Joselu culmina la jugada del tanto del empate, que le iguala con Javi Moreno como máximo goleador histórico albiazul. Rafa Gutiérrez

Murphy visita Mendizorroza

Un notable Alavés cae entre rebotes y un penalti con rechace después de practicar el mejor fútbol de la temporada

Domingo, 28 de noviembre 2021, 03:30

La Ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá mal. Ya se sabe, la tostada que cae al suelo por el lado ... de la mantequilla, la baldosa suelta que pisas en un día lluvioso, la rueda que se pincha cuando surge una urgencia... Un poco de todo eso le sucedió ayer al Alavés, que rompió su ejemplar racha de resultados el día que se mostró más equilibrado; la jornada donde con más frecuencia disfrutó de oportunidades claras; el mediodía en el que emergió un centro del campo compensado y 'jugón'; el partido con tintes apocalípticos por la nieve donde Joselu, otra vez diferencial, igualó a Javi Moreno como máximo realizador histórico del Alavés en Primera. Esos casi 100 minutos en los que la emoción del resultado –el pilar donde se fomenta la fe del aficionado cuando como sucede con cierta regularidad no hay mucho más–, dejó paso por momentos a un fútbol de calidad. Sin duda, el mejor de la temporada.

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El equipo albiazul que más se pareció al estilo que pretende su entrenador, recordando por momentos la frescura de ideas del final de la pasada campaña, acabó en la cuneta. Después de patinazos puntuales: un tanto de rebote y otro de penalti ingenuo que despejó Pacheco antes de que Aspas se adelantara en el rechace. También con opciones muy claras desperdiciadas ante la meta de Dituro: Pere Pons, Duarte, Edgar, un palo de Loum, un rechace a disparo de Joselu sin delantero que lo empujara, Guidetti al final... Día, además, de circunstancias extrañas. Uno, que imploraba hace apenas una semana al dios de la lluvia para que arreciase ese aguacero en Sevilla que limitaba las combinaciones locales, veía ayer cómo el césped pesado complicada a los albiazules cuando pulmones y fútbol se alineaban en el cuarto de hora inicial de la segunda parte para hacer zozobrar al Celta.

Pero nada de esto puntúa. Como el Alavés lo ha vivido en otras ocasiones para aliarse con los resultados, como aquella tarde en Cádiz donde un partido de medio pelo sirvió para peinar a los andaluces con dos goles y sin demasiada explicación futbolística posible. Aquel 0-2 que rescató a los vitorianos de las catacumbas clasificatorias para impulsar la mejor racha, tres victorias y dos empates en cinco duelos, ayer cerrada con la rabia de haber desperdiciado un partido notable. Ante un rival con filo, que incluso pudo sentenciar en el cuarto de hora final, y donde Iago Aspas volvió a mostrar su capacidad para envenenar balones cerca del área. Casi todo lo peligroso, más allá de la posesión sin profundidad durante la primera mitad, pasó por sus botas.

Es el Joselu celeste. La magia de un equipo gallego tan vistoso como defensivamente poroso. El Alavés atacó sus bandas, pero también movió el balón con criterio en zonas comprometidas. Con la claridad de Pons, de lo mejor ayer, la exuberancia física y mejoría técnica de Loum y la potencia y calidad de Moya, incluidos arabescos para disfrute de la grada, la claridad de Martín para leer el juego... Cierto es que un adversario con Denis Duárez, Fran Beltrán, Brais y Nolito por detrás de Santi Mina y Aspas es, por definición, incapaz de presionar con intensidad de forma sostenida. Difícil será que otro oponente se presente en Mendizorroza con tanta calidad como delicadeza en su eje. Complicado resutará ver otro encuentro tan entretenido. Con mucho menos se ha llevado sus triunfos la escuadra de Calleja. Un Alavés, en cualquier caso, que mantiene la línea competitiva que necesita. La de pelear por cada partido sin derrochar ninguno.

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