No hay café para todos en la Plaza Nueva
Las dificultades para degustar un café en el epicentro del turismo bilbaíno supone un trago amargo. Muchos hosteleros priorizan las terrazas para las comidas
Tomar un café en la Plaza Nueva de Bilbao se ha convertido en una misión casi imposible. Hay bares y restaurantes que priorizan sus terrazas ... para las comidas. Otros, como el Charly, apagan la cafetera en los meses de verano y no la vuelven a encender hasta el invierno, cuando el establecimiento recupera los clientes «habituales» y desciende el número de turistas. Nuno, el camarero lisboeta del Jam Toki, especializado en embutidos, quesos «y todo tipo de aperitivos», presume de trabajar en el único local que carece de cafeteras. «No tenemos espacio para ellas porque el bar es muy pequeñito», esgrime.
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¿Por qué la hostelería trabaja así especialmente durante el periodo estival? «Porque no es rentable. No compensa tener a dos chavales en la terraza con un par de tazas de café tres horas seguidas y sin consumir nada más», explica el camarero boliviano del Charly que prefiere omitir su nombre. Un cliente que durante 32 años trabajó en la contigua Taberna Plaza Nueva de los hermanos De Miguel añade que a ellos tampoco les quedaba otra alternativa. «Yo era el encargado y hubo que tomar medidas. Los alquileres aquí no bajan de los 5.000 o 6.000 euros mensuales. Había gente que se sentaba el domingo a la mañana con un café y un vaso de agua, se leía el periódico y se estaba una hora en la mesa. Comercialmente, no hay quien sostenga así un negocio», subraya.
Con la ciudad repleta de turistas, el problema ha ido a más y el café se le amarga a cada vez más gente. En el emblemático Víctor Montes las dificultades para degustar cualquier tipo de infusión a partir del mediodía se reduce de forma drástica. A partir de esta hora y hasta el cierre de la jornada, todas las mesas disponibles -una docena con manteles relucientes- se reservan para los almuerzos», explica una camarera, que justifica la imposibilidad de ofrecer servicio de café por la prontitud de los turistas extranjeros en acercarse a la terraza. En la Olla de la Plaza Nueva y El Globo mantienen una estrategia similar. «A los visitantes internacionales no les gusta comer de pie, ni siquiera los pintxos. En cuanto empezamos a preparar las mesas, desde las once de la mañana, ya es un sin parar y las dejamos para comer a la carta o para servir menús de pintxos», explica Ane, empleada en el primer establecimiento.
- ¿Sirven café en la terraza?
- Sí, cariño, pero en verano, después de comer, solo a los que almuerzan aquí. El resto de año y por las mañanas, a todos y todo el tiempo. No es porque tenga manía a las cafeteras, pero no sale a cuenta. Tenemos un volumen muy grande de turismo y, claro, solo dispongo de 9 meses, no de 50. Hay personas que tardan dos horas en irse y yo tengo esto para sacar dinero.
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Yolanda reconoce que a los clientes que disfrutan de sus paellas de bogavante les prepara, si lo piden, cafés, valencianos y escoceses. «Faltaría más», destaca. «Tener una terraza es un lujo, pero a veces estamos solo dos personas atendiendo y pedimos al público que entre al bar a comprar las consumiciones», explica Ander, el encargado del Zuga.
Casi nadie trabaja de forma igual. En la Taberna Ona preparan cafés hasta las ocho de la tarde, dos horas antes del cierre, mientras que en el Ekain lo hacen «todos los días y a todas horas. Todo el mundo tiene derecho a tomarse un café o un mosto, en la terraza o dentro del bar», explica Víctor, el encargado. En el Sorginzulo también sirven de todo «aunque el otro día» María dio un toque de atención a dos «chavales que llevaban mucho tiempo con unos cafés. Nunca ponemos pegas a nadie, pero les dije que necesitaba la mesa», admite.
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Clásicos como el Bilbao y el Víctor tampoco ponen ninguna pega, al contrario que el Ereka, que el pasado domingo, a las seis de la tarde, advirtió a unos clientes despistados que se fueran olvidando de pillar café en su local «y en todos los demás de la Plaza Nueva». Incluido el Antxoa Taberna. «No preparamos cafés porque no combinan nada con las antxoas, pero sí tenemos licor de café», explicaba Ervin, un camarero nicaragüense.
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