La sociedad de los 'solitarios' digitales
Aislados. El móvil nos permite satisfacer necesidades y caprichos. ¿Nos condena a la soledad la sociedad hiperconectada?
Viernes por la tarde, no han dado las siete. Álex (11 años) le pide las llaves a su madre. «Me voy a casa».
– Es el primer chaval que veo que se va del parque sin rechistar. ¡Qué suerte la vuestra!
– Es que el fin de semana le dejamos jugar a la Nintendo Switch y un poco el móvil y la tablet.
Tras meses de tira y afloja, los padres de Álex han decidido que entre semana no habrá pantallas más allá de las del colegio, así que el niño estira todo lo que puede el fin de semana. ¿Cómo un adicto la dosis? Dicho así impresiona, pero las cifras 'avalan' la preocupación: un informe de Unicef sitúa en los 11 años la edad a la que los chavales estrenan su primer móvil. ¿Y qué hacen con un smartphone a esa edad? El 90% de los adolescentes de 11 a 18 años se conecta a internet cada día –un 21% lo hace a partir de medianoche–, casi el 60% duerme con el teléfono en la habitación y el 83% tiene perfil en tres redes sociales o más, con preferencia por TikTok, Instagram y YouTube.

No solo eso. «Un 30% de los chavales reconoce que habla con ChatGPT porque no le juzga y siempre le da la razón», advierte José María Abad, responsable de innovación de la red Empantallados, plataforma que promueve un uso racional de las pantallas. María Silvestre, catedrática de Sociología de la Universidad de Deusto, recuerda el caso extremo del adolescente estadounidense de 14 años que se suicidó el año pasado tras enamorarse de un personaje creado por Inteligencia Artificial inspirado en uno de 'Juego de Tronos' (Daenerys). Su familia demandó a la empresa comercializadora del chatbot Character A.
«La gente más activa en redes sociales es la más beligerante, lo que contribuye a la polarización»
María Silvestre
Socióloga (Univ. Deusto)
«Ya no viene nadie ni a hacer una chapuza a casa. Lo haces tu mismo con un tutorial de YouTube»
Cristóbal Torres
Sociólogo de la UAM
Pero ojo con focalizarnos en los jóvenes, advierte Abad. «Los adultos estamos también enganchados. Hay quien se viste por la mañana, se hace una foto y pregunta a una IA qué tal le ve. La tecnología está afectando de una manera inimaginable a las relaciones sociales». Señala el ejemplo más cotidiano Cristóbal Torres, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid. «Hay un competidor imbatible: el móvil. Tiene tanto poder que cenamos con él a la mesa y, si entra un wasap, dejamos de hablar con nuestra hija para responder un mensaje que no es urgente».
El CIS pidió recientemente a los encuestados que asociaran una palabra al término tecnología y la primera que se les ocurrió fue precisamente poder. En segundo lugar, progreso y, a poca distancia, dependencia. Esta última es la clave, la que marca la frontera entre la 'hiperconexión' y el 'enganche' más absoluto. «Estamos haciendo uso y abuso de las nuevas tecnologías. Y eso nos está llevando al aislamiento digital, a la soledad», alerta María Silvestre.
Sistema de burbujas
¿Vamos camino de ser una sociedad de 'solitarios'? Invita Cristóbal Torres a la reflexión: «Hace quince años si te quedabas con la nevera vacía no tenías más remedio que bajar corriendo a la tienda, pero hoy puedes hacer un pedido exprés al supermercado o te traen en bicicleta el menú del restaurante que se te antoje. Si querías hacer deporte te tenías que apuntar al gimnasio, a ver si te encajaba la hora de la clase, y ahora puedes entrenar con los vídeos de TikTok. Ya no necesitas ni que te vengan a hacer una chapuza a casa. Le comentaba a mi yerno el otro día que teníamos que ir a comprar unas escobillas limpia parabrisas para el coche. '¿Ir, a dónde?', me dijo. Así que las compramos por internet y las colocamos siguiendo un tutorial de YouTube». Ahí cabe un universo. Un universo organizado «en burbujas». «La red nos aisla también al alimentar y reforzar nuestro modo de ver la vida». Como si solo hubiera una verdad, como si solo nosotros –y no los otros– estuviésemos dotados de razón.
– ¿Puede explicar eso la polarización que vivimos hoy?
Silvestre: Sí. Porque el aislamiento al que nos condenamos es también ideológico. Si yo sigo en redes y me relaciono solo con gente que piensa como yo, me reafirmo en mis convicciones. En la vida 'offline', la real, existe más consenso, pero el mundo online contribuye a la polarización porque la gente más activa en redes es la más beligerante, la que emplea un lenguaje más agresivo, la que defiende posturas que favorecen el enfrentamiento. Los 'grises' no son mayoría en internet o, al menos, recurren a otras formas y a un lenguaje que genera menos impactos, menos retuits y, por tanto, menos visibilidad. La exageración viraliza más que la verdad, las 'fake news', con sus elementos de novedad y sorpresa, tienen la capacidad de expandirse antes que las noticias.
LAS CIFRAS
94,8%
de los chavales de entre 11 y 18 años tiene móvil, según un informe de Unicef tras entrevistar a dos millones de adolescentes españoles.
Un robot al quirófano
El CIS preguntó a los españoles qué acciones humanas que podría acabar haciendo un robot les incomodarían más. Y la mayoría expresó su temor a ser intervenido quirúrquicamente por una máquina.
58,4%
de los adultos se declara «preocupado» por los avances tecnológicos y, especialmente, por la Inteligencia Artificial, según revela el CIS.
