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Retrato de Clara Wieck y Robert Schumann. Biblioteca Nacional de Francia
Amor, música y drama

Amor, música y drama

Robert y Clara Schumann. Se enamoraron, fueron socios en lo artístico y tuvieron una vida como de folletín televisivo sin final feliz

Viernes, 7 de febrero 2025, 17:31

Robert Schumann y Clara Wieck. No hay otra pareja tan relevante en la música. Ni siquiera la formada por Gustav Mahler y Alma Schindler, porque esta carecía del genio de Wieck. Les une en cambio el tono de folletín que adquirieron las biografías de los cuatro. Y el final triste de sus historias de amor.

Lo de Clara y Robert fue una relación que superó en su arranque todas las dificultades. Ella era una niña prodigio, una pianista que había debutado en un concierto público en Leipzig, su ciudad natal, con solo nueve años. Él, un joven estudiante de Música, que fue a tomar lecciones y vivir -algo bastante habitual en la época- a la casa de su profesor: Friedrich Wieck. Robert llegó con 20 años y se instaló en un hogar donde además del dueño residía su hija, de 11. La madre se había marchado a Berlín tras un divorcio tormentoso.

Durante un tiempo, la carrera de Clara fue más importante que la de Robert. Ella ya daba conciertos por Europa mientras él seguía formándose. Por eso, cuando ambos pidieron a Friedrich permiso para casarse, el padre se negó. ¿La razón? Pues que aunque era consciente del talento de su alumno no estaba seguro de que pudiera dar a su hija una vida confortable. A partir de esa negativa, la pareja peleó por su amor y por la música. Esta última deparó a Robert un gran disgusto: haciendo algunos ejercicios para mejorar su técnica al piano se produjo una lesión de la que no se repuso, por lo que se volcó en la composición y la crítica musical. El amor hizo que pasaran por el juzgado: como requerían el permiso paterno para que Clara pudiera contraer matrimonio antes de los 21 años, fue el juez quien estudió la demanda y dio la razón a los novios. Se casaron… un día antes de que ella alcanzara la mayoría de edad.

La felicidad fue grande, pero no duró mucho. Entre 1841 y 1854, los Schumann tuvieron ocho hijos, de los que siete llegaron a la edad adulta. Visto desde ahora parece extraordinario y seguramente lo era también entonces: Clara cuidó de sus hijos, escribió sus propias composiciones y dio conciertos por toda Europa, con su música y sobre todo la de su esposo. Ambos llevaban algo así como un diario donde plasmaban sus apreciaciones sobre la música y su actividad artística.

En un psiquiátrico

Ya había habido indicios de que algo no iba bien, pero en 1856 se desencadenó el drama: Robert intentó suicidarse. Luego, él mismo pidió que lo ingresaran en un sanatorio psiquiátrico. Allí vivió dos años, hasta su muerte. Solo en los últimos días permitieron a su esposa que lo visitara. Los amigos, en cambio, podían verlo con frecuencia. En ese tiempo, ella sacó a la familia adelante: contrató a un ama de llaves para que se hiciera cargo de la casa y viajó para dar numerosos conciertos. En muchos de ellos interpretó la música pianística de su marido, o reducciones para teclado de sus sinfonías. Nunca un compositor ha tenido propagandista más fiel y generoso.

Cuando Robert murió, en 1858, Clara quedó al cargo de sus siete hijos. La mayor, que tenía 17 años, la ayudó en todo, ejerciendo de segunda madre para los pequeños. Durante casi cuatro décadas, hizo giras, impartió clases en el Conservatorio de Fráncfort (era la única mujer del cuerpo docente), siguió componiendo y, sobre todo, dio a conocer la música de Robert. Lo hizo a lo largo de los mil conciertos que dio, una cifra excepcional si se piensa en los medios de transporte de la época.

Clara tuvo un socio singular en su defensa de la música de Schumann e incluso en la propia gestión de su hogar: Johannes Brahms. Este había sido su alumno y nunca olvidó el elogioso artículo que le dedicó su maestro. Mucho tiempo después de enviudar, Clara y Johannes consideraron la posibilidad de casarse, pese a que él era catorce años más joven que ella, una circunstancia muy poco común entonces en una pareja. Las cartas que ambos se cruzaron fueron destruidas, así que no se sabe la razón exacta por la que no lo hicieron. Existe la certeza absoluta, en cambio, de que cuando Clara murió, en 1896, a los 76 años, Brahms perdió todo interés por la vida. Él mismo falleció diez meses después.

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