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Ilustración tubería de agua. Sara I. Belled
España pierde agua por un tubo

España pierde agua por un tubo

El Instituto Nacional de Estadística (INE) cuantifica esta merma en 652 hectómetros cúbicos anuales, el equivalente a 192.000 piscinas olímpicas, pero «puede ser más porque es una estimación», asegura el sector

Miércoles, 19 de abril 2023, 00:18

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Al cauce de la riera de Canyet (Badalona) llega constantemente agua a dos litros por segundo. Tirando de calculadora serían unos 180.000 litros por día durante 18 años, un caudal que no debería producirse y menos en tiempos de sequía. Cantidad que forma parte del total que España pierde al año y que el Instituto Nacional de Estadística (INE) cuantifica en 651,8 hectómetros cúbicos anuales o lo que es lo mismo: 651.826.000.000 de litros anuales en 2020.

«No es un dato objetivo», señala Luis Babiano, gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (Aeopas). «No hay una auditoría que dé la cifra exacta de todos los pueblos de España. No hay información de los municipios con menos de 20.000 habitantes», explica. La cifra anotada por la estadística nacional supone casi la misma cantidad que consume Andalucía en todo un año o la necesaria para rellenar 192.000 piscinas olímpicas.

192.000 piscinas olímpicas

se podrían llenar con el agua perdida en España en un año

Aunque la herida deja de 'sangrar', según muestra la serie histórica del Instituto Nacional de Estadística, las autoridades aún no saben dónde se encuentran esos cortes que permiten que se pierda más del 15% sobre el volumen de agua suministrada a las redes de abastecimiento, el mismo que en 2018. «Ese porcentaje es mucho mayor», justifica Babiano.

Una afirmación que se ratifica con varias auditorías autonómicas. Una de ellas es del Gobierno balear que certificaron que las tuberías mallorquinas perdieron en 2021 un total de 27 hectómetros cúbicos, es decir, más de 8.000 piscinas olímpicas, un cuarto del abastecimiento total de toda la isla o cuatro veces la capacidad del embalse más grande de la isla: el Gorg Blau (7,3 hectómetros cúbicos). En Cataluña, la agencia regional eleva sus números hasta los 134 hectómetros cúbicos de agua perdida, casi la totalidad del pantano de la Sau y que abastece a Barcelona y su área metropolitana y ahora está en mínimos históricos.

En Galicia, se desveló que las fugas en la red pública alcanzan el 41% del total de la distribución del agua y «lo más llamativo es que en algunas pequeñas localidades se eleva hasta el 60%», advierte Babiano. «Es necesario que las autoridades autonómicas recopilen estos datos», denuncia el gerente de Aeopas.

Guante que ha recogido el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que exigirá, a partir de 2025, a los municipios de más de 50.000 habitantes o suministradores de más de 10.000 metros cúbicos a presentar datos de sus pérdidas. Con esta información, España elaborará un diagnóstico general que presentará antes de 2026 a la Comisión Europea en el marco de la directiva europea de calidad de las aguas.

Fuga de agua en una tubería. Alberto Aragón
Imagen principal - Fuga de agua en una tubería.

Así pues, no será hasta 2027 cuando el Gobierno tendrá una radiografía exacta de lo que ocurre con el agua que recorre los más de 450.000 kilómetros de tuberías en España, según datos de la Cátedra Aquae de Economía del Agua (Fundación Aquae-UNED) y la Asociación Española de Abastecimiento y Saneamiento (AEAS), en colaboración con la Universidad Politécnica de Cataluña.

El agua 'fugada' en España

  • Cataluña perdió 134 hectómetros cúbicos, la misma capacidad del embalse de la Sau que abastece a Barcelona y ahora está en mínimos históricos.

  • Las tuberías de Mallorca perdieron 27 hectómetros cúbicos, cuatro veces la capacidad del embalse de Gorg Blau (el mayor de la región).

Una distancia equivalente a dar once vueltas al mundo y que para detectar una fuga «es necesaria precisión», asegura Alberto Gutiérrez, jefe del Área de Conservación del Sistema Valmayor-Majadahonda del Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid.

Precisamente, bajo el radar madrileño se encuentran 18.000 kilómetros de cañerías. Para acabar con esas fugas, la empresa pública ha dividido su red en más de 600 sectores. «Tenemos registradas las salidas y entradas de cada sector y con un caudalímetro medimos lo que se llama caudal mínimo nocturno», detalla el portavoz del Canal de Isabel II. Una cifra que nace de la cantidad de agua que recorre cada sector por la noche. «En invierno suelen ser dos litros por segundo», señala Gutiérrez. «Si pasa, por ejemplo, a seis litros por segundo y se queda de forma permanente, salta la alerta y vamos a ver qué ocurre».

Además de este ejército de medidores, el Canal de Isabel II cuenta con otro equipo de 'escuchantes', vitales para oír «Despiertan como a las dos de la madrugada y tienen una serie de grabaciones cada cierto tiempo», detalla Gutiérrez. «Hay que tener el oído muy fino y hay gente que es capaz de diferenciar claramente cuándo se produce una fuga», apostilla.

Vigías de las fugas

El hilo 'musical' de las tuberías es una de las herramientas más usadas para vigilar las pérdidas reales en las cañerías españolas. «Pero no es del todo eficaz en las grandes canalizaciones», revela Agustín Ramírez, CEO de Aganova. Su solución, bautizada como Nautilus, es un aparato que se introduce en las cañerías y «recoge todos los sonidos que se producen en la construcción», explica el experto. «Es capaz de recorrer 35 kilómetros al día y tener una precisión de 0,5 metros, así se detecta rápidamente la fuga».

Colormetría de una fuga detectada por Nautilus.
Imagen principal - Colormetría de una fuga detectada por Nautilus.

Esta tecnología malagueña ha recorrido ya más de 2.000 kilómetros de tuberías «por todo el mundo» registrando sonidos y ahora son «capaces de ver qué ocurre por dentro», detalla Ramírez. Su última solución llamada Jábega consiste en introducir una pequeña cámara en las cañerías para detectar cualquier anomalía. «No podemos seguir perdiendo 14 millones de litros de agua», destaca el experto. «Falta inversión en infraestructuras», añade Babiano.

«Según los cálculos de Seopan, patronal que aglutina a las grandes firmas constructoras y concesionarias del país, casi la mitad de las tuberías de abastecimiento y alcantarillado superan los 30 y 40 años de antigüedad, respectivamente. «No hay planes para su renovación», denuncian. «La prioridad de solventar este problema es incuestionable. Es complicado pedirle a la población que ahorre agua cuando no sabemos la cantidad exacta que desaparece», denuncia Ramírez.

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