Así vivió la familia de Cabanes su debut con el Alavés, un día «histórico»
Yasmina de la Torre y Enrique Cabanes, padres del atacante albiazul, comparten con EL CORREO la emoción de su estreno como babazorro
Una semana de ensueño culminada con un día «histórico». Enrique Cabanes y Yasmina de la Torre, padres de Pau, se esfuerzan por encontrar la palabra ... que mejor se ajuste a la emoción que les invade: «Felicidad, alegría, ilusión...». Todas valen. Pero a veces son los gestos los que mejor describen esos sentimientos. Sus caras dibujan una imborrable sonrisa capaz de ocultar la paliza de un viaje de 570 kilómetros en coche para vivir 'in situ' este momento único. No es para menos. Su hijo acaba de debutar con el Alavés. En Primera, entre los mejores. ELCORREO es testigo de este sentido encuentro.
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Son las 16.50. El partido ha terminado hace una hora. Los aledaños de Mendizorroza ya están desérticos, la derrota frente al Getafe aún escuece. Pero en el parking aguarda un pequeño grupo. Es la familia y la pareja de Cabanes. El nuevo atacante albiazul se aproxima risueño. Y lo primero que hace es fundirse en un sentido abrazo con los suyos. «Estoy muy feliz por mi hijo, aunque se nos queda el sabor amargo de no haber ganado. Ha sido muy especial», confiesa una orgullosa Yasmina. No quita la mirada de su hijo. Como si quisiese grabar en su memoria cada segundo de este día.
Fue un día de muchos recuerdos. Y que vivió su momento álgido en el minuto 63 del partido. Coudet llamó a Cabanes, que se encontraba calentando en la banda. El joven de Burriana se enfundó la elástica albiazul con el 19 a la espalda. Recibió las últimas indicaciones y saltó al verde junto a Guridi. Su debut en la élite fue con el Villarreal, club del que llega cedido. Pero en Vitoria busca seguir creciendo entre ls mejores. «Cuando le hemos visto saltando el campo hemos hecho fotos, vídeos... Estamos muy ilusionados de ver que ha debutado con el Alavés», comentan los progenitores.
Esas fotografías, sin embargo, no revelan sus sentimientos, lo hacen sus palabras. «Teníamos muchos nervios. Cuando ha debutado me he puesto atacada. Luego he intentado calmarme y que lo hiciese lo mejor posible», confiesa su madre. Esas primeras carreras, desbordes, centros... «Desde el primer día está intentado ayudar en todo lo que puede». Son conscientes de la delicada situación que vive el equipo, pero saben que su hijo se esforzará por ser una pieza importante para resolver el rompecabezas en el que se ha convertido la clasificación.
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Una batalla en la que el Alavés contará con el apoyo incondicional de su afición. Esa misma que volvió a rugir desde las gradas en la final contra los azulones. Las banderas que repartió el club dieron color y las gargantas de los hinchas calor al partido. «El ambiente ha sido fantástico, es una afición muy bonita. Cantan y animan mucho, y hacen mucho ruido», reconocen sobre el templo albiazul, la nueva casa de Cabanes. «Vemos que lo han acogido muy bien, está a gusto», apuntan, tranquilos. Ya saben, esa sensación de que tu hijo va a estar en buenas manos. Por delante afronta cuatro meses como babazorro.
Persiguiendo un «sueño»
Esa paz con la que poder emprender el fatigoso viaje de vuelta a casa. De Vitoria a Burriana, en Castellón. «Son unos 570 kilómetros... Se hace algo pesado en coche», comenta Enrique. La misma 'autopista' que recorrerán cada vez que puedan para ver a su hijo. «Si el trabajo y el pequeño –por el hermano de Pau– que juega en categorías inferiores nos lo permiten intentamos venir. a verle Cogemos el desayuno y la merienda», bromean.
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Ya lo hicieron el jueves. El club le presentó arropado por toda su familai. El comienzo de un sueño que solo acaba de empezar. «Ahora volvemos a la carretera. Hasta la una de la madrugada no llegaremos a casa», apuntan, con la ilusión por gasolina. «Nos gusta ver cómo disfruta de la experiencia y lucha por su sueño».
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