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Hay una hilarante anécdota protagonizada por esa forma de ser tan 'british' de Robert Smith, líder de The Cure: una entrevistadora extremadamente emocionada le pregunta si está tan contento como ella por el ingreso de su banda en el Salón de la Fama del Rock & Roll, y el cantante le responde, muy serio: «Por cómo suenas, no». Todo lo contrario del entusiasta artista turcoestadounidense Refik Anadol (Estambul, 1985), no solo al comentar su arte, que crea con la ayuda de la Inteligencia Artificial y que el museo exhibe desde hoy, sino también cuando, sorpresivamente, al final de la rueda de prensa sobre su exposición, abrazó fuerte y de manera espontánea a Juan Ignacio Vidarte, que hablaba a su lado sobre cómo se ha sentido al abordar su última inauguración como director del museo. Una inesperada y entrañable muestra de apoyo del artista en medio del aplauso de homenaje que le dedicaron los periodistas, y del que participó, sentada en primera fila del auditorio, su sucesora, Miren Arzalluz.
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Vidarte, sobre su despedida: «Lo que me está pasando por la cabeza en estos momentos es que realmente la vida es estupenda, porque da la casualidad, porque esto es casi por casualidad, de que esta ocasión, que es la última en la que voy a estar presentando aquí una exposición en el museo, coincide con que el museo está abriendo un nuevo capítulo en su vida. No sólo porque estamos inaugurando este ciclo, sino porque acogemos esta obra basada en una tecnología que va a permitir que esté permanentemente viva y cambiante a lo largo del tiempo. Y eso es algo único y especial en la vida de este museo, y por eso me hace especial ilusión que coincida este momento, que, como entenderéis, es un momento agridulce, pero que tiene ese punto, desde luego, de alegría». Agradeció la atención a los medios de comunicación: «Nos ayudan a difundir lo que hacemos, y por el respeto que han demostrado. Y está aquí Miren Arzalluz, mi sucesora, y estoy seguro de que ese respeto y esa atención van a seguir en el futuro».
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Pero volviendo a la exposición, hay que dar un giro al pasado. La madre de Refik Anadol trajo un día a casa una videocasete con el clásico de ciencia ficción 'Blade Runner'. Tenía él 8 años, y quedó clavado ante la escena en la que Rachel llora al descubrir gracias a Deckard que sus recuerdos son los recuerdos de otros... Un momento cinematográfico que ayuda a explicar la muestra que exhibe hasta el 19 de octubre en la sala 208, con la que el museo estrena su nuevo ciclo, In Situ: «Cuando era niño y vi ese filme tan poderoso, empecé a soñar con el futuro de muchas cosas, como la colaboración humano-máquina... Empecé a programar computadores a los 8 años, así que empecé a pensar desde muy temprano que, algún día, una máquina podría convertirse en un amigo. Y llevo 10 años trabajando con la inteligencia artificial, aunque lo siento como si fueran 100, porque va tan rápido... Cada mañana es nueva, te despiertas y algo ha cambiado. Pero este filme siempre vuelve a mí, cuando Deckard le dice que no son sus memorias, son memorias de alguien más. ¡Guau! ¿Qué podría hacer una máquina con las memorias de alguien más? Y si una máquina puede aprender... ¿puede soñar?».
Es difícil no entusiasmarse con el siempre sonriente Anadol, que ha viajado a la Amazonía cuatro años para grabar y fotografiar sus imágenes, ha recogido las distintas velocidades que cobra el viento, el movimiento de las olas del mar... Todo ello convertido en millones de datos que introducidos en un ordenador y trabajados convenientemente con programas de Inteligencia Artificial se convierten en obras de arte mutantes, cambiantes a cada momento, como si la máquina hubiera sido alimentada con recuerdos, momentos de otros y se pusiera a imaginar, pensar, por qué no, soñar con todo ello.
En este caso, el artista ha utilizado 35 millones de imágenes del archivo del Frank Gehry (diseños y fotos del Guggenheim, entre ellos) junto a muchas otras del propio artista por su interés por la arquitectura. Cocinadas por él con la IA, pueden disfrutarse en la sala 208, donde en 360 grados rodean al visitante gracias a 50 proyectores y al trabajo de los 20 miembros de su equipo. ¿El resultado? Un universo onírico dividido en seis conceptos o temas diferentes que van surgiendo pero nunca en la misma combinación. Una muestra, 'Arquitectura viva (Living Architecture)', que es posible gracias al apoyo de 1OF1, Euskaltel y Google Cloud.
