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Un soldado portugués, en el monumento de la Batalla de Vitoria.
Una virgen portuguesa muy guerrera

Una virgen portuguesa muy guerrera

Tiempo de historias ·

Nuestros vecinos lusitanos se vinieron en 1813 con una talla de la Virgen del Carmen y un San Antonio a combatir en la Llanada alavesa

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Lunes, 1 de julio 2019, 01:10

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Es una vieja tradición militar que se pierde en la noche de los tiempos, puesta en cuestión por la modernidad laica, el hecho de que muchos regimientos cuenten con imágenes sagradas y su correspondiente rango castrense: Obtienen ascensos en función de los acontecimientos bélicos donde están presentes. En España, desde el año 1984, gobernando los socialistas, se suprimieron los honores militares a todas las imágenes religiosas a excepción del Santísimo, algo que se relaciona con el peso de la fiesta del Corpus Christi en Toledo. La no presencia de cuerpos militares ese día en la capital manchega se entendió como un agravio insuperable, aunque la polémica persiste, como la hay con el Cristo de Mena al que honra la Legión en la Semana Santa de Málaga. Todavía, en las fuerzas expedicionarias al extranjero en las que hay un capellán militar, este suele llevar una virgen o un santo que acompaña a los soldados allí donde van. Una cosa son las ordenanzas militares y otra la fe que a muchos ayuda a soportar circunstancias en las que la vida o la muerte pende de un hilo. Pero en 1813 el contexto era otro bien distinto y sabemos por el recreacionista investigador José Ramón Gil que hubo al menos dos regimientos portugueses de los que participaron en la Batalla de Vitoria, el 21 de junio de ese año, que portaban sus imágenes por todos los campos de batalla y todavía hoy muestran el nombre de Vitoria tallado en las placas de recuerdo de esa gran victoria en sus respectivas iglesias.

Según el investigador luso Nuno Lemos, Portugal movilizó para combatir a Napoleón nada menos que unos 40.000 hombres. Para que no se repitiera lo ocurrido con Carlos IV y Fernando VII, en España, que se convirtieron en rehenes del emperador francés, la monarquía lusitana trasladó la corte a Río de Janeiro, en Brasil. Los británicos, con una larga tradición de alianzas frente al Imperio español, se hicieron cargo de vestir, armar y dirigir a los soldados portugueses. No faltaron en el país vecino los afrancesados, como en España, que llegaron a formar la legión portuguesa dentro de las tropas imperiales.

Tras las primeras victorias de los aliados mandados por el Duque de Wellington en suelo portugués, las tropas francesas comenzaron su retirada. El 21 de junio de 1813, aconsejado por el general Álava, el militar irlandés decidió atacar a los franceses en las llanuras que rodean a Vitoria. El resultado es conocido.

De los 79.000 soldados aliados que guerrearon en la Llanada alavesa aquel día, 25.987 eran portugueses, una cifra muy importante, casi un 33% del total. Tuvieron 282 muertos, 673 heridos y 29 desaparecidos, un peaje importante aunque reducido en el cómputo general pues las bajas se quedaron en un 4%, según el recuento de Emilio Larreina en su libro 'La Batalla de Vitoria'. En total, 18 regimientos de infantería, 10 batallones de cazadores, 2 regimientos de artillería y 5 regimientos de caballería. Siempre bajo las órdenes de los británicos que no escatimaron elogios a su comportamiento. Wellington felicitó especialmente a los portugueses de la tercera y cuarta división «que abrieron la marcha con una firmeza que no se verá superada en ninguna otra ocasión». Y añadió que eran «los gallos de pelea» de su ejército.

Por su parte, Beresford, jefe del Ejército portugués, elogia especialmente a los regimientos de infantería número 9 y 21, 11 y 23 y a los batallones de cazadores 11 y 7 «cuya firmeza, buen orden y valor no se puede superar». El militar británico llega a decir que «no hay mejor infantería en Europa, a día de hoy, que el Ejército portugués».

Varios regimientos recibieron banderas con textos poéticos de Camoes y el general Silveira, que comandó una división portuguesa durante la batalla, fue condecorado por Fernando VII con el título de Grande de España y con la orden de San Fernando. El escudo portugués y algunos soldados de esta nacionalidad están representados en el Monumento de la Batalla de Vitoria, en la plaza de la Virgen Blanca, en recuerdo y homenaje a su sacrificio.

Un soldado en el Monumento de la Batalla de Vitoria, y su escudo.
Un soldado en el Monumento de la Batalla de Vitoria, y su escudo.

Pero a qué atribuían los portugueses ese heroico comportamiento en el campo de batalla. Si nos atenemos a una placa que existe junto a la imagen de la Virgen del Carmen de su ermita en Valença do Minho, en la frontera con Galicia, es «la fuerza milagrosa» la que empuja la heroica acción del antiguo regimiento de Valença para que merezca la definición como la primera infantería del mundo por parte de Wellington.

Señala también el letrero que la imagen de la patrona militar de Valença do Minho fue llevada por el 21 de infantería «durante los cuatro años que duró la campaña contra las Águilas Napoleónicas, estando presente en las batallas de Bussaco, Fuentes de Oñoro, Badajoz, Salamanca, Vitoria, Pirineos, Nivelle, Nive, Orthez o Toulouse». Al regimiento se le entregó una bandera con un texto del poeta portugués Camoes que traducido viene a decir «Y juzgaréis que es más excelente si ser de tal mundo o ser de tal gente».

Este regimiento 21 integrado en la brigada de Power, dentro de la tercera división de Pincton, fue la unidad portuguesa con más muertos: 58, 123 heridos y 6 desaparecidos. Combatió con dureza en el puente Momario y frente a Zuazo.

Imagen de la patrona militar de Valença do Minho.
Imagen de la patrona militar de Valença do Minho.

Pero no fue el único santo. El regimiento número 19 de Cascais llevaba también la imagen de San Antonio de Lisboa que fue ascendido a teniente coronel tras la batalla y se le impuso la medalla de la Guerra Peninsular. Estaba integrado en la brigada portuguesa de Le Cor, integrada en la 7ª División Anglo-portuguesa de Dalhousie. Se incorporaron tarde a la batalla tras perderse por la sierra Badaya.

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