovido los rectores haciendo normativas garantistas porque tenemos miedo de lo que nos pueda pasar luego», expone Goirizelaia. Sus colegas asienten. Pero no quieren que cunda el desánimo. «Hemos convertido la universidad en un campus universitario. La gente dispone de todos los servicios y se ha mejorado la accesibilidad», concede Montero, historiador. «Y eso lo hemos hecho nosotros», apuntan, orgullosos.

La relación con las empresas

Durante la tertulia se suceden las anécdotas. «¿Te acuerdas de cuando...?». «Pues a mí me montaron una huelga...». «Una vez vino un tipo a mi despacho...». Chascarrillos, imposibles de recoger en estas páginas, que muestran lo exigente del cargo pero reflejan la pasión de tres personas por el conocimiento. Eruditos que realmente conciben la Universidad como el templo del saber.

Y aquí enganchamos con el eterno debate entre las necesidades del tejido productivo y la formación. El mundo empresarial se suele quejar de que no encuentra el talento que necesita. Goirizelaia discrepa. «Buscan empleados, pero nosotros tenemos que formar personas capaces de entender el conocimiento que se genera en cualquier lugar del mundo y utilizarlo». Salaburu añade: «Las empresas quieren que formemos gente para sus necesidades inmediatas. Pero una persona tarda en formarse en la universidad cuatro, seis, ocho años. No conozco ni un empresario que sea capaz de decirme cómo va a evolucionar el empleo en ese tiempo». Montero aporta un tercer elemento. «Las personas tienen que recibir el sueldo que se merecen». Eso también es parte de la pelea por atraer talento. «Los ingenieros que se van a Chicago a estudiar no vuelven. ¿Por qué? Porque aquí no se les paga lo suficiente», sintetiza Goirizelaia.

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Uno de los puntos de mejora que detectan es ampliar la oferta académica en inglés, sobre todo en máster y doctorado, que es cuando los estudiantes europeos salen de casa. «Hay margen de mejora», asumen. En el plano lingüístico, los rectores no ocultan su entusiasmo por la evolución del euskera, convertida en lengua académica de prestigio. «No hay idioma que pueda pervivir si no está en la universidad».

Los tres lamentan la falta de identificación de la comunidad universitaria con la UPV/EHU. Una situación que, en opinión de Salaburu, comienza por la propia plantilla. «Es un problema enorme, porque en la medida en que tú te impliques, eso va a arrastrar a los estudiantes». Goirizelaia pone otro ejemplo. «Cuando pusimos en marcha la tienda, pensamos que las camisetas y sudaderas se iban a vender y que estudiantes y profesorado las iban a utilizar. Pero rara es la vez que se ve a alguien con una camiseta nuestra. Sin embargo, hay muchísima gente con camisetas de universidades norteamericanas, y a veces ni siquiera saben que lo son».

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«Falta cultura universitaria»

En Boston hay una parada de metro con los rostros de los premios Nobel que han salido de Harvard (las menciones a Harvard son constantes; el listón está alto). «¿Cuándo veremos alguna mención a la UPV/EHU en el metro?». Y eso que el impacto de la institución académica ha sido «enorme». «En cualquier despacho de abogados, consulta médica, empresa, colegio o ikastola te va a recibir gente formada en la UPV/EHU. No somos conscientes de su impacto en la sociedad vasca», lamenta el último rector. Todo esto lo relacionan con una «falta de cultura universitaria».

En 1980 había en España 32 universidades, de las que 28 eran públicas. En 2024, 89 (con las mismas 48 públicas que a principios de este siglo). Cuestionados acerca de si esta explosión conlleva una devaluación del título universitario, responden que no. «Me parece muy bien que los estudiantes estén en universidades, siempre y cuando sean universidades», señala Goirizelaia, en velada referencia a la proliferación de centros sin actividad investigadora ni transferencia, surgidos al calor de nuevas necesidades, como la Inteligencia Artificial. «Confío en que la propia sociedad ponga a estos centros en su sitio», subraya Salaburu. «Una universidad no puede ser un negocio», sostiene Montero.

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La charla llega a su fin y toca plantear una última pregunta. ¿Cuáles serían las tres medidas que implantarían si volviesen a ser rectores? Se hace un silencio, se rascan la cabeza... Y convienen en que a ninguno le interesaría volver a estar ahí. Eso sí, creen que la Universidad debería tener «más flexibilidad» para manejar fondos propios y que la normativa estatal debería ser más laxa. Y cierra Montero. «Si me volviese a presentar a rector, volvería a prometer acabar con la burocracia».

Maika Salguero

Anécdotas, el impacto de la pandemia y quinielas electorales

Juntar a tres personas que han dirigido la UPV/EHU es asistir a un sinfín de anécdotas de cuando la Universidad vivía en el mundo analógico. «Había que hacerlo todo a mano y ni siquiera teníamos Secretaría», como recordaba Pello Salaburu, el más veterano. También es interesante escuchar sus reflexiones en torno a cómo ha cambiado la vida universitaria, desde los tiempos de las grandes fiestas dentro de los campus a la pandemia, que tuvo «un gran impacto». Montero, por ejemplo, lamenta que las facultades están «muy vacías por las tardes», mientras que antes eran «un hervidero», algo que asocia directamente a la transformación vivida tras la crisis sanitaria. También, como es lógico, los exrectores comentaron la última polémica de la campaña de las elecciones del próximo 26 de noviembre y cómo están las quinielas. Que si la clave la tendrá el alumnado o tal o cual facultad. No obstante, estas disquisiciones las dejaremos en la intimidad de los protagonistas por el acuerdo tácito de mantener esta cuestión al margen del encuentro. A fin de cuentas, el 'off the record' es una de las reglas sagradas del Periodismo, y así debe seguir siendo.

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