El porno, por géneros
Un 39,5% de los adolescentes españoles ve porno en internet, porcentaje que se reduce al 9,5% en el caso de las chicas –al 16% de ellas les han presionado para mandar fotos o vídeos sexuales–.
44,3%
de los jóvenes utilizan las redes sociales «para no sentirse solos» (más las chicas que los chicos) y un 58,1 recurre a ellas «para hacer amigos».
Los padres no 'controlan'
En una escala del 0 al 21, el control parental sobre los contenidos que ven sus hijos en internet es 5,3. 'Vigilan' más a las chicas, especialmente en las primeras etapas de la ESO.
Esta polarización ideologiza pero, paradójicamente, nos lleva a «una menor militancia». «¿Para qué voy a militar en un partido o en un sindicato si ya tengo un grupo al que pertenezco aunque sea virtual?», plantea Silvestre. Y recuerda que hubo momentos en que las tecnologías fueron lo contrario, «motor de movilización». «Tras los atentados del 11 de marzo, la gente se comunicó vía SMS, que era la mensajería instantánea de entonces, para salir la calle. Y también tuvo mucho que ver en el surgimiento del 15-M».
– ¿Qué ha pasado entonces?
Silvestre: Que la gente se conforma con firmar una petición en Change.org y con opinar en Twitter. Creen que con eso ya están haciendo algo. Pero eso solo alivia la conciencia, no genera cambio social.
Menos solidarios
Afecta, dice la experta, incluso a la solidaridad, que «se podría ver resentida» con los avances tecnológicos.
– En los 90 el 'movimiento 0,7' llevó a los jóvenes a acampar en las calles para exigir al Gobierno que destinara el 0,7% del Producto Nacional Bruto a los países más pobres.
Silvestre: En aquel momento lo sentimos como nuestro aporte a la sociedad. Hoy, sin embargo, hasta el voluntariado tiene mucho de postureo. Hay personas que colaboran con una ONG porque le satisface personalmente o porque le ayuda para su currículum. La motivación ha cambiado, prevalece el incentivo personal frente al social.
Lo hago porque me conviene... y me hace sentir bien. «La felicidad es una cuestión muy subjetiva, pero es cierto que mucha gente que vive en el mundo online, que vive en una burbuja, se percibe feliz. Se siente satisfecho y cree que no necesita relacionarse con nadie», señala la socióloga. «¿Para qué vas a ir a los bares o a la facultad o bajar por el barrio si ya ves gente en TikTok?», añade Cristóbal Torres.
¿Solos pero felices?
¿Quiere eso decir que somos una panda de 'solitarios felices'? No todos, probablemente muy pocos. «Tradicionalmente, cuando hablábamos de soledad en el sentido de soledad no deseada la identificábamos con las personas mayores que viven solas porque no les queda otro remedio. Pero, curiosamente, el desarrollo tecnológico ha cambiado el foco y las encuestas revelan ahora que quienes más perciben esa soledad es la gente más joven», explica la socióloga, directora también de Deustobarómetro.
Tal vez eso explique el éxito de las aplicaciones de citas. «La juventud recurre a estas apps pero, en realidad, lo usan como medio solo porque la finalidad es el encuentro personal. La gente sigue necesitando la relación íntima».
– La natalidad desciende. ¿Podría echar la 'culpa' de esto también al desarrollo tecnológico?
Silvestre: Es obvio que no contribuye a lo contrario porque la tecnología no te va a cuidar a los niños, pero la caída de la natalidad exige un análisis más profundo. La tecnología la potencia, pero es una tendencia que se inicia décadas atrás en los países civilizados y que responde a muchos factores: la maternidad ya no se concibe como el elemento de autorrealización. Y, por otro lado, la precariedad laboral y las dificultades para conciliar han provocado que mucha gente no esté dispuesta a asumir el 'coste' de tener hijos.
Unos niños que aprenderán a manejar el móvil antes que a hablar. «Los nativos digitales están siendo conscientes de que están enganchados. Hay chavales que reconocen que se les va la vida 'viendo chorradas en el móvil'».
De las conferencias caras al WhatsApp gratis

La paradoja del desarrollo tecnológico es que nos aísla, pero también todo lo contrario. A propósito de esto último, de la 'conexión', recuerda el sociólogo Cristóbal Torres cuando se fue a estudiar a Madrid. «Llamaba por teléfono a casa muy de vez en cuando –no existían las tarifas planas y las conferencias salían por un pico–. Pero mi hija se marchó a Estados Unidos y estábamos con ella todo el día por WhatsApp y Facetime».
La tecnología nos ofrece, así, «unas posibilidades que no estaban a nuestro alcance». «Nos movemos físicamente, pero los avances tecnológicos han roto esa barrera del espacio-tiempo. Hace veinte años, un profesor de la facultad se fue a la guerra de Irak con Naciones Unidas pero pudo seguir con las clases. Y eso fue posible gracias al email, que ya se empezaba a usar por aquel entonces. Recuerdo que nos mandaba las preguntas de los exámenes por correo electrónico y pudo seguir así con el curso».
Esta conexión a distancia que permite el email se ha elevado muchos enteros con las redes de mensajería instantánea, donde todo sucede a tiempo real. De hecho, el 95,6% de los adolescentes afirma usar la red «para chatear con los amigos», esto es, para socializar. «Antes –señala el sociólogo– tus padres te castigaban en el cuarto y te quedabas aislado. Hoy, al menos puedes escribirle por el móvil a los amigos. Ya no estás 'solo'».
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