Rápida goleada del presidente del Athletic
En la asamblea más corta que se recuerda, los compromisarios ofrecen a Uriarte un apoyo masivo que le avala para que continúe en el cargo
Desde que conocimos hace un mes su orden del día, algunos pensamos que la Asamblea General del Athletic de 2025 podía ser histórica. De hecho, ... nos hicimos algunas ilusiones al respecto. El cónclave quedaba reducido a las tres cuestiones básicas, de obligado cumplimiento: la gestión de la directiva, el balance anual y el nuevo presupuesto. Nada más. Esa reducción al máximo posible invitaba a imaginar una asamblea corta y «ágil», como dijo Jon Uriarte, que tras su experiencia en 2023, cuando 574 compromisarios se dieron el piro porque no pudieron aguantar el sopor de una asamblea que se prolongó casi nueve horas, decidió tomar cartas en el asunto y apostar por la brevedad en el futuro.
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Lo consiguió en cierta medida el año pasado, aunque menos de lo que hubiera deseado, ya que incluyó dos puntos extraordinarios en el orden del día de los que, por cierto, salió escaldado: las nuevas cuotas y el reglamento de las peñas. Este año, sin embargo, Jon Uriarte se ha esmerado. Aparte de adelantar una hora la cita, de las siete a las seis en primera convocatoria, como decíamos ha llegado al minimalismo en los temas a tratar. Muchos se lo hemos agradecido, faltaría más.
Así las cosas, mi primera curiosidad ayer era comprobar, cronómetro en mano, la duración de la asamblea. Ya sé que esto puede parecer muy poco serio, casi frívolo, pero qué se le va a hacer si uno, durante tres décadas, ha visto en estas citas anuales de los compromisarios rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser y auténticas exploraciones sobre el concepto de infinito. Pues bien, vayamos a los datos porque son de récord: la asamblea se prolongó durante tres horas, pero las tres votaciones del día estaban hechas y anunciadas para las nueve menos diez de la noche, es decir, dos horas y treinta y cinco minutos después de su inicio. «Homérico», como exclamó Barry Fitzgerald al ver la cama rota de John Wayne y Mauren O'Hara.
Decía que la de la duración era mi principal curiosidad, pero en realidad era casi la única. Porque todo lo demás parecía bastante claro. Si desde su llegada a Ibaigane en 2022 Jon Uriarte ha ido superando las asambleas con mayorías casi búlgaras, no tenía ninguna lógica que en la que ha sido la mejor temporada de su mandato tanto en lo deportivo -Champions- como en lo económico -el mayor presupuesto de la historia, 186 millones, y 10 millones de superávit- el apoyo no se mantuviera o incluso creciera. Y así sucedió. Los compromisarios compraron entero el discurso del presidente, que no pudo evitar algún tic triunfalista -«hay que aprender de los éxitos», dijo al comienzo de su intervención- y le avalaron como nunca. Un 79% le bendijo la gestión, un 86% el balance y un 78% el presupuesto.
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Eran porcentajes exuberantes. En términos futbolísticos, una auténtica goleada. Y no sólo eso. El apoyo tan sólido que ha conseguido Jon Uriarte de la asamblea no sólo se aprecia en los resultados de las urnas sino en la casi anecdótica participación de los representantes de los socios. Se diría que el presidente los ha convencido tanto que los ha enmudecido a casi todos. Sólo hubo tres intervenciones en directo en el tema de la gestión, una vinculada al tema palestino, otra al deseo personal de un socio de que las cámaras le enfoquen en sus intervenciones y otra al coste de los Gazte Abonos. Eso sí, por vía telemática llegó otra curiosa. Era la queja de un padre porque en las tiendas del club no se vendan camisetas para bebés entre cero y dos años. Al oírle dieron ganas de romper relaciones con Castore, oiga. Pero el caso es que sí las hay -Berasategi lo aclaró una hora después-, pero se habían agotado. En el tema del balance, por su parte, sólo hablaron dos socios para felicitar a la junta y en el del presupuesto, ninguno. Impresionante.
A esto se le llama pasearse por la asamblea. Seguro que a alguno de los grandes admiradores que tiene el presidente rojiblanco, esos que saltan como tigres con fuego en la cola ante la más leve crítica hacia él, le entraron ganas de sacarlo del Euskalduna bajo palio. En realidad, Uriarte se ha paseado en las cuatro que ha presidido hasta ahora y lo seguirá haciendo el año que viene. Porque lo cierto es que el presidente - y las cifras de apoyo lo demuestran- ha llegado al último año de mandato más en forma que nunca. A día de hoy, a nadie se le ocurre pensar que alguien salga a disputarle el cargo en las elecciones del próximo año. Ese hipotético candidato no sólo lo tendría casi imposible para ganar a un presidente que se ha ganado su continuidad sino que sería visto como un agente enemigo, desestabilizador y disruptivo. Poco menos.
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