Joselu consuela a Mamadou Loum tras una acción fallida en la recta final del encuentro. J. Unanue

Con las luces apagadas

Desde el monte del pico ·

Un Alavés esforzado, pero de nuevo inofensivo, cae ante un adversario superior que golpea a balón parado y deja a los albiazules en el límite ante las diez últimas jornadas

Domingo, 13 de marzo 2022

Con las luces apagadas y de nuevo en plena oscuridad cuando se trata de jugar lejos de Mendizorroza. Un punto a domicilio en los últimos ... ocho partidos y, en el contexto general, una victoria en 16 choques ligueros. Aunque se trate de unos números que podrían haber significado ya una debacle clasificatoria sin solución, las dificultades de los rivales directos permiten todavía a este Alavés mantenerse en el límite. A tres puntos de la salvación cuando restan diez jornadas, con un calendario a priori más favorable que el de otros adversarios y, sobre todo, un próximo duelo ante el Granada que volverá a marcar. Hace apenas unas semanas el equipo albiazul salvó un match ball psicológico ante el Valencia: el sábado tocará repetir. No hay otra posibilidad si se quiere mantener la fe en la remontada final. Porque el conjunto vitoriano ha dejado de ser este títere al que demasiados equipos barrían, pero sigue sin encontrar la fórmula para sumar los puntos que se dejaron escapar a borbotones durante demasiadas jornadas.

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Ayer, un Alavés con sorpresas en el once por la suplencia de Loum y Escalante se presentó en el Reale Arena con el objetivo de dar continuidad al notable duelo anterior ante el Sevilla. Con una idea clara: atascar el juego guipuzcoano con una presión adelantada y buscar los robos de balón en campo contrario. Con todo ello cumplió durante unos primeros 20 ó 25 minutos plenos de intensidad, concentración y kilómetros que bloquearon las líneas de pase locales y obligaron a la Real a jugar a contraestilo. Claro que los grandes esfuerzos físicos solo se tradujeron en llegadas al área adversaria sin filo, mientras que la calidad local bastó para poner en apuros a Pacheco. Bien al contragolpe, en el inicio, bien después a través de un inspirado Januzaj que a la capacidad de desbordar añade una visión de juego poco común. Las cifras albiazules a estas alturas (21 goles anotados en 28 partidos) no engañan. Lo suyo es picar piedra a ver si los cascotes aplastan defensas en el área rival y el desconcierto acaba en gol. Pecados mortales resultaron los duelos a domicilio ante Elche y Getafe, donde colocarse en ventaja (dos veces en Madrid ante un rival en inferioridad) sirvió para muy poco. Ayer, ante un adversario técnicamente muy superior, lo lógico fue lo que sucedió. Más allá de que Manu Vallejo rozara el empate a pocos minutos del final, la realidad habló de una Real Sociedad que bien pudo hacer varios goles más. Que el único llegara en una acción a balón parado, tampoco tiene demasiada explicación cuando uno se juega lo que se juega.

Que el único gol llegara a balón parado no tiene demasiada explicación cuando uno se juega lo que se juega

Igualmente situaciones que Mendilibar ha repetido ya en varias ocasiones. Hace apenas unos meses, una mirada al banquillo albiazul producía escalofríos. Ayer, con Escalante, Loum, Manu García, Jason, Pellistri y Manu Vallejo, entre otros, parecía un jardín en flor. Pero el técnico alavesista solo introdujo a Escalante por Pina cuando la Real Sociedad apretaba de firme y todo apuntaba a problemas graves. El Alavés, puro esfuerzo físico para sostenerse, necesita refrescar más el equipo, pero el técnico albiazul solo lo hizo cuando el 1-0 colocó ya el partido a contracorriente. Se antojó difícil de entender mientras Imanol introducía modificaciones y piernas frescas para aumentar las revoluciones de una escuadra guipuzcoana que entró en ebullición. Posiblemente el desenlace hubiera sido similar, dado que el conjunto vitoriano dispara con balas de fogueo y el equipo realista con munición de gran calibre. Pero no deja de sorprender.

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