«Los artistas siempre nos preguntamos qué es lo que hay más allá de la realidad. Y esta pregunta es muy difícil de responder. ¿Puedo soñar con lo real? ¿Puedo imaginar los próximos 100 años de la arquitectura? ¿Puedo pensar en cómo esto inspirará el futuro?«. Anadol lo busca y lo intenta con sus obras.
– ¿Ha intentado poner sus propias memorias en un computador para convertirlas en una obra de arte?
– Sí, perdí a mi tío por culpa del alzhéimer en 2024. Durante siete años he estado intentando este desafío, pero aprendí mucho sobre la idea de la memoria a través de él. Así que hice muchos proyectos, no públicos, privados, no para mostrar, pero he estado pensando mucho en las emociones. Es un proyecto muy personal. Tal vez en el futuro con otras memorias. En nuestro Museo de la Inteligencia Artificial planeamos hacer algo.
Porque Anadol tiene en mente un proyecto de crear un espacio dedicado a la disciplina que él domina, al arte de recoger datos, mezclarlos, elaborarlos... Le gustaría instalarlo en un desierto, para funcionar con energía solar. Su preocupación por la sostenibilidad es grande, dice que la instalación que exhibe en el Guggenheim podría funcionar un año entero con la energía que se gasta en cargar cuatro veces un teléfono móvil. También se muestra respetuoso con la propiedad intelectual, peligro que ronda cada vez que se habla de IA. Pide permiso para todas las imágenes o recursos empleados, «algo en lo que puedo tardar hasta un año, pero hay que hacerlo así».
– ¿Hasta dónde cree que llegará la IA? ¿Hasta el punto de fabricar 'replicantes'?
– Creo que veremos humanoides, robots alrededor de nosotros en los próximos 100 años. Podemos imaginarlo. Pero siempre quiero dejar un impacto positivo, porque creo que si vemos buenos ejemplos podemos tener una mejor comprensión de lo que es la IA. En esta exhibición, tenemos una sala de educación donde la gente puede aprender de dónde vienen los datos, qué algoritmos usamos, por qué y cómo. Así que intento desmitificar la IA. Y la razón es que la gente comprenda, porque si entendemos algo no tenemos miedo, sino esperanza.
– No lo ve como amenaza, entonces.
– Puede serlo, porque la IA es una tecnología muy poderosa. Soy muy honesto sobre esto. Es una tecnología muy transformadora que nunca ha existido antes en la humanidad. Pero, buenas noticias, podemos usar la IA para resolver cualquier problema. Es un espejo para la humanidad. Mirar exactamente quiénes somos. Como intento ser un buen humano, reflejo mi trabajo con una buena IA. Pero tenemos que tener cuidado.
– ¿La gente reconoce su arte de una manera similar en Estados Unidos, Europa o Turquía?
– Nuestro trabajo se reconoce globalmente. El arte debería ser para cualquiera, de cualquier edad y cualquier cultura. Nunca pienso en fronteras ni en pasaporte. Solo en una visión que viaja por todo el mundo.
– Pues es usted un inmigrante en EE UU. ¿Cómo ve la llegada al poder de Trump?
– No tengo una relación muy profunda con la política. Y la razón es que no sé cómo hacer el mundo mejor con la política, pero sé cómo hacer el mundo mejor con la IA. E intento entender cómo la gente ve lo que nos separa cuando yo veo cosas que nos conectan. Creo que la política nos separa. Globalmente. No solo en Estados Unidos. Pero en mi trabajo, mi pasión no es buscar cosas que nos separan, sino cosas que nos conecten.
– ¿Ha tenido que romper barreras, suspicacias incluso entre artistas?
– Me siento orgulloso de decir que en 2008, cuando apoyé el término de 'pintura de datos', pensé que un día si los datos se convertían en pigmento no necesitarían secarse. Creo que los datos pueden ir más allá de la física de Newton. Más allá de la gravedad. Pueden ser un pigmento vivo. Esa fue mi visión cuando empecé, y estoy agradecido de que ahora podemos verlo en uno de los mejores museos del mundo. La IA me ayudó a ir más allá de mi capacidad, a mejorar mi mente, y mezclando luz, datos y la IA inventé un nuevo medio, probablemente el medio del futuro. Como lo que vemos aquí, la sensación de que los edificios están soñando, como el Guggenheim en este momento.
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Carlos G. Fernández y Leticia Aróstegui
Alicia Negre y Lidia Carvajal
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