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La autoayuda mató al filósofo: se lleva una versión 'cuñadista' de la filosofía

La autoayuda mató al filósofo: se lleva una versión 'cuñadista' de la filosofía

Las frases de superación están sustituyendo a los aforismos

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Viernes, 12 de febrero 2021, 19:04

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Andoni Alonso Puelles, filósofo, escritor y profesor de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, considera que el bagaje filosófico del español medio se reduce a «un puñado de frases a veces sacadas de los manuales de autoayuda: 'La felicidad es esto', 'La felicidad es lo otro'... Porque tenemos una larga tradición antiintelectual, eso de leer, pensar y reflexionar no va con nosotros, y los tiempos nuevos son peores porque volcamos toda nuestra reflexión en tuits, en noticias falsas...». Dice que sucede también con la moda de la filosofía oriental, «sorprendente, pues para ello hay que comprender su cultura y la mayoría ni se acerca a ella. No se puede coger el conocimiento de forma tan aislada y fragmentada.Y no es tanto que no se conozca, sino la arrogancia cuando se hacen declaraciones rotundas, mientras que la filosofía lo que te enseña es a dudar, a hablar de hipótesis. Pero eso no se lleva, se lleva la versión 'cuñadista' de la filosofía».

Alonso hizo su tesis doctoral sobre Ludwig Wittgenstein (Viena, 1889-1951), filósofo, matemático, lingüista... del que recomienda encarecidamente su 'Tractatus logico-philosophicus'. De él cita la frase: «De lo que no se puede hablar hay que callar». «Se refiere Wittgenstein –dice Alonso– a que aunque resolvamos todos los problemas científicos del mundo, ni siquiera nos habremos acercado a las cuestiones importantes: cómo ser feliz, qué es lo bello... Porque no se puede hablar de lo que no tiene sentido, y esto va en contra de lo que propone la autoayuda».

Es posible que mientras lee esto tenga entre sus manos una de esas tazas con frases como: «Saborea la vida sin prisa', 'Con amor y pasión todo sale mejor', 'No hay camino a la felicidad, la felicidad es el camino'... Y envalentonado pretenda comenzar el día enarbolando esos conceptos. «Pero nunca te dicen cómo se hace eso desde cero. ¿Te imaginas –prosigue Alonso– que yo te dijera que el sentido de la vida es este o aquel otro? Nos toca vivir esta precariedad del pensamiento, pero toda esa panda de expertos de autoayuda piensa que ellos pueden resolver estas cuestiones y decirte cómo has de ser feliz, se creen que tienen la clave. Por eso el silencio es respetuoso, la filosofía no te va a decir lo que debes hacer sino que propone buscar las posibilidades que existen».

Sobre lo acertado que puede resultar tener la boca cerrada hay un montón de aforismos. Don Sem Tob, filósofo judío español, dedica en su libro 'Proverbios Morales' un apartado dedicado al silencio, con frases como «Si el hablar se representara como plata, se representaría el callar como oro acrisolado», recuerda el profesor. Pero son muchos los pensadores que alertan sobre el peligro de hablar sin fuste, como Zenon de Citio (336 a. C. - 264 a. C.): «Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para oír más y hablar menos» o la filosofía hindú: «Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio». También William Shakespeare: «Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras». Y dando un paso más allá, cuando se refieren a la capacidad que otorga el conocimiento para reconocer la ignorancia propia. Lo decía Descartes: «Daría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro» y Sócrates, autor del que quizá sea el aforismo más repetido, al menos en el mundo occidental: «Solo sé que no sé nada».

«Se trata –prosigue el profesor de filosofía– de evitar decir estupideces en esta sociedad del ruido en la que vivimos, en la que el silencio es imposible pues ¿quién silencia a las redes sociales, a Twitter? Decía Aristóteles que la inteligencia se caracterizaba por la capacidad de encontrar las semejanzas pero también las diferencias. Porque al final se impone el discurso del 'Todo es lo mismo', 'Todos son iguales', 'Todos los políticos son unos ladrones'... Y no todo es lo mismo, son falacias, pues si todos los políticos fuesen delincuentes se solucionaría metiéndolos en la cárcel. Encontrar semejanzas pero también diferencias, eso es pensar».

Y mira que puede ser divertida la filosofía. Ahí está Diógenes de Sinope (412 a. C - 323 a. C.), apodado el Cínico. «Vivía dentro de un tonel y un día llegó Alejandro Magno y quiso conocerle, pues le habían hablado de sus excentricidades. Cuando estaba ante él le dijo el emperador: 'Pídeme algo, lo que sea', y Diógenes le contestó: 'Apártate un poco, que me tapas el sol y tengo frío'. Los cínicos, estoicos y epicúreos son los más divertidos. Recomiendo la lectura del libro de otro Diógenes, Laercio, 'Vida de los filósofos más ilustres', que es como un manual de cotilleos sobre todos ellos».

