El triatlón 'blusístico' que ya querrían en París

Un preciado premio ya que hay muchos que repiten año tras año a pesar de las condiciones en las que acaban. Repletos de espuma, agua y kalimotxo, incluso con algún doloroso moretón. Aunque el sol estuvo este año un poco más escondido, los habilidosos no descuidaban su hidratación y participaban sin soltar el katxi.

Algo tiene este triatlón 'blusístico' que quien prueba, casi siempre repite. «He vuelto a perder contra mi amigo por segundo año consecutivo, el año que viene será», lamentaba Mikel Fernández, blusa de Gasteiztarrak.

Los atuendos que los concursantes eligen para la ocasión también son para premio. Maillots 'old fashion', gorras de publicidad, disfraces de Mario y Luigi, incluso gafas y gorros de baño de lo más animados. «Hay que ir bien vestidos, la ocasión lo merece», decía Unai Ibáñez que, a pesar de haber concursado el año pasado, era la excepción y en esta edición prefirió quedarse tras las vallas para darlo todo animando a sus amigos. Eso también tiene su mérito.

A diferencia de los Juegos Olímpicos de París, aquí no hay control antidopaje. Y menos mal. Nada más terminar la competición, los campeones eran recompensados con un txupito de pacharán de lo más dulzón. «He estado toda la temporada preparándome», explicaba Eneko Perez, uno de los primeros concursantes en saltar a la pista. Se desconoce si lo decía en serio o bromeaba como la mayoría.

El objetivo de esta carrera, que este año celebró su séptima edición, es divertir y sobre todo recaudar fondos para Aspanafoa, la asociación alavesa de padres y madres de niños con cáncer, que junto a Gasteiztarrak organizaron un pintxo pote. Y es que, como decía Aitor Armentia, blusa de la cuadrilla anfitriona, en este triatlón «ganamos todos».