La vocalista Alba Blanco y el contrabajista Guillermo González del Campo. Jesús Andrade
Azkena Rock Festival 2024

Ceremonia de coronación al virtuosismo musical con La Perra Blanco

Un cuarteto vibrante de contrabajo, teclado y batería recarga energías con mucho rockabilly

Viernes, 21 de junio 2024

Puede que alguno se llevara este viernes una sorpresa cuando Alba Blanco, La Perra Blanco, ha hecho su primera intervención al público con un inconfundible ... acento andaluz después de arrancarse con un inglés bordadísimo en 'Treat Me (Like a Men Should Do)', el tema introductorio de su álbum publicado en enero 'Get It Out', del que más material ha extraído para su repertorio en 'Love'.

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Bien, no busquen enrevesadas explicaciones en esa cuestión lingüística. Esa simbiosis surge de haberse criado en la Línea de la Concepción, a escasos siete kilómetros de Gibraltar, donde hizo sus primeros bolos con 14 años. Convendría en todo caso agradecer esa relación de proximidad porque atender al vozarrón de esta 'perra' (ese era el mote cariñoso que usaban entre sus amigas en el instituto) es transportarse a los años 50, cuando se empezó a gestar el rock entre artistas blancos de Estados Unidos.

En ellos encuentra su inspiración, aunque últimamente esté dejando algunos huecos para el rhythm and blues o el early soul, como demostró al entonar sus 'New Lover New Sweetheart' («ya no hay amante porque esa canción la escribía hace cinco años») o 'Why Don't You Love Me' («por qué no me quieres», según ha traducido en su afán porque los oyentes le entendieran).

Composición

«El amor me ha sido esquivo, pero la guitarra no», ha bromeado Blanco al presentar sus letras de fracaso amoroso

Los motivos románticos han resultado reincidentes en sus letras, aunque más bien en un sentido de fracaso. Porque también ha interpretado una «canción sin nombre» en la que se ha enroscado en que «no te quiere nadie porque no tienes dinero, no tienes estilo» o 'Down And Bound', que se concibió en un tren, en un momento en el que estaba «muy excitada porque un chico me estaba diciendo unas cosas muy bonitas, que luego eran mentira». «El amor me ha sido esquivo, pero la guitarra no», ha reconocido. Y es que los instrumentos (en plural) le han brindado en el bolo la relación más fructífera, que ha hipnotizado a los espectadores. «¿Le han dicho que acabe?», se han desesperado éstos cuando restaban cuatro minutos.

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Jesús Andrade

Maracas en los plantillos

Ella ha evidenciado un manejo magistral de la guitarra, pero el trío que le acompañaba, formado por el contrabajista Guillermo González del Campo, el batería Jesús López Benítez y el teclista -y a ratos saxofonista- Gerard Verche ha redondeado la velada de media tarde para que aquello fuera una auténtica ceremonia de coronación al virtuosismo musical. Tan sólo un par de detalles como muestra de ello: maracas en la mano derecha y baquetas en la izquierda para adueñarse de tambores y platillos y un 'pizzicato' constante durante 60 minutos.

La revista británica 'Rock'n'roll U.K Magazine' dice de ella que es 'la nueva reina del rockabilly' y probablemente no se equivoque. Para obtener el título nobiliario hace falta algo más que explorar de forma somera un género. La Perra Blanco lo consigue al improntar en escena un nerviosismo único que brota desde dentro y le reverbera por todo el cuerpo. Vamos, que se da una «paliza», como han supuesto algunos de los asistentes. De sus rutinas previas, se sabe que consigue ponerse a mil por hora gracias a la meditación y, ayer, influyó la carrera de cinco kilómetros que se pegó por las zonas verdes de la ciudad. Hace dos años ya demostró en Trashville su capacidad para hacer vibrar al público. Su regreso, a demanda, sólo verificó la buena apuesta por partida doble de la organización.

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