¿Confucio o... confusión?

También puede ocurrir que una de estas frase, aforismos, se atribuya a un pensador al que no le pertenece. Lo explica Andoni Alonso: «Sucede con 'A hombros de gigantes', que se la otorgan a Isaac Newton (1642-1727), y aparece incluso en la moneda de dos libras esterlinas, cuando es de Juan de Salisbury (1115-1180), en referencia a que no solo alcanzamos determinados objetivos por nuestros propios medios, sino por lo que otros han avanzado antes». Y sucede con una cita que todo el mundo ha oído: «El nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando», atribuida a Unamuno o Pío Baroja aunque en realidad se desconoce su autoría.

Aboga Alonso por fomentar el pensamiento crítico. Sirva para explicarlo la frase de Lao Tse (entre siglos VI y IV a. C.): «Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres durante una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda su vida». «Pues también es discutible –propone Alonso–, porque si esa persona está a punto de morir, ¿qué le das, la caña o el pescado? Hay frases rotundas, pero incluso esas deben despertar nuestro pensamiento crítico, nuestra capacidad de reflexionar. Muchas veces uno vuelca un aforismo y te encuentras con que no hay más. Lo último que quiere dar la filosofía son eslóganes. Si una frase te convence, debes ser capaz de explicarla».

Dice el profesor que la filosofía es 'ars vivendi', el arte de saber vivir, aunque también debe ser 'ars moriendi', el arte de saber morir. «Pero vivimos instalados en el 'forever young' (siempre joven), sin darnos cuenta de la fugacidad de las cosas, de lo que hablaba Heráclito (540 a. C. - 480 a. C.) con su frase: «Ningún hombre puede pisar dos veces en el mismo río», refiriéndose a que la segunda vez que te metas tendrá otro agua, será otro río. Los sofistas lo complicaron aún más y decían que ni siquiera mientras te estás bañando lo haces en el mismo río. El problema es qué hacemos con esa fugacidad de las cosas». Esto entronca con otra frase, esta vez de Marco Aurelio (121 -180): «Haz cada cosa en la vida como si fuera lo último que hagas», que a Alonso le recuerda a «una canción de Nina Simone donde decía que cada día había que vivirlo como si fuera el último, y de eso se trata precisamente, porque todo es fugaz y deberíamos vivir con intensidad».

Nietzsche, el perfecto aforista

Aseguraba Jean Paul Sartre (1905-1980) que «felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace», y Alonso aprovecha para hablar de «esta sociedad inconformista donde crees que puedes conseguir lo que te propongas si te da la gana». Y decía Sócrates: «Cuántas cosas no necesito para ser feliz»... «Pues esa es la versión estoica, epicúrea, por la que nosotros establecemos el límite de lo que necesitamos. El problema es que el sistema se encarga de provocarnos deseos: deseas algo, mientras lo deseas tienes dolor, te esfuerzas para conseguirlo, cuando lo tienes lo disfrutas un segundo, y luego ya te aburres y nace otra vez el deseo. Cuanto menos deseas más satisfacción tienes en ti mismo. Y en esta situación de pandemia deberíamos haber aprendido lo poco que necesitamos para vivir. No lo hemos hecho».

Para terminar, el que muchos consideran el rey del aforismo, Friedrich Nietzsche (1844-1900), y frases como: «Lo que no me mata me hace más fuerte», «¡Dios ha muerto! ¡Dios está muerto! ¡Y lo hemos matado nosotros!», «Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos», «Siempre hay algo de locura en el amor. Pero también hay siempre alguna razón en la locura» y «Sin música la vida sería un error».

ALGUNAS FRASES

«El conocimiento empieza en el asombro»

Sócrates (480 a. C. - 399 a. C.)

«El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice»

Aristóteles (384 a. C. - 32 a. C.)

«Una mala paz es siempre mejor que la mejor de las guerras»

Cicerón (106 a. C. - 43 a. C.)

«Nadie ama a su patria porque ella sea grande, sino porque es suya»

Séneca (Córdoba, 4 a. C.- 65 d. C.)

«Los hombres geniales empiezan grandes obras, los hombres trabajadores las terminan»

Leonardo Da Vinci (1452-1519)

«Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho»

Jean-Jaques Rousseau (1712- 1778)

«El futuro nos tortura, el pasado nos encadena. He aquí por qué se nos escapa el presente»

Gustave Flaubert (1821 - 1880)

«Para que exista el arte, para que exista cualquier tipo de actividad estética o percepción, es indispensable una cierta condición: la intoxicación»

Friedrich Nietzsche (1844-1900)

«El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres»

Simone de Beauvoir (1908 -1986)

«Si crees que eres demasiado pequeño para hacer una diferencia, trata de dormir con un mosquito»

Dalai Lama (1935)

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