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Grabado de una carga a bayoneta calada en la guerra civil estadounidense. P.D.
La bayoneta, el arma que nació en Baiona... y en China

La bayoneta, el arma que nació en Baiona... y en China

Tiempo de historias ·

La tradición atribuye a las mujeres que defendieron el puerto de Iparralde durante un asedio del siglo XVI la idea de unir un cuchillo a la boca de un arma de fuego

Nuria Lago

Martes, 4 de diciembre 2018, 01:06

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La bayoneta es un arma que hoy se considera secundaria, un complemento menor en la dotación militar. Sin embargo, hasta hace unos pocos años jugó un papel más destacado y, en sus orígenes, supuso un cambio total en la forma de hacer la guerra, un avance táctico que dio un mayor peso a las armas de fuego, que hasta entonces tenían un papel mucho más reducido. ¿Pero dónde se inventó? La respuesta no es tan sencilla ni clara como pudiera parecer, porque hay dos posibles orígenes, que son más o menos paralelos. China es uno de ellos. El otro es el País Vasco francés. Baiona, para ser exactos.

En China, las primeras menciones de un arma blanca que se acopla a otra de fuego son las llamadas «lanzas de fuego» o «lanzas de flor de pera», que aparecen en el siglo XIV. Más adelante, el tratado 'Biglu' de 1606 describe un arma que claramente es una bayoneta, la «pistola madre e hijo». La descripción de la misma no deja lugar a dudas: un cuchillo que se acopla en la punta del cañón.

En Europa sin embargo el nombre que reciben es el de bayonetas, porque todas las referencias, todas ellas, acaban situando la aparición del arma en la localidad costera de Baiona, aunque este origen dista de estar claro. De hecho, hay una mención a las bayonetas en el diccionario 'Cotgrave' de 1611, que describe un tipo de cuchillo pero cuya relación con las armas de fuego no queda nada clara. Como se puede ver, por las mismas fechas que los chinos, andaban desarrollando la idea en parajes más cercanos. Poco más se puede decir sobre el arma durante el siglo XVII sin caer en historias orales y rumores de los que apenas hay documentación.

Dentro de estos rumores, uno de los más extendidos es el que enmarca la invención de la bayoneta hacia 1523, en el sitio de Baiona, durante las guerras entre Francia y España. Carlos I y Francisco I andaban disputándose Navarra, un conflicto que venía desde los Reyes Católicos. Uno de los lugares importantes que sufrirá un asedio será Baiona, donde, según las leyendas, las mujeres defendieron la ciudad haciendo uso de las bayonetas. Sin muchas más explicaciones, el origen del arma queda ligado a dicha ciudad.

Otro de los mitos extendidos sobre el origen del arma nos habla de un lugar en la zona de los Pirineos, también perteneciente al País Vasco-francés, conocida como «redoute de la Baionette». En este sitio, los soldados vascos, que habían agotado todas sus municiones, optaron por colocar cuchillos atados en las puntas de sus mosquetes, y realizaron una defensa efectiva de la zona. Aunque las fechas son muy imprecisas sobre este hecho, por las narraciones se podría decir que sucede entre los siglos XVI-XVII.

Si queremos tener una referencia cierta sobre las bayonetas, habrá que esperar a que Jacques de Chastenet (1655-1743), vizconde de Puységur y mariscal de Francia, publique en sus memorias póstumas su uso en combate. En su descripción de las batallas nos cuenta cómo los soldados no llevaban espadas, pero sí tenían bayonetas, con mangos igual de largos que las hojas, que se encajaban en el cañón de los mosquetes y les permitían una excelente defensa una vez que habían disparado. Es el primer tipo conocido de bayonetas. Inutilizaban el arma, pero teniendo en cuenta lo que se tarda en cargar un mosquete, era un segundo uso muy efectivo del mismo. Después evolucionarán, y se colocarán en paralelo al cañón, mediante un aro que se encaja en el mismo.

¿Por qué ha llegado hasta hoy?

No cabe duda de que hay una relación entre el peculiar cuchillo que se añade a la punta del mosquete y la ciudad de Iparralde, a la que seguramente debe su nombre. La única cuestión que queda por resolver es por qué un arma que pertenece al Renacimiento sobrevive hasta nuestros días. O qué es lo que aportaron los habitantes de Baiona con la creación de un cuchillo que se adosa a un mosquete.

Un soldado británico entra en combate con la bayoneta calada en la boca de su arma, en 1941.
Un soldado británico entra en combate con la bayoneta calada en la boca de su arma, en 1941. I.W.M.

Conviene entender el concepto de guerra que se maneja durante el final del Renacimiento y el comienzo de la Edad Moderna, que será lo que determine la utilidad del arma en cuestión. Durante el Renacimiento se replantearán prácticamente todo: el arte las ciencias... Y de la misma manera que se reinterpretan clásicos de la Antigüedad, se reinterpreta la guerra, y se buscan las mejoras técnicas, avances, etc. En estos momentos, sin considerar los asedios, la fuerza más destacada de los ejércitos era la caballería. Para hacerle frente, solo se contaba con picas. Pero el coste de tener piqueros era inmenso en términos humanos: los soldados más altos y fuertes debían ser los encargados de las picas, con lo que se perdían a los mejores efectivos. A la vez, se introdujeron las armas de fuego, que responden a los avances tecnológicos pero que ocasionalmente fallaban. No eran suficientemente rápidas en cadencia de tiro, la pólvora que se usaba, si se mojaba ya no disparaba; y por ello eran una fuerza de inicio, en donde se disparaba a bulto y luego quedaban defendidas por las picas u otras fuerzas. Con el añadido de la bayoneta, esta nueva fuerza podía efectuar su primer ataque de tiro y defenderse después con el simple gesto de añadir un cuchillo a la punta de su arma. El invento supuso un salto para las armas de fuego, y aunque tuvo detractores -como Luis XIV, que decidió que no eran prácticas por un mal consejo-, su éxito fue innegable.

Aparte de las lagunas sobre su verdadero origen, lo cierto es que este cuchillo vascofrancés sobrevivirá como un invento que ha ido variando sus funciones y que es claramente identificable hoy día. Y todo porque probablemente unos vascos decidieron defender su puesto hasta el último suspiro. O por unas mujeres que le echaron coraje…

Ésa es la última incógnita que queda sobre este arma.

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