El Baskonia toca fondo con ambas manos

Qué tiempos aquellos en los que la visita a un rival menor -vaya delante el respeto debido a adversarios como el del Madrid sureño-sólo generaba dudas acerca de por cuántos puntos caería del lado alavés el triunfo. Ahora viaja el aturdido conjunto vitoriano sintiendo que puede perder en cada campo. No sólo en los de la inhospita Euroliga. También en los repartidos por la geografía acotada de la ACB. Es tal la vulnerabilidad azulgrana que en cada cita convierte a algunos contrarios en internacionales -ayer el delgado y longitudinal pívot Ristic, que gobernó sutil y autoritariamente a la vez cerca y no tanto de los aros- y eleva la autoestima de escuadras completas. Después de un repóker de golpes continentales encadenados tocaba algo de analgésico al calor del hogar liguero antes de afrontar el jueves la siguiente estación del vía crucis. Milán, concretamente, otro hueso para un Baskonia sin muelas ni colmillos.

Pero no. Todo porque el Baskonia condensó en un tercer cuarto espantoso todos sus problemas estructurales que arrastra desde hace cuatro meses largos. En esos diez minutos que más parecieron una inocentada sin gracia alguna, el agujereado grupo de Neven Spahija desnudó sin pudor alguno sus vergüenzas baloncestísticas de grueso calibre. Las mismas que desmienten cualquier atisbo fiable.

Conviene que se armen de paciencia para anotarlas todas. El diccionario de sinónimos es rico tanto para definir términos de la salud como a la hora de expresar los variados achaques del enfermo. Se puede hablar de inconsistencia, de incapacidad para mantener un juego correcto durante fases continuadas de los compromisos, del alud de pérdidas concentradas en ese tercer cuarto propias de la categoría Senior Foral, del tancredismo defensivo encarnado en un saque fuenlabreño de fondo con Fontecchio de espectador en primera fila, de la parálisis ofensiva desgraciadamente ya tan de la casa...

Increíble la caída por el precipicio si no nos sonara tanto durante este curso académico contraproducente para la ilusión. El 28-8 a la vuelta de los vestuarios no debe leerse como un relato corto y esporádico. Ya es, comprobados los antecedentes, todo un ensayo cansino y de muchas páginas sobre los déficits de la balanza comercial azulgrana.

Y mientras el equipo de ciertos apellidos ilustres aún sin ensamblar se despeña no se mueve una hoja. Nada de vientos internos, ni brisas siquiera. El discurso recurrente y sin argumentos de peso desde el banquillo sobre la mejoría en un horizonte próximo recuerda a la incredulidad de Santo Tomás. Se ve a un técnico que no encuentra la forma de conducir los anhelos a la práctica y el club tampoco ha repuesto todavía el hueco que dejó Nnoko en el centro de la zona.

Con todo ello casi huelga escribir sobre la fluidez ofensiva del Baskonia en el primer cuarto. Porque en cuanto el rival coloca una valla reparecen las secuencias del fatalismo, seguidas de un maquillaje durante los epílogos de cosmética barata.